El Plan de operaciones, corazón.

A Mariano Moreno se le adjudica -hoy, creo que ay cierto consenso historiográfico en darlo por cierto- como autor un Plan de Operaciones para que el cacerolazo por Fernando Séptimo parezca una revolución. El Pland e Operaciones es vital, en el sentido vital del término, para la teoría de la máscara: el cacerolazo pro Fernando Séptimo de los propietarios porteños e importadores estancieros, fue, aunque nada lo indique, una revolución. Más aún, en los últimos años, hasta una revolución independentista. Ponele que sí.
Claro que el Manual de Operaciones nunca fue ejecutado, entre otras cosas, porque carecía de un sujeto social desde el cual llevarlo a cabo.
O toda la sociología -incipiente en aquellos años, donde se gestaba el clima en que se desarrollaría el marxismo y el anarquismo materialista- está equivocada o para una revolución hace falta un sujeto social. Lo que queda, sino, es una especie de caricatura grandilocuente, un programa de gobierno, ponele, de Vilma Ripoll; que luego en los hechos constantes y sonantes se manifiesta con la Sociedad Rural, el provincialismo histérico de Solanas, Clarín y Techint. Todo, por supuesto, con mucho amor. Del más mejor.
Así, sin un sujeto social capaz de encarnar una alternativa, se desenvuelve el Plan de Operaciones de las corporaciones. Grititos de Solanas contra los sanjuaninos y una propuestota de podar árboles en Caballito, un giro a la derecha del Hijo de alfonsín que se vuelve más trompo todavía, una denuncial descomunal de López Murphi, un guiño de ojos de Carrió, TNmbaum jugando a que está enojado, Lanata que chilla, Fontevechia que explora las cloacas existenciales de su propia miseria, cosas así, sin un hilo de unidad que no sea hacer mierda el gobierno.
Es mucho compararlo con la talla histórica de Mariano Moreno, ya sé. Y con el Plan de Operaciones. Sólo vale la figura retórica, la búsqueda, como piezas de un rompecabezas deshabitado, de llenar el vacío de la teoría de la máscara. De que el kirchnerismo es una impostura.
La grandilocuencia, el tirar sin ton ni son, la ceguera. La falta, por ahora, de eficacia. Por la mera ausencia de un sujeto social.
No pasa mucho, corazón. Aunque parezca que sí, no pasa nada, corazón.
Hasta Margarita Stolbizer sigue siendo progresista.
Buenas noches.