-Hola, Lucas, ¿cómo estás?-dice, del otro lado, la chica con la que salgo (ahora estamos en una etapa donde me anda buscando babeante con un hacha en la mano y los ojos encendidos; queriéndome un 37% menos)
-Mal. A mi novia le dio un infarto.
-Queeeeeeeeeee, coño, cómo es eso?
-No sé. Me pide que aprete F1, apreto, sale Reparar Disco; y después, nada. Está en coma, en punto y coma.
-Me hablás de la compuadora.
- No te pongas celosa. Pero está en estado vegetativo, toda pálida.
-¿Y has perdido todo los datos? ¿cómo puedes confiar en una computadora?
-Lo mismo pensé cuando la encontré a mi ex con otro: cómo pude confiar en ella.
-¿Se puede arreglar?
- Quizás, hoy voy a ver si El Grito Primal puede revivirla. Sino, sabelo querida Luciana, se habrá perdido para siempre la novela Cómo cogíamos durante el kirchnerismo, una obra maestra que sabrían apreciar mis amigas sub CBC de Vicente López, y Martín Piqué y por supuesto Eva Row, morirá en las vísperas, las editoriales dejarán de pelearse por mí (ya sé, es más bien yo con ellas), de intentar sobornarte, ya no tendremos razón para que sigas considerándome un genio (que total, jamás te mandé una línea) y paulatinamente, con Ludmila, dejarán de hablar de mí para concentrarse en su libro y yo seré olvidado hasta por mi madre. Claro que si se recuperan los archivos, sabremos pronto que se trata de letras apuradas y torpes, más bien una soberana porquería y la promesa que fui irá decantando con idéntico resultado. Así que he ahí el dilema, de hierro. Los dilemas de hierro dicen que son mejores que los dilemas de hormigón, aunque nunca entendí porqué si son dilemas -es decir que, a diferencia de los problemas, no tienen solución- son de hierro si al fin y al cabo el hierro se moldea lo más pancho desde la, justamente, Edad de Hierro en la historia de la humanidad.
Total, que los libros han muerto.
-¿Seguís ahí? Escuchame, entre esos archivos, está la recopilación de datos sobre el devenir de la vida de los integrantes de Los Parchis, eso, para mí, vale oro. No puedo perderlo. No me imagino cremando a mi notebook, me siento muy triste. Comprendeme, ayudame, conteneme. Sos la segunda mujer que más amo, de las mujeres, se entiende, con las que tengo sexo, y la primera sufrió un infarto, F1 y no pasa nada, si llegara a morir. Tengo el disco de instalación de Window en Paraná. Soy capaz de cualquier locura. Voy a entrar con una metralleta a microsof y matarlos a todos, maldito Bill Gates, sos boleta, este post servirá de prueba, voy a matarlos a todos. Lo juro.
ametrallar a Gates...mmmm, ametrallar a gates... diria homero
ResponderBorrarolivetti Lettera y chau problemas
ResponderBorrarEmpezá a usar Ubuntu Lucas y dejate de joder. Es más, ya mismo con un pendrive con Ubuntu adentro estaríamos entrando al disco y recuperando esa obra maestra que reflaja los mejores años de nuetras vidas! Ni se te ocurra formatear! Cualquier cosa, si estás por Buenos Aires avisá que te damos una mano
ResponderBorrarTal cual dice Rodrigo: Linux (Ubuntu, por ejemplo, va como piña)y a dejarse de renegar con las ventanitas, las pantallas azules, y la madre que los parió a Gates y compañia.
ResponderBorrarY no formatees! (igual, un disquito externo es un lujo que deberías permitirte, eh) (aunque... no; si esto que nos mostrás no es un personaje, no te veo haciendo backups regularmente)
Suerte con el percance
usa linux hay decenas de versiones
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