lunes, abril 18, 2011

Bárbaros, las ideas no se estudian!



Julio Bárbaro, ex interventor del Comfer, actual militante del peronismo rencoroso, en una entrevista, muy interesante, ácida pero inteligente, con Gabriel Levinas. 
Hace algunos días estábamos en Rosario con mi amigo el cerebro mediático K.  Ahí, algunos estudiantes universitarios, con esa desfachatez tan necesaria y propia de la juventud, le explicaban cómo tendría que hacer para solucionar la tele, que Cristina gane con el 89% de los votos, que la verdad se desnude ante las masas y que se termine la invasión a Irak, Afganistán, Colombia, Nigeria, Libia, Guantánamo y que Bonelli vuelva a A Dos Voces, con Tamborini y Mosca.
Después, ya solo y aburrido, yo empecé a decir muchas de las cosas que dice Julio Bárbaro en esta entrevista. Obviamente, los pibes que quedaban no se sentían representados cuando la Ley de Medios es un asunto de economía política; de desmonopolización en un sentido estrictamente liberal y de puesta en duda del resto de las modalidades -de avanzada- de propiedad que plantea la ley. Por ejemplo: ¿un retorno a un estado deficitario (tal como proponen, implícitamente, las principales fuerzas políticas antagónicas al kirchnerismo) no es el preanuncio de la imposibilidad de financiar la Ley de Medios? Ojo, aún sin esa pregunta, la cosa es más compleja. ¿Es necesario un fuerte financiamiento de canales de cable culturales, para la zona metropolitana, o la construcción de hospitales en el norte argentino?
Lo que, a priori, parece una falsa dicotomía, en el campo de disputa real, esto es, en el Congreso Nacional, en lo que queda de los partidos políticos, en el mundo del capital, al interior de las fuerzas populares, en la construcción de consensos, en el plano de las ideas, en los conflictos y demandas surgidos desde abajo, no lo es. Ahí puede leerse esta complejidad que es inherente al acto de gobernar, cariño.
A ver, para decirlo de otro modo: una vez, hace ya varios años, estaba en una charla junto a dirigentes bolivianos. Que venían de una durísima disputa política, todavía en veremos en ese entonces, en torno a la reforma constitucional. Yo planteé, escupiendo el asado, que la inversión de tantas energías en un papel escrito me resultaba incomprensible, teniendo en cuenta que el neoliberalismo arrasó con la misma Constitución y que no había, hasta el momento del proceso -yo hablaba todo así, re Sociales, para que no me tachen de enemigo- ningún obstáculo formal al desarrollo de la política de Evo Morales. La discusión, que perdí por goleada, entró inmediatamente al campo de la irracionalidad jurídica.
Pasaron varios años y la nueva Cosntitución de Bolivia garantizó que digamos "Plurinacional" con la misma impostura que acá se dice "políticas de estado"; los resultados sociales, en cambio, fueron bastante lentos -inimaginables para un argentino-y ninguno fue producto de esa batalla reformista ganada.
Hasta un marxismo rudimentario (como el mío, preciosa) entiende que la inversión de los principales activos políticos en una lucha por la superestructura es apenas un momento de la lucha política, y que debe enmarcarse en la disputa por la hegemonía - de paso, en La Nación dicen que en la zona metropolitana 1 de cada 3 personas ve sistemáticamente 678- y no en la búsqueda de un resultado definitivo, como plataforma de avance en el campo material. Dicho de otro modo: que una reforma constitucional -como hizo Menem, Menem sí, ya lo hizo- debe plasmar los cambios realizados, no impulsarlos. Porque no puede impulsarlos. ¿O acaso no estaba el artículo 14 bis en la constitución reformada del 94; que siguió sin cumplirse (tanto como los juicios por jurados) mientras que las cláusulas de carácter neoliberal se cumplieron al pie de la letra, y las de carácter cuasi fascistas -como el financiamiento a la multimedial iglesia católica- se acentuaron y profundizaron?  Quizás, a diferencia de las obras completas de Sócrates, Menem no haya leído a Marx; pero entendía perfectamente el devenir de lo social.
El DEBATE en torno a la ley de medios, cristalizaba el momento y las contradicciones en que se partía la sociedad; tras 6 años de gobiernos kirchneristas. El DEBATE posibilita, en tanto enfrente está la AEA y el Grupo Clarín, que el kirchnerismo sea quien marque la cancha; porque puede demostrar que hay grupos económicos por encima de la ley que obstruyen la aplicación de la ley. Entonces, corazón, la batalla por aplicar la ley, aún perdiendo el oficialismo algún que otro round, es la modalidad en que organiza la pelea en el round (y en el momento) que más cómodo se siente el propio kirchnerismo.
En fin, por lo menos, así, lo veo yo. Que soy el encargado de una tarea muy sensible: Patucho me pasa las canciones de La Cámpora que él escribe mientras anda controlando los directorios de las empresas, y yo doy vuelta el disco y pongo canciones satánicas y marxistas.
Entonces, das vuelta el disco que trae la canción de La Cámpora que dice:
Érase una vez Patria Hermosa

Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos
Y había también
Un príncipe malo
una bruja hermosa
y un pirata honrado

Bueno, pasá el disco al revés y vas a escuchar que dice "viva la revolución!!" "socializaremos los medios de producción" "por una dictadura delproletariado que aniquile las camarillas  democratistas de la burocraciaaaaaa" y cosas así. Sí, ya sé, es groso lo mío. De nada.

4 comentarios:

  1. Che carrasco, malísima la entrevista entre Bárbaro, ex comfer durante tantos años funcional a Clarín, tener que escucharlo decir las barbaridades sobre la nueva ley y las carreras de comunicación que dice y Levinas! un tipo mas o menos como los francotiradores de proyecto surf...y vos sacando chapa de groso analista que ves lo estructural y compartís la Opinión del impresentable de Barbaro, todo muy flojo....

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  2. ...y bue, no todos tenemos tu capacidad!

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  3. En una parte del argumento coincido: la ley no modifica la relación de fuerzas, y por eso Clarín puede seguir sin cumplirla.

    Pero la ley sí modifica algo: señala. Es una excusa para poder decir por qué Clarín es el principal rival. Es poco, pero es.

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