Eramos estudiantes universitarios en la década del 60. Vivíamos en los "cien barrios porteños" de la Capital Federal. Nuestros padres no eran profesionales ni fueron obreros ni empleados agremiados o sindicalizados. Muchos eran inmigrantes de primera o segunda generación. Eran comerciantes minoristas o de oficios varios, por cuenta propia, cosa que era muy sencilla de hacer en esa época. Casi todos los locales de comercio tenían vivienda, y cualquiera se ponía un comercio con facilidad. En todos los barrios había, en cada manzana un almacén de gallego, o más de uno. Lo mismo la verdulería del tano. Y en la Avenida principal estaban las tiendas de ropa, mercería, casa de fotografía, tintorería, librería y juguetería, zapatería, y estaban las panaderías con horno propio, una cada dos cuadras o tres, donde se horneaba todos los días gran cantidad de pan y facturas, y los domingos también horneaban una bandeja que las señoras llevaban con un pollo con papas o asado de carne para cocinar, y la llevaban caliente a su casa. Todo estaba cerca, porque había miles y miles de pequeños comercios distribuídos por los barrios de toda la ciudad. Ahí estaban nuestros padres, y en las viviendas que seguían al local, estábamos nosotros, medio apretados, la verdad.
Los profesionales del barrio eran de otra raigambre, se les tenía un gran respeto, porque eran doctores. Farmacias y consultorios médicos de todas las especialidades había en todos los barrios. Los consultorios particulares estaban llenos de pacientes que pagaban la consulta, y los médicos del barrio venían a las casas a visitar a los enfermos, en cualquier hora del día o de la noche. Los compañeros de la facultad con padres profesionales, que habían sido universitarios durante el peronismo, es muy probable que hayan sido gorilas, y socios de la "Libertadora" en el 55, pero los hijos no lo andaban contando.
Nuestra cuna no era ni peronista ni gorila. Si teníamos alguna influencia paterna en la ideología, seguro que era de izquierda, viniendo ellos de Europa y siendo gente humilde. Si hago una lista con todos los vecinos que vivían en mi cuadra cortita de Córdoba al 6500, en la desembocadura sobre Federico Lacroze, de una esquina a la otra, en los años posteriores al 55, puedo dar un muestreo del origen paterno de los estudiantes universitarios que había en mi cuadra.
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¡Que bien que escribe esta mina!
ResponderBorrarSeguramente Eva haría un mucho mejor papel inaugurando la Feria del Libro que el gorilón de Vargas Llosa