Según los órganos de la prensa militante -que lo hace por convicción y por plata- como Clarín y La Nación, el compañero Hugo Moyano está enojado, dado que, "solamente" es presidente del justicialismo en el mayor y decisivo distrito electoral, vicepresidente de la cáscara/máscara del justicialismo nacional, secretario general de la CGT y logró colar, apenas, a su hijo Facundo, de 26 años, como diputado nacional, además de algún que otro en Chubut y Mendoza (que conviene, para más tarde cobrarlos, no mencionar) todo lo cual, dicho en sentido amplio, perdería a los 5 minutos de acabarse el kirchnerismo.
También, según estos órganos partidarios de la AEA, el grueso del empresariado concentrado (ellos, digamos) están enojados por esa mojadita de oreja (en el radicalismo no pasa) de poner kirchneristas en las listas de kirchneristas, en vez de imitar el ejemplo republicano de los radicales que ponen extraños empresarios colombianos y menemistas oscuros en sus listas, o el Frente Amplio Progresista, que en vez de poner progresistas ponen empresarios rurales y gente del PSP y la derecha de la UCR que jugó con López Murphi.
Moyano, se espera, agite con el asunto de la inflación -real, concreto, tangible pero que, principalmente, no afecta tanto a los trabajadores con convenios colectivos de trabajo (perdón por mencionar una política de estado que hace a la calidad institucional, al fortalecimiento de la república y al sí que vilipendiado, en el caso de River, respeto por las instituciones, el diálogo y el consenso) como a los pobres estructurales que, junto con el amor, pusieron panaderías al lado de hipermercados y, ay, la cosa (vaya uno a saber por qué) no terminó funcionando, por suerte, hoy las políticas sociales no las aplican los cráneos de la economía social sino los payasos liberales de la Anses, como la universalización de las jubilaciones y la universalización de las asignaciones familiares- y es esperable, también, que la AEA pida un ajuste inflacionario capaz de pulverizar los salarios y licuar sus deudas y maximizar sus ganancias. Es lo que pide, junto al mucho amor, González Fraga y Hermes Binner, dos hombres, sí que progresistas. Dialógicamente consensuales piden, con ternura, mayor inflación. Pero sin mentir en el Indec, corazón, que la mentira es fea.
¿Por qué razón extraña se pretende instalar la inflación como eje de campaña, a la par que se pide inflación y que, los representantes de esa derecha real, encima, encarnan los más oscuros imaginarios inflacionarios, como Duhalde y El Hijo De alfonsín?
Cosas que no entiendo. Como casi todos. Los asuntos del corazón, son de difícil comprensión. Y por qué Duhalde o El Hijo De alfonsín vendrían a salvarnos de la inflación, tampoco.
Así estamos.
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