Supongamos que inventaran una máquina -no un aparato gigantezco-un pequeño chip o, mejor, unos anteojos, donde uno puede ver, en esos anteojos la imagen de todas las personas que subieron con uno en todos los ascensores a lo largo de la vida. Pero uno no puede verse a sí mismo, como sucede al mirar, y si el ascensor tenía espejos la figura de uno no la devuelve. Entonces es probable que, al poner play para empezar a ver, supongamos que cronológicamente, todas las imágenes, en las primeras tengamos un punto raro de vista: en los brazos de mi madre, en un cochecito, después, de a poco, a gatas, o midiendo menos de un metro (yo con 33 años tampoco mejoré mucho). Y caras desconocidas.
Pero al seguir corriendo la cinta, bueno, la cinta no, calculo que sería digital este invento, encontremos ascensores que se repiten, reconozcamos lugares, veamos caras a medias recortadas por titulares de diarios, libros, más tarde mensajes de texto.
Calculo que no soy el único que tiene secretos de ascensores, estaría, también, ahí.
Te recostás en el sofá, cruzás las piernas, y te ponés a ver cuánto tiempo perdido en los ascensores, qué pocos recuerdos válidos, cuántas caras de culo, cuántas conversaciones inútiles sobre el clima que, de todos modos, cambia todos los días, por suerte.
Y apenas un par de miradas pícaras, muy pocas vecinas que ni nos hablaron desde sus minifaldas, algún corte de luz, ayudar a una viejita con las bolsas de supermercado, alguna negociación de último momento antes de entrar en una reunión, pero en general, sin contar la espera de los ascensores, dentro de los ascensores no pasa nada.
Podés rebobinar la cinta: ver tres o cuatro veces un puñado de historias -yo las tengo, no las voy a contar, más vale- y reírte con nostalgia para disminuir la sensación de que la mayoría de las veces no pasa nada en los ascensores.
Con los anteojos digitales, sobre el sofá, cruzando las piernas, suponete, terminás de ver la cinta de todas las veces que te cruzaste con alguien en los distintos ascensores de tu vida -no cuentan las esperas ni las veces que viajaste solo- y entonces se cae el techo de tu living por una falla cualquiera, ya lo resolverán en un juicio civil y alguien capaz cobre unos mangos, mucho o poco, no te importa porque el techo te apastó con tus anteojos y acabás de morir.
A que tu último pensamiento fue: cuánto tiempo perdí en los ascensores. Qué te juego.
Cuando un encuentro de blogueros, en el Varela Varelita de Sca y ortiz?
ResponderBorrarYo todavía espero el día en que el ascensor se trabe mientras viaje con la chica del 12 que me gusta.
ResponderBorrarme alegra verificar que hay gente a la que le gusta pensar, aunque sean boludeces como en este caso.
ResponderBorrarSi bueno. En los asensores, pero tambien en casi todos lados casi nunca pasa nada.
ResponderBorrar¿Y si donde dice "ascensores" ponemos "facebook"?
ResponderBorrar( o "fb y afines")