lunes, febrero 28, 2011

Cosas así



A dos cuadras de mi casa hay una despensa. Trabaja de mañana una rubia que debe ser inmigrante de los alemanes del volga, aunque probablemente, de ser esto así, no lo sepa. Me sonríe amable. Debe tener apenas poco más que 20 años. Capaz que hasta 25 años. Le compro algunas cosas.
Casi siempre comida hecha para almorzar. No voy todos los días, hay veces que no logro levantarme antes del mediodía. Cuando voy trato de sonreírle, porque ella me sonríe. No de manera sensual, menos, todavía, de manera sexual. Me sonríe deotra manera. Como si conociera un secreto mío. Un secreto pícaro y tierno. Algo sabe ella de mí que yo desconozco. Algo que la lleva a sonreírme de una manera simpática.
Cuando está la jefa al lado -que la maltrata bastante- la sonrisa no es de bienvenida ni es permanente entre que busca los cigarrillos, envuelve la comida sin preguntarme, ya , si la calienta, y cuando entiende que la jefa no la está vigilando, me sonríe, apenitas, como para que entienda.
A veces, cuando vuelvoa casa, cruzando la plaza, fantaseo con que esa chica quiere algo conmigo. Otras veces, las fantasías son más elaboradas: yo habré estado borracho en algún lugar remoto y la crucé y le dije un chiste, de esos ácidos e inolvidables, que le levantan el ánimo en el lugar correcto y el momento adecuado, y no recuerdo, y ella sabe que yo no recuerdo, por eso el gesto entre distante y huraño cuando le digo dame 2 Marlboro box. Otras veces, cuando cruzo la plaza, volviendo a casa, pienso que directamente me invento la historia, la sonrisa, la mirada, el secreto, en un lugar donde no pasa nada, como un oasis entre el hastío del desierto.Y tampoco me importa mucho.
Hay mediodías sin nubes y se me hace que son míos, enteros, esos cielos, que cuando no tienen nubes son un solo cielo, de una pincelada. No sé cuánta gente alrededor de la palza pensará lo mismo, o alrededor, porqué no, del mundo. A cuánta gente se le ocurrirá, volviendo a casa, con una bolsa en la mano, cosas así, entre cursis y tontas. Historias donde no pasa nada.
Y van -en la cabeza, en esta cabeza que no para- desenvolviéndose lentas, buscando otras posibilidades, conectando una sonrisa con la historia de los gauchos judíos, de las colonias de alemanes del volga, con la despedida de anoche -te voy a extrañar, en estos días- con un artículo sobre las elecciones en Catamarca, la tarjeta de dèbito, llegar a casa, preparar el mate, sentarme al teclado, mirar la ventana. El cielo sigue igual. Cursi y aburrido. Todo igual, sin nubes. Con un celeste brillante.
Conseguí, en una librería de saldos, Por orden de desaparición, de Simon Brett, una gran novela. Voy a dejar este teclado. Voy a apoyar las piernas sobre el sofá. Voy a pensar un montón de cosas que no le importan a nadie. Voy a escribir un montón de cosas que no le importan a nadie.
Es una gran novela, la de Brett. Aunque ya sé cuál es el asesino. Tiene menos previsibilidad que el cielo, así tan cursi, tan ensimismado y vago, y pasan cosas. En los libros pasan cosas. En la vida real también. Pero suelen ser muy tristes. La vida real está llena de despedidas, los libros llenos de finales abiertos.
Al costado del sofá, sobre el parquét, está la bolsa con la comida. Pero, aunque recién me levanto, tengo ganas de dormir la siesta sobre este sofá. Antes, llamo a una amiga que está en Paraguay, que escribe historias de próceres olvidados, que nadie publica, pero es una gran persona. Una buena amiga. Hasta me perdona que no lea sus manuscritos. Debería hacerlo. Capaz que en Asunción el cielo también está vaciado de nubes. Sino fueras tan fea, le digo, me enamoraría perdidamente de vos.
-Al fin, Lucas, creí que estabas dejando de ser un hijo de puta.
A veces me aburro, pero hoy me gusta volver a ser el mismo. Y acabo de tomar una decisión. No es, si se mira objetivamente, tan grave. Pero es una decisión. Decidimos a cada rato, muchas veces como acto reflejo,otras por pura inercia, por acostumbramiento, hay decisiones que se toman con miedo y hay decisiones que se toman por miedo. Decidimos a cada rato. Pero es una gran cosa de esta vida poder respirar hondo, meditar un ratito, y decirlo,en voz alta, cuando no hay nadie en este living: sí, es una gran cosa. Acabo de tomar una decisión: voy a dormir la siesta.

2 comentarios:

  1. la sonrisa dice:

    dale turro te llenas la boca hbalando de nac & pop el che bla bla y nunca me vas a dejar propina la p q te pario

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  2. Me juego la cabeza -bueno, no sé si tanto- a que cuando escribís a mano le hacés a la "i" un redondelito en vez de un puntito. ¿Será? No te asustes, no es nada grave. Ah! Y seguro que el lado derecho de la hoja siempre termina todo desprolijo, a diferencia del izquierdo, donde cada línea comienza a la misma altura...
    Un beso!

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