miércoles, junio 01, 2011

La cultura y el kirchnerismo 2




1) ¿Hay algo específico que en la cultura haya provocado el kirchnerismo? 
2) ¿Qué cosas perdurarán -si hubiera algo- como marca de época en el plano de la cultura? 
3) ¿Cuáles son las manifestaciones más novedosas en la cultura durante este proceso? 

Respuesta de Nicolás Wiñazky:
1) La revalorización de la política. Se podría decir que es Kirchner, y no Duhalde, el presidente que vino después del crack del 2001. Y acá estamos, discutiendo la reelección, mientras la economía va, y aunque no haya verdadero desarrollo y se vea que el Gabinete, inclusive los K, se enriquecieron mucho durante sus años en la función pública.
Me parece que desde arriba, desde el poder, se creó además una fuerza centrífuga muy dañina para todos. Es la manera binaria, rudimentaria y berreta en la que el poder político ve y trata a los diferentes actores sociales: si estás conmigo, todo; si sos crítico, nada, el castigo grosso y la descalificación.
2) No sé cuánto ni como perdurarán, pero creo que lo harán la revalorización de la política de la que ya hablé, el impulso a las políticas de derechos humanos, la discusión sobre el rol de los medios (acá hago un aparte y digo: Kirchner no buscó nunca, nunca, el buen periodismo, sino que no se lo critique), el matrimonio igualitario, y también ese modo del poder con el que se descalifica al que piensa distinto.
3) La cultura propiamente dicha me parece uno de los puntos más débiles del kirchnerismo. ¿Qué se generó de nuevo con estética e identidad propia en todos estos años? Difícil. Pongo un ejemplo y es sin mala leche: salvo el número de Fuerza Bruta, la esencia de los festejos del Bicentenario (la gran manifestación popular de los últimos años) fue realmente algo muy poco novedoso, es más, casi que se podría haber hecho lo mismo en el Centenario: recitales, desfiles y una serie de stands de cada provincia.

Respuesta de Federico Vázquez:
1) La palabra clave creo que es debate. La puesta en discusión de emblemas culturales que la argentina pos Menem había solidificado. El lugar de los medios como los productores de una cultura (política, artística, etc.) aparece como central, al menos en los últimos años desde el conflicto abierto con Clarín. Ahora, al mismo tiempo el kirchnerismo no es sólo ruptura de todo eso, sino que también amplificó elementos de la cultura argentina que se venían desarrollando desde el comienzo del ciclo democrático. En ese sentido, se podría entender a los derechos humanos –más allá de sus componentes políticos más estrictos- como parte de ese conjunto de “valores” y por lo tanto pertenecientes al ámbito socio cultural, como algo que el kirchnerismo eleva a la categoría de cultura de Estado. La argentina viene peleándose con la frase “los argentinos somos derechos y humanos”, pero lo que era una frase cínica durante la dictadura es reconvertida durante este momento histórico en una frase pronunciable con orgullo.

Ahora, si “cultura” la circunscribimos al ámbito intelectual, de producción de contenidos culturales, de consumo artístico, etc., el panorama es más complejo. En ese sentido el kirchnerismo parece haber retomado algunos elementos germinados en la primavera alfonsinista (el cancionero de Teresa Parodi y Víctor Heredia, la comunidad de actores, etc.) y reivindicados en una clave más nac and pop. Es, tal vez, lo menos estimulante, por dos cuestiones. Por un lado porque resulta menos creativo y solidifica una casta artística que, en términos de producción, ya tuvo su mejor momento. Y en segundo lugar, porque contiene un guiño de antimenemismo de elite, de “yo no lo voté”, que no puede ni busca representar a un sector más amplio y renovado. Tal vez el mejor horizonte sea no tanto el reemplazo de esa vieja guardia cultural, como sí la diversificación de las referencias artísticas e intelectuales que den mejor cuenta de la amplitud social del kirchnerismo.

2) En relación con la política pública la apuesta concreta de Canal Encuentro aparece como el mascarón de proa más interesante, como una plataforma desde la cual plantear algunas líneas culturales y simbólicas renovadoras. En términos más generales si se consolida el acceso masivo a fuentes de información y comunicación, como la TDT, también se va a lograr un avance que difícilmente pueda ser revertido, al menos sin un costo político alto.

3)
No sé si hay todavía un emergente cultural muy claro de la época. Tal vez el color de estos años tenga que ver con el entrecruzamiento de los ámbitos culturales e intelectuales con la política. Esa puede ser la manifestación más particular. A diferencia de otros tiempos donde la “cultura” aparecía como un refugio, como una trinchera de resistencia ante el embate que desde afuera asomaba como amenazador, hoy las manifestaciones culturales se ven obligadas a responder en un sentido político, de posicionamiento respecto a los cambios y debates sociales que estamos teniendo. 

Respuesta de Blanca Osuna:
1) El movimiento nacional que hoy se expresa en el kirchnerismo ha realizado en los últimos años cambios profundos en el orden político, económico y social en nuestro país. No hubiera habido chance para llevar adelante dichos cambios si simultáneamente no  hubieran sido acompañados por un proceso de cambio cultural también intenso.
El grado de conciencia de nuestro Pueblo, el debate con “los sentidos comunes” naturalizados en décadas pasadas es sin dudas producto de este cambio cultural, y la condición necesaria para los otros cambios de orden social, económico y político.
Voy a tomar un solo ejemplo: la revalorización del papel del Estado, el protagonismo recuperado y todas las transformaciones que eso hizo posible (reestatización de los fondos jubilatorios, asignación universal, Ley de Medios, etc.) se han podido concretar porque fueron acompañados por esa toma de conciencia –que es cultural- en las grandes mayorías populares, por reconocerlo como valor colectivo y estar entonces dispuesto a defenderlo.
2) Un cambio de época lo marca el acontecimiento que produce Néstor al ordenar bajar el cuadro de Videla del Colegio Militar. Es un símbolo único que impone sentido. La política de derechos humanos fue el inicio del proceso de volver a creer en Estado como garante de derechos. Junto con ella, la decisión de no reprimir las manifestaciones sociales. El Estado dejaba de ser el reproductor de las desigualdades, inequidades y represiones, y se proponía ser garante de derechos.
Con esto está relacionada la posición del Estado sobre las decisiones de política interna y soberanía económica, o cómo tendríamos que entender el rechazo al ALCA que se produce en nuestro país durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005, donde se termina con la alineación a la política exterior pro norteamericana y a las políticas del FMI. Son estos hechos simbólicos los que cimientan las bases de la nueva concepción del Estado.
También tiene que ver con esto la Ley de Servicios de Servicios Audiovisuales, el gobierno se propone terminar con los intereses corporativos, con la mirada única y el sentido único impuesto desde los monopolios. Nos propone la mirada crítica respecto a los intereses monopólicos que manejan buena parte de los medios de comunicación. Es esa alerta la que va a durar, podrán dilatar la aplicación de la Ley pero seguro nunca más van a lograr que el pueblo tenga frente a esos medios una mirada ingenua, porque la conciencia crítica sobre sus intenciones forma parte ya del patrimonio cultural de ese pueblo.
No tengo dudas de que muchas de estas cosas van a perdurar, justamente porque no son imposiciones o posturas ocasionales de un gobierno, sino porque se corresponden con cambios culturales, que están en la “cabeza” de cada uno de nosotros, si queremos expresarlo en términos sencillos.
3) Son muchas, y ya he mencionado varias en las respuestas anteriores. Pero quiero destacar otras que también son muy importantes. Una es sin dudas el respeto por la pluralidad, el darle valor a la diferencia, reconocerla y respetarla, en todos los órdenes de la vida. Vivimos hoy en una sociedad más plural, más respetuosa y por tanto más inclusiva: esta apertura se observa en la vida cotidiana, en las manifestaciones del arte, en el acceso a los derechos, etc., e incluso en las formas de pelear por ellos.
Y ahí tenemos otro rasgo valioso: se han diversificado, enriquecido y mejorado las formas de organización y participación en la política, porque compartimos el valor (que es cultural) del derecho a esa participación, a ser protagonistas, y ese valor alcanza a todos los grupos y sectores sociales
La activa participación de los jóvenes es un buen ejemplo de ello, una  participación que sorprende a muchos desprevenidos, que no se explican lo que está sucediendo, que se sorprenden por ver cantidades y cantidades de jóvenes movilizados, organizados y politizados.
Esto sucede no porque el kirchnerismo fue “en busca de los jóvenes”. Al contrario: son los jóvenes los que han visto y valorado sus políticas, se han identificado con ellas y han tomado la decisión de acompañarlas y profundizarlas.
Del mismo modo, las expresiones y manifestaciones en torno a los festejos del Bicentenario y otros, han sido un canal emergente de múltiples procesos sociales que dieron lugar al resurgimiento -por identificarlo de alguna manera- de un sentir patriótico recuperado.
Creo que todo ello configura la  transformación cultural más formidable y profunda a la que una nación puede aspirar: tener un  proyecto común que nos reúne a todos (jóvenes, viejos, trabajadores, empresarios, políticos, mujeres, varones, nativos, inmigrantes, gringos, chacareros, científicos, etc.) en la construcción de su grandeza y la felicidad de su pueblo.  

Respuesta de Julia Mengolini:
1) Primero: entendiendo a la cultura como un cosa mucho más amplia y compleja que ese rinconcito del pelotudo de Quiroga, como algo más que libros de cuentistas rusos o películas de cine independiente que pasa Alan Pauls en I-sat, entendiendo a la cultura como todo aquello que conforma los intereses, las preocupaciones, los anhelos y felicidades del pueblo, es decir, el sentido común, la hegemonía, el relato, la sonrisa, los valores colectivos, blableta, aclarado esto, podemos empezar. Y si de eso hablamos el kirchnerismo ha provocado una revolución que básicamente se trata de que hoy comprendo que no soy del todo libre a la hora de pensarme a mí misma ni a mi propio contexto, que todo en lo que alguna vez había creído puede ser puesto en cuestión porque todo pensamiento es producto de un andamiaje de factores culturales que terminan en mi cabeza y esa ecuación da como resultado unas determinadas ideas que no son mías. Ahora bien, en la medida que tomes conciencia de todo eso, las ideas las empezás a procesar de otra manera y ahora sí, creo, pasan a ser un poco más tuyas, porque no las tomás como vienen, las agarrás, las masticás, algo escupís, algo tragás, pero de eso sale algo más propio, mucho más pensado. El kirchnerismo instaló eso, una forma de pensar que genera una revolución tremenda en términos culturales. Y esa forma de pensar las cosas te da sentido crítico. Cuando pensás en la realidad, es cuando te dan ganas de intervenir en la realidad. Esa es la cultura de salir a la calle, de participar.
2) Esa nueva forma de pensar da lugar a una época en la que se empezaron a discutir cosas indiscutibles. Donde la discusión se puso buena y bastante más horizontal. Será recordada como la época en la que además de juzgarse a los militares se empezó a hablar de la complicidad civil, en la que los nietos fueron estrellas de rock, en la que se llenaron varias plazas con alegría, en la que vuelven a haber pendejos militando sin rabia, la época del Nestornauta, la de la primera presidenta mujer, la época de la genial guerra contra el sentido común de Clarín, una época de liberación de Clarín, en la que ni el tachero se animaba a hablar mal de los putos, ni repetía lo que leía sino que te tiraba las razones por las que se había escrito eso que leía, en la que las calles se llenaron de stencils pop con íconos nac & pop, la época de películas sobre los próceres hechas con mucha guita, mega producciones (como el cine debe ser) y las salas se llenaban, en la que está en la cabeza de todo el mundo que el Estado es exigible y no un elefante tonto, en la que se discute sobre la distribución de la renta, en la que la sanción de algunas leyes nos tuvieron esperando en la plaza con frío y atentos a cada parlamento porque habíamos participado de esas discusiones, es la época en la que Jorge Rial se puso a hablar de política, también es la época de 678 y el “Bailando por un sueño” y en la que todo el mundo está atento a cuándo Tinelli hace una declaración política... porque la política subyace siempre y en todas partes, hasta en el “Bailando por un sueño”. Somos cada vez más los que hablamos de política y los que nos empezamos a meter. Esa creo que es la marca de la época.
3) Si sigo escribiendo voy a derrapar del todo.

1 comentario:

  1. http://www.diarioregistrado.com/Sociedad-nota-49865-Marihuana-la-AARA-llama-a-votar-por-Eduardo-Duhalde.html

    El cambio cultural es que antes un pelotudo como este se sentaba a decir (obviamente) pelotudeces y la zafaba.

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