LA DAMA DEL LAGO
Lucas Carrasco
Luis Gabriel Chaqueñito Campero estaba atado a una silla y mientras uno lo ahorcaba, el otro le apuntó en la sien. Había un tercero, que le explicaba cómo estaban violando a sus dos hijos. Sucedió en la comisaría de Tartagal, Salta. El que le apuntaba no disparó. Lo esposaron y lo llevaron a un descampado, y tras cagarlo a patadas, le apuntaron de nuevo en la sien. El policía que le apuntaba, disparó. No tenía balas. Fue otro de los tantos simulacros de fusilamiento que soportó el Chaqueñito. Pero, tirado en el descampado, creyó que ése sí era verdad. Y hasta pensó con alivio que era mejor que lo maten ahí.
Ana García tiene 15 años y estaba en la misma comisaría, muy golpeada. Antes de que un policía con pinta de decidido la viole, confesó que Mariela Amayo, de 20 años, había descuartizado a Evangelina Pisco.
Escuchaba los llantos de Rebeca Andrada, de 16 años, que estaba siendo torturada por policías en la habitación de al lado.
Mariela se había arrodillado pidiéndole a los policías que le dejaran de pegar. Le respondieron con otra patada en la cara. Después la esposaron y la ahorcaron, soltándola antes de que pierda el conocimiento. Al borde de la asfixia, la Mataca, confesó el asesinato de Evangelina. Ni a los policías ni al juez Nelson Aramayo les sorprendió: estos indios de mierda son de comerse entre ellos.
Así se trata, lo sabe el juez, a los pertenecientes a la comunicad Wichi de Tartagal.
El caso estaba resuelto. Aunque no encontraran las partes del cuerpo de Evangelina, a sólo dos días, tenían ya prácticamente cerrado el caso. Bien por la policía y el juez.
Hubo un problema. Apareció el cuerpo de la otra india. Evangelina Pisco, la adolescente de 16 años, tuvo la mala idea de aparecer muerta en un pozo de la empresa Aguas del Norte, cerca de la bailanta El Gigante, donde la víctima y los criminales fueron a bailar el sábado 1 de mayo. La canción de Los Palmeras, El Bombón Asesino, fue lo último que escuchó. Hubo otro inconveniente más: la autopsia demostró que la chica no fue asesinada. Salió de la bailanta y cortó camino, para volver a su casa, por un descampado. Se cayó en el pozo de Aguas del Norte, porque las lluvias hicieron un embudo alrededor del pozo de registro que, como está cerca de la indiada, la empresa no tapó ni señalizó como corresponde.
No hubo crimen. No hubo asesinato, ni descuartizamiento. Los Wichis no se comieron entre ellos. El jefe de Policía, Humberto Argañaraz, fue corriendo a entrevistarse con el cacique Indalecio Calerno, para que no hablara. El cacique, preso de la impotencia, lo mandó, respetuosamente, a la mierda.
Y Mariela habló: contó que cuando salía de la bailanta vio en el matorral a Evangelina que cortaba camino para volver a su casa, y se cayó. “No sé por qué me quedé mirándola, cuando de pronto vi que desapareció en el pozo. Corrí hacia el pozo y comencé a gritar ‘mi prima se cayó aquí, adentro, yo la vi’”. “Otra gente se acercó, pero no veíamos nada, estaba muy oscuro. Me fui corriendo hasta la casa de mi tío Eduardo (Eduardo Pisco, el cacique de la misión chorote, que queda a unos 500 metros del lugar). Volvimos y yo le decía que la había visto caer, estaba segura”.
La detuvieron y la torturaron durante dos días. Evangelina murió de asfixia con los líquidos cloacales. Se podría haber salvado. Fue velada el viernes 7 en el cementerio aborigen de la comunidad Lapacho 1. Tenía 16 años, seguramente también tenía los sueños, los miedos, las ilusiones que tienen todos los adolescentes.
Sucedió en el mes del Bicentenario. Quién sabe si los Wichis le dan mucha bola al Bicentenario. El jefe de policía anunció que va a iniciar una investigación con Asuntos Internos, una joda. El juez se hace el boludo. Los torturadores tienen la impunidad garantizada.
Ana García tiene 15 años y estaba en la misma comisaría, muy golpeada. Antes de que un policía con pinta de decidido la viole, confesó que Mariela Amayo, de 20 años, había descuartizado a Evangelina Pisco.
Escuchaba los llantos de Rebeca Andrada, de 16 años, que estaba siendo torturada por policías en la habitación de al lado.
Mariela se había arrodillado pidiéndole a los policías que le dejaran de pegar. Le respondieron con otra patada en la cara. Después la esposaron y la ahorcaron, soltándola antes de que pierda el conocimiento. Al borde de la asfixia, la Mataca, confesó el asesinato de Evangelina. Ni a los policías ni al juez Nelson Aramayo les sorprendió: estos indios de mierda son de comerse entre ellos.
Así se trata, lo sabe el juez, a los pertenecientes a la comunicad Wichi de Tartagal.
El caso estaba resuelto. Aunque no encontraran las partes del cuerpo de Evangelina, a sólo dos días, tenían ya prácticamente cerrado el caso. Bien por la policía y el juez.
Hubo un problema. Apareció el cuerpo de la otra india. Evangelina Pisco, la adolescente de 16 años, tuvo la mala idea de aparecer muerta en un pozo de la empresa Aguas del Norte, cerca de la bailanta El Gigante, donde la víctima y los criminales fueron a bailar el sábado 1 de mayo. La canción de Los Palmeras, El Bombón Asesino, fue lo último que escuchó. Hubo otro inconveniente más: la autopsia demostró que la chica no fue asesinada. Salió de la bailanta y cortó camino, para volver a su casa, por un descampado. Se cayó en el pozo de Aguas del Norte, porque las lluvias hicieron un embudo alrededor del pozo de registro que, como está cerca de la indiada, la empresa no tapó ni señalizó como corresponde.
No hubo crimen. No hubo asesinato, ni descuartizamiento. Los Wichis no se comieron entre ellos. El jefe de Policía, Humberto Argañaraz, fue corriendo a entrevistarse con el cacique Indalecio Calerno, para que no hablara. El cacique, preso de la impotencia, lo mandó, respetuosamente, a la mierda.
Y Mariela habló: contó que cuando salía de la bailanta vio en el matorral a Evangelina que cortaba camino para volver a su casa, y se cayó. “No sé por qué me quedé mirándola, cuando de pronto vi que desapareció en el pozo. Corrí hacia el pozo y comencé a gritar ‘mi prima se cayó aquí, adentro, yo la vi’”. “Otra gente se acercó, pero no veíamos nada, estaba muy oscuro. Me fui corriendo hasta la casa de mi tío Eduardo (Eduardo Pisco, el cacique de la misión chorote, que queda a unos 500 metros del lugar). Volvimos y yo le decía que la había visto caer, estaba segura”.
La detuvieron y la torturaron durante dos días. Evangelina murió de asfixia con los líquidos cloacales. Se podría haber salvado. Fue velada el viernes 7 en el cementerio aborigen de la comunidad Lapacho 1. Tenía 16 años, seguramente también tenía los sueños, los miedos, las ilusiones que tienen todos los adolescentes.
Sucedió en el mes del Bicentenario. Quién sabe si los Wichis le dan mucha bola al Bicentenario. El jefe de policía anunció que va a iniciar una investigación con Asuntos Internos, una joda. El juez se hace el boludo. Los torturadores tienen la impunidad garantizada.
Publicado, hace un tiempo, acá.
Estimado Lucas Soy alumna de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes. Dentro de la materia Literatura y Sociedad Latinoamericana estamos viendo un artículo escrito por vos La dama del lago del 2010, publicado por vos en Miradas al Sur, sobre la muerte de una adolescente Wichi y las acusaciones a su prima porque se la caracterizó como caníbal, por ser Wichi. Te molesto porque nos intriga cómo llegó a vos esta historia, tus fuentes, o de dónde levantáste la noticia, ya que en pleno bicentenario, a favor o en contra, todo tenía otra óptica en los relatos periodísticos. Nos gustaría, si pudieras y tenés tiempo contarnos esto y cómo llegaste a armar dicho relato. Igual muchas gracias por leer este mensaje Atte. |
El mail que pegué- no puse el nombre, no da- es un ejemplo de algo que nunca logro entender. Porque me suelen llegar pedidos, amables, de estudiantes de periodismo, en esa dirección, por tal o cual nota. Ojo, contrariando mi habitual malhumor, contesté amablemente:
"Hola, Claudia. Mirá, la verdad es que...si estás estudiando Comunicación, sabrás que uno profesionalmente no cuenta sus fuentes. Tampoco es que sean secretas. Ni un gran trabajo de investigación. Igualmente, está documentado, publicado, además de eso ahí, en otros diarios (de Salta) de tendencias ideológicas antagónicas. No me dan ganas de buscar de nuevo. Vos podés hacerlo, si te interesa. Y después hice algunas llamadas por teléfono. Siempre estuve en mi casa de Santa Fe, la nota se publicó en Buenos Aires y trataba sobre Salta. Cualquiera desde su casa, puede reconstruir los hechos.No es el punto. La respuesta. Es intrigante la pregunta. Entre otras cosas, por lo que se supone -quiero imaginar- que se espera que uno conteste. ¿Qué?
No es tan complicado, se lee lo que hay sobre el tema, hacés un par de llamadas si falta complementar y listo.
Saludos."
Uno puede hacerse el héroe -ay, está lleno de esos- el amenazado, la víctima, el jugado, el arriesgado, el hombre de gabán y sofisticada pluma. Ponele. Pero, seriamente, la cosa es bastante simple: los datos de una nota cualquiera, hoy día, están mayormente a la vista de todos. O al alcance de todos. Lo importante es el enfoque, el clima, la adjetivación, los acentos. Lo que uno quiere transmitir. En este caso, más que perplejidad, crueldad, bronca, algo de cinismo. Una mirada sobre el mundo y lo social. Un compromiso. Tampoco es para tanto, ya sé.
En una charla, hace poco, para estudiantes de Comunicación, que tenían que hacer un trabajo con una cosa que yo escribí en este blog hace por lo menos dos años, una cosa tristísima, íntima, decadente, que me da verguenza, también entre las preguntas estaba esa curiosidad: ¿dónde está el secreto? Yo chamuyaba. Ni me acordaba de lo que escribí, sí del contexto. Y daba vueltas. Hasta que me cansé.
-Mirá, pibe, estaba completamente borracho y me da verguenza releer eso. Pero no hay ningún secreto, ni siquiera es bueno. Nunca hay secretos. Ni saberes muy difíciles. Ni nada inalcanzable.
Hubo caras, no sé. Cuando yo tenía 19 años y estudiaba Comunicación (qué pésimo estudiante era. De hecho, duré poco en esas aulas) tenía un entusiasmo. Sabía que no había grandes secretos.Ni mecanismos complejos, ni reglas de oro. Para nada. Igual, tenía entusiasmo, miedo, verguenza, esperanzas. Las cosas de la edad. Con el tiempo, no se te pasan. Pero uno posa de que sí. Para sentir que el tiempo no se te va al pedo. Igual, el tiempo se te va al pedo.
Entonces, traté de ampliar:
-No hay en eso que leen ningún mérito, en todo caso, si uno no siente verguenza, rencor, si uno no se arrepiente de haber transmitido una vitalidad fragil, un secreto torpe, si uno no siente que pierde la magia, que se desnuda, si uno no está dispuesto a que se caguen de risa, a que te refuten, te ridiculicen, entonces, simplemente, no escribas. Todavía no estás preparado.
Gracias. Estoy dando los primeros pasos en periodismo de grafica y es lo que necesitaba escuchar. A veces te meten en la cabeza que tenes que ser borges o walsh y nunca te sentis lo suficientemente bueno. Es bueno saber que a otros les pasa lo mismo. Al fin gente real.
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