Esteban Schmidt decía, ayer, en una entrevista que nos hicieron en el programa La Otra, algo más o menos así: "termina esta joda de la soja y todo se va a la mierda". Puede esto entenderse como una eventual caída de los precios internacionales de las materias primas que exportamos, un brusco giro de los términos de intercambio, demolería la actual situación económica argentina. Pasaron la peor crisis financiera durante 2008, 09 y 10; pasaron los agoreros del viento de cola, los que acentúan el carácter mágico de la economía -no gobernable por la sospechosa política- y etcétera, pero aún así, tras el fallido intento de trasladar mayor renta extraordinaria de la soja a la industria -impedido por el conservadurismo primitivo que condujo la Mesa de Enlace- las preocupaciones sobre la competitividad de la industria, esto es, por la tasa de creación de empleo, son legítimas y crecientes.
Un debate en torno a la inflación, la inversión y los salarios baila alrededor del precio del dólar. Nadie es inocente en este baile, y las ecuaciones matemáticas globalizadas son tan estratégicas como las alianzas económicas que se tejan y la política capaz de sustentarlas.
En una aproximación a este debate áspero, Abel Fernández escribe:
¿Se sostiene el modelo?Es la pregunta fundamental de nuestra realidad actual. Más allá que el reciente “veranito” de consumo la mostró lejana de las preocupaciones inmediatas; y también más allá del esfuerzo de los grupos mediáticos opositores para fomentar la inquietud, sigue ahí en la cabeza de la mayoría de los argentinos. Lo garantiza nuestra historia de 50 años de auges de consumo (para los afortunados) y después crisis (para casi todos): las medidas económicas que aplica el gobierno y que llama “el modelo” ¿pueden mantener una razonable estabilidad – digamos, la que tenemos ahora – por mucho tiempo?Y sigue acá.
Los militantes K más fervientes rechazan la sola idea que puede haber límites objetivos que no surjan de la codicia o la maldad de sus enemigos; los que odiaban a Néstor Kirchner y odian a Cristina (la otra “minoría intensa”) se aferran a la convicción, sin pedir ni aceptar argumentos, que “esto no dura” y terminará con un estallido.
No estoy en ninguna de esas dos categorías, y si planteo este tema, apenas terminadas las elecciones en La Rioja y en Chubut, en plena campaña por los premios mayores, es porque estoy convencido que está en el interés de casi todos que la respuesta sea Sí, se sostiene. Y como no estoy seguro, quiero discutir los argumentos con ustedes. Ojo: Este no es un trabajo técnico. No tengo el tiempo ni las herramientas teóricas que se necesitarían. Pero espero que sirva para que más de nosotros pensemos en el asunto.
Esteban Schmidt, tiene razón, lo importante no pasa por si el "modelo" (ojala supiera que es?)depende o no de la soja, sino por aprovechar ese viento de cola para hacer más.
ResponderBorrarHacia ahí iba la 125, corazón.
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