viernes, febrero 18, 2011

La banda sonora de lo que viví




Vamos por partes: yo escribí esto. 

A partir de entonces, y bajo el título "Un sentido solitario para la vida desolada" el historiador Pablo Hupert entiende que mi escrito es "una pintura de época de y a partir de Lucas carrasco" lo cual, claro está, suena a mucho y agradezco -ególatra como soy- cortesmente, en el sentido del buen cortés burgués, obvio.
Pero el punto que más interesa es otro, y pego la crítica que realiza en su blog al escrito mío: 

 No hay sentido en las palabras (que proliferan en cantidades industriales) ni en la vida que vivimos (ese show), sino en el amor puntual (un coito, una mirada, una boca). No hay sentido en lo colectivo: ni en el lenguaje, ni en la vecindad, ni en la sociedad, ni en el trabajo, ni en la que cada uno se empeña en llevar. Digo: no hay sentido en lo colectivo actual como lo hubo en lo colectivo perdido y añorado: la infancia, la tarea pendiente, la ciudad provinciana. Esos espacios sociales son ahora páramos de desolación (léalo "de sinsentido"). Así las cosas, la desolación se la dedicamos al amor. O sea: hoy la desolación la destinamos al amor. O sea: la desolación nos conduce (aunque no siempre llegamos) al amor.
Pero el amor de hoy es puntual. No nos acompaña todo el tiempo; está cuando está (no se lo extraña, lo que sería una forma de que esté cuando no está). Y es lo que queda bajo cosas que se le superponen. No es un espacio colectivo; es un agregado. No es una relación, sino una intermitencia que da sentido a casi todo (es decir, da casi sentido), solamente para vos.
¡Mierda! ¿El sentido también ha dejado de ser un espacio colectivo?
La cantidad industrial de palabras que proliferan tiene una vinculación con el No Hay Sentido en las palabras.  Afanando a lo motochorro bruto- que en vez de manotear la cartera tira de los pelos- a Lacan está el concepto de la atención flotante. Pero no da para andar buscando -diría, je, Foucault- citas de autoridad, sino que te cuento, Pablo, una cosa: pongo una canción y escribo lo que sea, de la extensión y el tiempo que me lleve, con la misma canción. Pero es una canción con letra y con letra en castellano. Cualquiera. En algunos casos, una que me gusta, en otros casos, una que me trae algún recuerdo o así. Ojo, no es que escribo cualquier cosa de este modo (escribo muchas cosas, es mi oficio, mi manera de ganarme, casi siempre, el pan y antes el vino) sino que lo que vos leíste, o todo lo escrito en este blog, por el cual no compro ni el pan y menos, hoy, el vino, está escrito de ese modo. Y sin corregir ni releer. Con algunas palabras que sólo una persona -generalmente, una mujer- puede entender. Israel se llamaba el noviecito de la infancia de...
Arrojados a la existencia que no elegimos, sometidos a la angustia de la finitud, así son las cosas: nosotros no elegimos vivir, ni elegimos las condiciones en que vivimos, sin embargo, ahora y acá, en última instancia y siempre condicionados pro variables más o menos acotadas, elegimos. Incluso, elegimos también vivir. No elegimos morir, sí, elegimos vivir, o en todo caso -pongamos el caso del suicidio o la eutanasia o incluso el riesgo extremo- podemos elegir dejar de vivir; no podemos elegir morir porque no sabemos de qué se trata la muerte. Si estoy frente a una puerta y una ventana cerradas, y no sé qué hay del otro lado, que vos sepas que detrás de la ventana hay un jardín con flores y detrás de la puerta me espera la policía federal, cuando yo elija, supongamos, salir por la puerta, no estoy eligiendo que me interrogue la federal; estoy eligiendo no quedarme encerrado, estoy eligiendo salir por la puerta -y no por la ventana- y estoy eligiendo la posibilidad en la que creo, estoy eligiendo la posibilidad de lo que creo hay detrás de la puerta, del mismo modo que no estoy eligiendo (y por eso eligiendo al fin) quedarme encerrado o salir por la ventana. No podemos elegir vivir -después de todo, yo vengo de un polvo impredecible: de una cogida que pudo no haber sido- pero una vez en la vida podemos elegir dejar de vivir o seguir viviendo y esto implico elegir y elegir constantemente. Claro que las elecciones no son las óptimas, las racionales, las más convenientes, necesariamente. Claro, claro. Pero aún así. Elegimos. Arrojados al charco de las cosas, somos responsables de nuestro destino. De nuestro destino condicionado. Elije tu propia aventura.
¿Pero cómo vivir sin dotarse de un sentido de la existencia? O más bien, porqué vivir sin un sentido (sin dotarse de) desde el cual aferrarse como fundamentación última para la toma cotidiana y exasperante de decisiones, un sentido para soportar la pesada carga de ser responsables últimos de nuestro destino. Ese sentido está en lo vivido. No en lo real vivido, sino en la acumulación caótica de sedimentaciones, pretensiones, desilusiones, alegrías, esperanzas, secretos.
La naturaleza finita de la vida no sería tan dramática si el guión estuviera escrito, si supiéramos cómo y cuándo será el final.
¿A qué, sino el pasado, aferrarse, para construirse un sentido de la propia existencia, de la libertad responsable, de la soledad de saberse único, de saberse vivo?
¿Cómo saber si las ex novias piensan las cosas del mismo modo, bajo el mismo prisma, en el mismo proceso? ¿Cómo saberlo de cualquier persona, del señor que viaja en el colectivo, del físico que se radica en Canadá, del pibe que duerme en la calle, de la prostituta que espera en la esquina? ¿Cómo saberlo si ni siquiera yo -por esa naturaleza dialéctica de no haber elegido nacer pero sí elegir vivir y cargar con la mochila de la finitud imprevisible, la finitud todavía (y siempre) inédita- puedo dar por concluido el sentido último de las cosas, cuando las cosas, todas las cosas, desde la heladera hasta la muerte de mi viejo, desde la boleta del gas hasta el perro que mea en el árbol, si todas las cosas son vistas desde la mediación de mi subjetividad, cómo dar por concluido el sentido si no elegido dejar de vivir y eso implica nuevas posibilidades, nuevas experiencias, nuevas radicalidades epistemológicas o degenerativas o devenires nomás de la libertad. Quiero decir: cómo saberse vivo si no es ante la posibilidad del cambio? Y cómo dotar de sentido -transcurrirlo, notarlo, tornarlo carnal- al cambio, al devenir, al envejecimiento del cuerpo sino es a través de la sedimentación caótica y constantemente reelaborada (por la propia naturaleza del cambio) del pasado.
¿Entonces, no hay relación? No, hay pasado: hay lo que yo -y eventualmente ella- reelaboramos y reelaboraremos como relación, o como si querés su antítesis, el olvido.
Si relación - o lo colectivo- es la consustanciación, o si querés la suma de las partes que por cualquier lógica -matemática, química, dialéctica, dramatúrgica- devienen en la renuncia al yo, entonces, creo que no. No hay relación ni hay colectivo.
¿Pero entonces el amor no modifica al uno, al otro? Sí, claro, y a esa modificación, a esa turbulencia si querés  se le puede llamar relación. Y más aún: relación es la necesidad de ser otro, de ser el otro en mí, de que el otro sea en mí. Eso es una relación. No hay punto de equilibrio, no hay cosificación, no hay un "momento" donde congelar el yo, el vos, y hacer de eso uno. Hay relación cuando hay una construcción tensionada de la necesidad de una relación, del deseo de una relación, de una articulación que puede tener distintas formas: por eso, la boca, el coito, las ciudades provincianas, las ex novias, la escuela, la bandera, las epopeyas, las actuales luchas políticas, las ganas, los desánimos.
¿No hay entonces sentidos que sean espacios colectivos?
Como ideal alcanzable, no. Ahora no estamos obligados a leer la biblia en latín.
Sin embargo, y acá vamos al meollo: sí existen las construcciones sociales de sentido, pero no en sí, no sustanciadas, no objetivables (lo cual no quiere decir que no exista lo real, sino que conocer lo real es imposible sin mediación: la imposibilidad de conocer lo real no es lo mismo que la negación de la existencia de la realidad, del mismo modo que la imposibilidad de saber qué es la muerta no significa la infinitud de la vida). Existen como construcciones nunca quietas, nunca estables, con luchas y marchas y contra marchas, con emergentes y residuales, con ganadores y perdedores (sociales, simbólicos, culturales, económicos) y el lugar, drásticamente pequeño, que uno ocupa en esas mareas de sentidos, adquiere sentido desde el yo, desde la precaria construcción de mi sentido de las cosas. Sino, solamente estoy en la marea. Sin subjetividad liberada (esto es, autónoma pero en relación y diferenciación) es difícil hacerse cargo de la construcción de un sujeto social.
Traducido al lenguaje político: el sentido es un espacio colectivo sólo y bajo la condición de la construcción de un sujeto social que sólo es posible a partir de subjetividades liberadas.
Y no me refiero a tratados filosóficos, sino a la simple asunción del yo como parte, pero en tanto yo y no en tanto parte, porque en tanto parte difícilmente yo pueda saber parte de qué formo. Es entonces cuando tenemos la posibilidad, en tanto yo, de ser otro, de ser otros. Con una fuerte presencia de esos fantasmas que nos informan que sin embargo, es una tarea -aún suponiendo que no existan el subconsciente y el superyó- inconclusa del tipo "hoy no se fía, mañana sí" saberse, completo, quién es uno, porque uno es también devenir y también es parte. La única certeza, de tener una, del tipo "pienso, luego existo" es que soy lo que todos los otros no son, del mismo modo que vos sos todos los otros que no sos. No soy en sí mismo, soy desde la negación, desde la diferencia. ¿No es demasiado poco; y qué entonces de la flor que le regalé a la maestra, del primer beso en una fiesta de cumpleaños, de la cachetada de mi madre, de la terapia intensiva por asma, del velorio de Antonio, del café con leche y tostadas que me prepara mi abuela?
Mientras pienso estas cosas, Pablo, amanece. Me río solo, a la espera de la lluvia. Podría decirme al oído: coño, muy linda la reflexión, pero de follar ni hablar. Y sí.
Me voy hasta la estación de servicios a comprar cigarrillos. Es una Shell, yo quisiera que fuera una de PDVSA/ENARSA, podría no fumar más e irme a dormir, y colaborar para que Shell sienta resentidas sus ventas en estas semanas. No es mala idea.
Igual, está por llover. Salgo ahora antes de que se largue. Ya vuelvo.




11 comentarios:

  1. Hola Lucas, me presento: Mariel(43a.), reviviendo desde hace 3 años, el 2001 argentino, esta vez en Madrid, pero igual por ahora me quedo. Lo que no significa que no esté implicada completamente con nuestra realidad argentina. En ese sentido, quiero felicitarte y decirte que me encanta oírte, celebro que haya jóvenes que tengan tanta lucidez a la hora de hacer los análisis políticos que tu haces cada vez que tienes oportunidad. He trabajado muchos años como docente de Sociales y escuchar a jóvenes como vos me llena de orgullo. En cuanto a mi estancia en España, escuchaba tu discurso en 678 de hace unos días y puedo decirte que es tal cual lo dices. Los medios por estos lares mantienen engañada a la gente de una manera asquerosa, algo a lo que hemos estado acostumbrados los argentinos, pero que de plano estamos rechazando. Lamentablemente no ocurre lo mismo con la población española, que repiten a modo de robots, los discursos hegemónicos. El pensamiento crítico por aquí casi no existe y es una pena, sobre todo si pensamos que en estas mismas tierras se vivió La República a principios del siglo pasado. Pero que los 40 años del generalísimo han hecho mella, eso te lo firmo. Lo más triste es observar una juventud adormecida por el alcohol y las drogas y una falta total de horizontes. Bueno, eso, poquito por hoy, felicitarte y animarte a que sigas en ese camino, los tiempos de hoy necesitan jóvenes como vos. Adelante!

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  2. se me dio por chusmear el sitio de este pablo hupert y del apartado "blog" recojo (en realidad es al reves pero bueno)la siguiente frase "me gusta como tensionas siempre pablo!!!"

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  3. Que buen tema, y el escrito, pero no coincido en algunas cosas, si lo pienso desde mi sentido común, supongo que el sentido es acto, pero que ese acto con , un determinado y particular sentido se generó desde un lazo primitivo, primero, el niño sin reflexión (este hueco total de información es tengo que leer más pa la facu)no realiza actos con sentido, realiza acciones libres, sin meta, la meta luego va a ser el otro, la meta está en el otro , deduzco y supongo que la raiz del sentido nace con ese lazo primero, en esa relación, (amorosa, básico de Freud, los padres, donde luego de renunciar al principio de placer, autoerótico pasa al principio de realidad donde la líbido, ya en un objeto externo se amolda a las condiciones externas o las amolda de manera de hallar un lugar de descarga de esa cantidad de energía, que no sublimada busca una relación amorosa, una pareja por ejemplo, me gustaría hacer alguna cita de freud pero no tengo ganas de buscarla ahora jaj ).

    Ahora, el hombre moderno, actúa libremente (el famoso -laissez faire-) y ahi encuentra el sentido ("libremente, " sin una cusa conciente colectiva, actúa el individuo) creo que y supongo, sin leer ningún texto que me corrija retorna a lo infantil en tanto la meta se vuelve hacia sí mismo, no hacia el objeto amoroso, el objeto externo, afuera, el peligro del devenir , el no dado, el permanente cambio, la permanente revolución interna, sino que busca no equilibrio, sino estabilidad, lo dado, lo quieto, lo estanco, uno mismo y sólo.
    Asi el hombre actual postmoderno creo, su base es individual, solitaria pero logra hallar sentido y sí lo es.
    Pero es un sentido creo,narcisista, o sea la meta es sólo ÉL, autoerótico.

    En una sociedad colectivista, la meta, que gesta el porqué de la acción sería la relación con el otro, con el afuera con lo externo, y luego allí en esa construcción, sólo luego y después del otro, aparece uno mismo, pero ya en el lazo social armado .

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  4. Lo "malo" o "doloroso" de la vida es que exige mucha más vida,
    lo egoísta de que te den vida es el hecho de que no podés ser egoísta, creo que ahi esta la clave, además de no haber elegido esto supuestamente, pero porque la base del hombre es la especie, es lo colectivo es lo social.

    Para vivir, tenés que dar, más vida.
    A la vida se la combate o lucha con vida, o sea no se produce "guerra" que sería lo contrario, lo destructivo ,la muerte.

    Y ese -asunto de la ventana- como diría el músico Aristimuño,que mucho no me gusta, pero sí esa frase, es que el hombre solitario de hoy, tiene miedo a DAR eso tan simple, y de ahí a ser colectivo sujeto social etc, por el hecho básico de que la cultura NO está siendo nuestra, que es donde se puede sublimar la libido de manera colectiva y "civilizada", lugar donde se creo desde el comienzo el lazo, creo que nosé..hay que re-apropiarse de la cultura (sea política, lo artístico, el producir como algo donde me encuentro)

    Las palabras sin sentido, son las que crea este sistema basado en la virtualidad social el fin : controlar.
    Porque la raíz del lazo social, está desapareciendo de manera material cada vez más, facebook, twitter, mensajito de texto, teléfono mismo, televisón, etc tantas cosas que median el vos el yo el contacto directo, creo.

    Las pautas sociales o de producción de ahora :El consumo, creo que el eje es consumir todo tiempo.
    Qué implica esto, una base netamente desde esa raíz sin lazo, la meta : el YO,
    consumo sexo consumo ropa, consumo tele, YO YO YO YO primero, y el otro? ah sí está porque lo consumo, medio antropofagia suena eso jaja :P

    el sentido de no haber, supuestamente, sentido ?
    el hombre por no querer pagar con mas vida a la vida, se pone una meta: el YO MISMO, el para mí, el NO te doy.

    Recuperar el lazo social, es lo revolucionario en esta periodo sea como sea, abrir de a poco hacia lo concreto de las relaciones sociales.

    Tejido social, creado desde la gente, y no que te lo manejen y conduzcan otros creo que todavía estoy contra la sociedad de consumo, cosa que pienso no me hace entrar por la puerta grande de nada, asi que mejor no pienso y me amoldo.

    bueno todo desde mi sentido común, eso se llama callate y lee pa la facu , amoldate jaja :P

    un saludo

    maria*

    lo de la atención flotante esta genial no lo conocía para nada, conozco pocas cositas, después lo busco.
    Perdón por ocupar tanto espacio me da cosa opinar tanto en los blogs, pero bueno se está expuesto, aunque virtualmente todo el tiempo ...
    no lo hago por ganas de opinar capaz sirva de algo, porque el tema me parece genial, recuperar el sentido a las cosas, que las ideas sean nuestras.
    Y vuelvo desde mi sentido común, y desde haber leído casi nada, creo que el eje: darle a la vida más vida, entregarle más al otro., lo revolucionario pasar las puertas, y dejar estas grandes ventanas del mundo : lo virtual, tu computadora, nadie está ahi.

    pero bueno no voy a dejar de usar facebook... jaja, y me voy a leer porque asi no apruebo ni medio final :P...saludos, (perdón por el espacio que use)

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  5. lo que recién hace un ratito escribí con vehemencia porque fue de un tirón, no fue con tono crispado, ni con densidad...aclaro por ese "alta tensión" del compañero bloguero de arriba .. los debates francos y libres.. son lo mejor... ;)..y nada mejor y más cómodo que escuchar...

    bueno un saludo otra vez :D

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  6. lo de alta tension no tiene nada que ver con tu comentario (de hecho no habia tal cuando lo escribi), quedo ahi perdido. lamento si la confusion te hizo pasar un mal momento.

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  7. listo, está claro, el sentido de todo esto es otro.

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  8. Ah... Dos cosas. Primero, Lucas, gracias por tu respuesta. Me ayuda a seguir pensando. Ya la linkeé desde mi blog.
    Segundo, una curiosidad: ¿te escribiste todo eso en los 4 minutos de Viglietti? Aunque hayan sido 5, no lo puedo creer!
    Abrazo
    ph

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  9. Me encantó esa tesis, María: el yo mismo como resitencia a pagar con mas vida a la vida.
    Y también esa otra tesis: darle a la vida más vida es entregarle más al otro, hacer lazo social, re-apropiarse de la cultura, el producir con otros como algo donde me encuentro...
    Gracias. Seguimos pensando -coletivamente :)
    Pablo

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