martes, mayo 10, 2011

Cosas

Saldría más barato instalar, ponele en el barrio de Caballito, una oficina de "Temas sobre los que no sé un pomo pero soy sensible y presto a indignarme: oficina de atención ciudadana". Hay quienes, apenas, ven la realidad lejana geográficamente con el prisma lejano -temporalmente- de la frustración estudiantil. Cuando se recibieron de contador o ingeniero hidráulico sin garcharse ninguna que valga la pena.
Ojo, en los años 90, las causas de las que yo no sabía un carajo pero encendían ese indignacionismo entusiasta de la pastoral progresista, quedaban lo suficientemente lejos como para sostener cualquier boludez. El subcomandante Marcos, por ejemplo, era una casilla de mail. O una banda de rock donde todos -asambleariamente- tocaban los mismos acordes. Sin que nadie se vaya, por encima del resto, en agudos. Sosteníamos que el problema del Frepaso, luego trasladable a la Alianza, radicaba en que no buscaban el socialismo. No estábamos, generacionalmente, los pocos que construimos esa familia cultural de poco vuelo, a favor, por ejemplo, de la despenalización de la marihuana. En ese sentido, los jóvenes que eran como yo en los años 90 no éramos tan pelotudos: todo estaba despolitizadamente penalizado, reinaba el libre mercado. De las penas y sus penalidades. La técnica de la diferenciación podía llevarnos al carajo. A las trompadas semánticas con cuestiones doctrinarias, lamentablemente -hay que decirlo- delirantes. Ser joven, en los años 90, era la única totalidad posible. Fugaz y pasajera, más tirando a pajera, como corresponde a todo joven que se precie de tal.
A veces me dan discretamente envidia estos jóvenes que no abrazan el delirio ideológico, astutamente trasladable -nuestro socialismo real de los años 90- a geografías imposibles. Sino a la realidad concreta. Que debemos a la epistemología.
Los que arrastramos la soberbia de la semiótica no creemos que la realidad efectiva venga transparente y sumisa, como verdad en mayúsculas, cuya aparición estelar resolvería todos los entuertos.
Hoy se trasladan a geografías más cercanas -en el telúrico San Juan, en el misterioso Formosa, en la jeringosa periglaciar, en el dantesco conurbano- esos atajos de la realidad efectiva.
No hay mucha rebeldía ahí.
Pero la culpa es de quienes no pudimos, no supimos, no quisimos postular las falencias estructurales del mapa jurídico nacional, quienes renunciamos a pensar el país, como totalidad. Para andar perdidos en los pasillos de la izquierda y la derecha, lo nuevo y lo viejo, el peronismo y el progresismo, el juego de ver quién es el que la tiene más larga.

2 comentarios:

  1. pues postulemos esas falencias estructurales de ahora en más!!! acá la nostalgia no cabe... hay hoja en blanco o no? si no hay, seguimos -con esperanza- pero estaremos sienpre igual de cagadxs. y en un momento la esperanza se va a ir a la mierda, porque se cansa de comer siempre lo mismo, se aburre, sobretodo la de los que "arrastramos la soberbia de la semiótica". el año que viene, pasada la euforia, nos va a pedir más, otra cosa. los ojos van a seguir abiertos, las palabras no van a poder dejar de ser dichas. y "pensar el pais en su totalidad" nos va a tocar la cabeza como la gota a la piedra. y ahora hay paño pa pedir. no se si me fui al carajo, pero el último pñarrafo no puede ser una verdad en mayúsculas, tenemos la obligacion de hacer y decir lo que antes (en los 90 tmb) hacíamos y decíamos pero no había a quien. digo yo.
    abrazo.

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  2. Te agradezco este comentario, Lucas. Contribuye a llenar un hueco que tengo en mi comprensión de las cosas. Esta situación me resultaba ajena por razones de eedad y de distancia.
    Eddie

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