miércoles, julio 06, 2011
ah!
En esas novelas mansas que editaba el Séptimo Círculo ambientadas en los anglosajones años 20, los señores se sentaban en su escritorio a contestar cartas. Los señores de buen pasar, tenían como tarea, contestar cartas. Incluso, tenían secretarias para las cartas más inocuas.
Yo soñaba con ser un hombre así. Pero las cartas, se sabe, han muerto. Ahora se les llama facturas. Y sentarse a contestar el correo electrónico no tiene mucho glamuor. Entre otras cosas porque te llega al teléfono. No a mí, tengo un teléfono celular común y corriente. La hiperconectividad es mucho. Inevitable, pero a veces uno puede engañarse. Y un teléfono de línea que no se el número. Me llegan muchos mails por día. Casi todo es descartable. Correo no deseado. Y los que incluyen muchas direcciones de gente que no conozco, adiós, chau. Los que me quieren aportar datos re grosos sobre el funcionamiento del mundo, chau, también corazones. Suena a mal tipo, dicho así, secamente. Quizás sea así, nomás. Qué hay, qué pasa. El caso es que me siento, en un pequeño escritorio, con la computadora. Al lado, la ventana. La música que tapa el ruido de los autos. El mate, que se enfría. Un vaso de agua. El cenicero. Horas así. Tranquilo. Sacado. Emocionalmente furioso, un poco enamorado, capaz de tirar, contra la pared, algún Cd de mierda. Sin ganas de trabajar. Con un par de libros de consulta. Escribiendo boludeces. Contando los caracteres. lléndome al carajo. Repasando los diarios. Colgándome horas mansas a leer pelotudeces. Un cacho de esto, y de lo otro. Así. La tarde. Se hace noche. En Cancún pasa tal cosa. Las acciones denominadas clase B son las que. Un diccionario, grueso, de dos tomos, había en mi biblioteca infantil. Antes se compraba un buen diccionario y quedaba ahí por años. Por generaciones. Amarillo, con hojas rotas. Al lado de la biblia. Y los cuentos de Elige tu propia Aventura. Tuve que explicarle a Anabel el método para hacerse trampa. Y salir vivo de acá. Del monte everest. De un túnel loco. De los monstruos de la infancia, de una patrulla de espías. En las frías calles de Moscú. Me hacía trampa con los Elige tu propia aventura. Ya era, de chiquito, un chanta más o menos galante. Incluso, de chico, cuando a la noche no podía dormir, imaginaba cómo terminaba el espacio, el universo, ese lugar oscuro que debe tener un final. Ok. ¿Y qué hay después de que terminó el universo? Es imposible que no haya nada. Y seguía así. Pensando esas cosas. Sintiendo como una garra negra que en la oscuridad me acariciaba la frente. Como midiéndome la frente. Sospechando que podía volverme loco. Pero no me mandaba cagadas. Como en estas noches en que no puedo dormir. Ni escribía con dos dedos, desaforado, cosas que iban de un recuerdo a otro, flotando en algún lado, sin espacio,, del inconsciente. Colectivo. El largo viaje hasta llegar a la escuela. A educación física. Con el pantalón y la campera de gimnasia del mismo color. El profesor de primer año, pelado y con desagradables, muy desagradables bigotes y modales, nos hacía formar en fila. Resacas de tantos años de dictadura militar. Y nos decía. De los segundos, nadie se acuerda. Argentina ese año salió segunda en la copa del mundo. Hay que ser los mejores. Hay que ser el primero. Resacas de los noventa. La literatura beat, que asomaba. Ganadores. Ganadores. Ganadores. Toda esa presión. Entre pendejitos nacidos para perder. El portero que me toca el timbre. Riego, de camino, la azalea. Que está triste e inoportuna. Ahí en la mesita, donde está el teléfono. Que a veces suena. Que nunca atiendo. Y nada más. 20 horas. Mala idea sentarme a almorzar. Espero un rato y me voy a cenar, por ahí. A donde esté abierto. Aunque siempre voy al mismo lugar. Y hablo con el mozo. Que le importa un carajo conversar conmigo. Y a mí también. Hoy me voy a quedar callado. Y leer los diarios y alguna revista.
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Peor es leer las revistas "del corazón" en la sala de espera del ginecólgo ¡¡¡2 horas!!!
ResponderBorrarY una señora de al lado que se encariña con tu hija y le quiere dar de esos caramelos que vos le dijiste miles de veces que no puede comer sin saber por qué...
Por pura coherencia, creería...
Sergio Villone
http://indiepolitik.blogspot.com/
lucas no critiques al SEPTIMO CIRCULO que en novelas policiales fueron las mejores, ojo al piojo!!
ResponderBorrarnunca las critiqué, Maby
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