Testimoniales

El traslado mecánico de la lógica comunicacional a la política hace estragos. No sucede esto solamente en la oposición, pero en la oposición se muestra, este fallido, de manera más clara.
Si se afina la sintonía, la apocalíptica Carrió, corrida unos 10 centímetros del eje de la tierra, no dejó que desde las empresas periodísticas concentradas le marcaran la cancha. Sigue, como candidata, en pie.
El Hijo De alfonsín hace los deberes, pero negocia, clama por su propio espacio. Intenta manejar sus tiempos. Sus tiempos incluyen rutinas de bajo encendido y poca excitación para las rutinas mediáticas, como las internas, los congresos partidarios, la búsqueda, detrás de los focos, de acuerdos. Sigue en pie. Armando el frente progresista que disputa el favor -con Carrió- de la dirigencia más reaccionaria de la argentina.  Le va bastante bien. Hasta la deslucida Mesa de Enlace y la cúpula de la iglesia católica hacen cola para ingresar al frente progresista. Si alguien tiene alguna objeción, ahí está Margarita Stolbizer. La señora de los aparatos y la ampulosidad, que se pasó de la raya marcando límites. Faltan 15 minutos para que El Hijo De alfonsín junto a Macri y De Narváez diga que "mi límite es la señora Stolbizer".
Lejos de aclararse el tablero electoral, la derecha -progresista- se deshilacha en mezquindades y oportunismos. Sin embargo, la lección flota. Hacer un seguidismo corporativo sin matices -como Cobos, Sanz y en general toda la cúpula del radicalismo-  ya no rinde. El Hijo De alfonsín, al lado de Clarín, al lado de Techint, al lado de la Sociedad Rural, las juega de progresista. No es el libreto que le escribieron. Pero juega la carta de ser, para las corporaciones, la carta más fiable. O bien, la única carta que le queda.
No le están saliendo nada mal las cosas.
Teniendo en cuenta que El Hijo De alfonsín no quiere tanto ser presidente. Bah, hasta sería presidente al solo efecto de conseguir su objetivo de máxima, el más preciado, el Gran Objetivo: ser candidato a presidente.