sábado, agosto 20, 2011

el Contador


A las tres de la mañana llegué al despacho de mi Contador.
La secretaria no me hizo esperar.
Fin de año, siempre lo mismo.
El impuesto provincial, las tasas municipales, hay cambios en el monotributo y te pasaste acá y eso.
Además, mirá. Miro los papeles. Mierda. A fin de año fiscal tenía que ser. Una boleta impaga con intereses. Acumula madrugadas. Y parece que el cuerpo, también, me pasa factura. Firmé un pagaré, ni me acordaba, a nombre del cansancio. Y un año más y pasan cada vez más rápidos y densos. No cumplí, tampoco este año, las previsiones.
Un montón de sueños están ahí: ¿los paso para el año que viene?, me pregunta el Contador, mientras saca del cajón la botella de wiski; no, le digo, dejalos.
Estoy podrido de acumular deudas.
Y me sirve a mí también un vaso y se queda callado.
 Parece que lo peor está por venir.
-¿Vas a hacer un balance?
-No.
La secretaria se despide del contador. Quedamos solos. Hay un porcentaje de vida como impuesto al consumo. No se paga, me explica, en todos los productos. En algunos, nomás, me dice, señalando el vaso. Ajá, miro la ventana, me saco el sombrero y lo tiro sobre el sofá. Me gustaría ser un tipo duro. No acariciarme el labio, por ejemplo.
-¿Puedo desgravar algo con la culpa?
 -No-me contesta, seco. Y ahora también lleva los ojos a la ventana, como evitando mirarme.
 -¿Llegó la factura?
-Sí. ¿Querés verla?
 -Mmm, no sé. ¿Cuánto me queda?
-No te lo dicen. Nunca te lo dicen. Es en cuotas, pero no te dicen cuando termina.
-¿Se puede eludir?
-Boludo, no. Lo único que no se puede eludir es la muerte.
Y deja el vaso. Y se levanta. Hay algo afuera, porque cambia la mirada. Y la luz de la calle le da en la frente.
-¿Este año vas a blanquear lo de...
-No.
Asiente.
Es un Contador raro: no le importa conservar clientes. Ni aconsejar nada.
Me estoy cansando, dejo también el vaso.
-¿Hay alguna moratoria?
-Nadie te perdona nada, siempre preguntás lo mismo. Si no querés, no pagues. Pero las cosas se acumulan. -Mierda, digo, a nadie, y cierro la puerta.

 Un segundo me dura el intento de reflexionar. Hay luces en la esquina, camino hasta ahí. Mañana se verá. Hoy no te fíes, mañana, mañana sí.

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