Panfleto de increíble violencia y rencor que apareció hoy como editorial del Diario La Nación. Qué locos los pone a estos reaccionarios no tener al ejército a su disposición, eh.
Editorial I
Con los ojos en la nuca
Al centrarse en el pasado y en la manipulación del relato, el Gobierno ha descuidado el presente y también el futuro
LA obsesión por el pasado que en forma permanente exhibe el gobierno nacional ha minado su energía y tiempo para afrontar múltiples desafíos presentes y venideros. Ha profundizado la desunión entre los argentinos e instalado una sensación de encierro y paralización, rencorosa, en lugar de la frescura que se percibiría en una sociedad reconciliada y abierta al mundo y a las oportunidades que brinda.
Al centrarse en el pasado, el Gobierno ha descuidado el presente y, acaso lo más importante, el futuro. Sin un plan estratégico pensado y consensuado, refractario al diálogo con aquellos que no responden a las consignas sectarias de la minúscula facción que busca dominar todo, el Gobierno va tomando sobre la marcha medidas aisladas, producto de impulsos espasmódicos y de la reacción visceral de sus integrantes más audaces.
En todos los terrenos se paga el precio de esa desmañada acción oficial. El capitalismo de amigos y el desaliento a ciertas exportaciones, la ley de medios audiovisuales y la estatización de los fondos de jubilación y pensión, tanto como aquella malhadada resolución 125 con la que se quiso poner al campo de rodillas, han apuntado a consolidar un proyecto de poder tan miope como carente de objetivos de largo plazo.
En esa atropellada marcha, los debates parlamentarios han sido la máscara legal a fin de cumplir alguna vez con las formas, pero han estado lejos de reflejar un espíritu de diálogo sincero.
Este mismo gobierno ha hecho uso y abuso de los decretos de necesidad y urgencia con los que se ha degradado, lisa y llanamente, la independencia de los poderes.
El oficialismo se ha dedicado especialmente, en cambio, a revisar lo que hicieron relevantes generaciones de argentinos. Como si se hubiera propuesto destruir, piedra por piedra, lo hecho por hombres de Estado con cuya grandeza no se atrevieron a competir los líderes originarios del movimiento político hoy en el poder.
Los festejos del Bicentenario de Mayo constituyeron una oportunidad inmejorable para exponer las metas que se propone el Estado argentino para los próximos años. Era ése el momento de hacer saber al mundo que la Argentina se proponía ser al fin un país previsible y no un país de políticas erráticas. Se dilapidó, sin embargo, la circunstancia excepcional que se nos ofrecía.
Los gobernantes prefirieron oponer la Argentina actual a la Argentina del Centenario cantada por Rubén Darío y Leopoldo Lugones, exaltada por doquier como numen inspirador de las vanguardias de su tiempo en América latina. Nada de lo que se sostuvo por esos días con la venia oficial fue verosímil. Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca fueron maltratados en la obcecación para exaltar una galería de patriotas latinoamericanos conformada con la inclusión de coloridas figuras cercanas a un supuesto arco popular.
La modificación del prólogo del libro Nunca más, elaborado por una comisión presidida por Ernesto Sabato en tiempos en que todavía se prolongaba con intensidad la gravitación militar en la esfera pública, fue un correlato cercano de aquella manipulación de la historia. Quienes no aceptaron que en ese trabajo se condenaran los procedimientos sanguinarios del terrorismo rechazaron, de igual manera, la lista de unos nueve mil desaparecidos que presentó aquella comisión sobre la base de las denuncias e investigaciones realizadas con seriedad. Como si no hubiera bastado la magnitud de ese horror para calificar la crueldad con la que desde el Estado se persiguió a los movimientos subversivos, se construyó en el aire una imaginaria nómina de 30.000 desaparecidos.
Finalmente, el culto a la personalidad de Néstor Kirchner, que avanza al mismo tiempo que se suprime el nombre de Julio Argentino Roca de distintos lugares públicos, no deja de ser otra manifestación de este afán por reescribir la historia sembrando divisiones.
Cómo podría prosperar en la Argentina un relato histórico manipulado sobre lo sucedido desde los albores de Mayo hasta nuestros días si se miente hasta el descaro con las estadísticas oficiales de la actualidad del país. Sólo quien no quiera registrar lo que está a la vista puede comprometerse con aquel discurso por más que se lo reitere hasta el hartazgo por los medios de comunicación adictos.
Con los ojos en la nuca, el Gobierno se ha privado, como era inevitable, del don de ver hacia adelante. Se trata de un fenómeno paradójico, porque esa pérdida no le reportó el milagro de ver mejor que todos hacia atrás. Por el contrario. Conocemos esa miopía retrospectiva por su inmensa incomprensión de un pasado que, por añadidura, ha sido tan luminoso como el Centenario pudo demostrarlo al mundo..
"Los gobernantes prefirieron oponer la Argentina actual a la Argentina del Centenario cantada por Rubén Darío y Leopoldo Lugones, exaltada por doquier como numen inspirador de las vanguardias de su tiempo en América latina."
ResponderBorrarEl centenario con Estado de sitio y el principal soporte cultural del primer golpe de Estado ("La hora de la espada", como le decía Lugones) Estos muchachos si que saben contar la historia de verdad.
Saludos.
esta nota me descompone más aún que cada momento en que recuerdo algo de aquello, y esta nota es de hoy y ahora. qué mierdas
ResponderBorrarEste Editorial de La Nación parece una joda escrita por Capusotto.
ResponderBorrarLa decadencia editorial de "La Tribuna de Doctrina" es tan patética, que en cualquier momento empiezan a competir con "Barcelona".
El Colo.
enfermos... (que malo es el romancero de don leogoldo lupones)
ResponderBorrarVe, es su culpa Carrasco, y ahora no me podré dormir. Me resultaba tan pero tan increíble que hubiera un editorial así, aún en La Nación, que aunque no está el link lo busqué. Y era real nomás. Por eso sé que no tengo que entrar en esos lugares, pero usté me acaba de cagar la noche.
ResponderBorrarY encima encuentro este cuento de terror que, si llego a dormirme, me traerá pesadillas.
http://www.lanacion.com.ar/1412101-eduardo-duhalde-de-banero-picaflor-a-politico-de-raza
Es increible.
Ladislao Fokas
Che, falta el tema de la lechería!
ResponderBorrar¡Calentitos los panchos! Como les atormenta no poder marcar la agenda. Como los atormenta un gobierno que no doblega el voto popular ante el tedeum del 25 ni los discursos de la suciedad rural. Como los atormenta la ausencia del poder oligárquico-militar. Como les atormenta la ley de medios que permitirá que haya mas periodistas como Bernardo de Monteagudo atendiendo a los ungidos del establishment como Morales Sola o Kirshbaum.
ResponderBorrarEn este editorial hay mucho de proyección:
ResponderBorrares interesante el ejercicio de leerlo cambiando
donde dice "Gobierno" "gobernantes" y "oficialismo"
por "la Nación" ó lo que ellos representan
dándole una onda un poco psicologista
me hace pensar en la figura de padre primordial;
un padre fundador, patriarcal, originario que manifiesta
el deseo de (su) orden, que se exalta a sí mismo en la figura
del Centenario y que si matara a su propio hijo quedaría
él sin nombre
un padre, que se ha arrogado ese nombre pero no su
responsabilidad, desafiado por sus hijos (peronistas) quienes
no solo revisan su pasado, sino que lo resignifican
y que no encuentren a ese padre mítico
que solo puede ser un animal (lacan) que se reserva para
sí las hembras y el asesinato sino a un
padre ó su nombre que tiene que ver con la ley
La mejor prueba de su editorializada negación
del presente y del futuro del Estado Argentino
es el párrafo referido al Bicentenario: no sólo
no haber estado (ni estar) ahí sino tampoco haber
entendido, ni querer entender su significación
Me pasó lo mismo que a Ladislao, la tuve que buscar, porque pensé que era una parodia o algo así. Y no, che. Ahora prefiero pensar que no tiene firma porque la escribió Neustadt desde las playas del más allá donde no se usan trajes de baño y la realidad se ve diminuta, lejana, torcida, otra. Muy otra.
ResponderBorrarHIJOS DE PUTA!NO LES CABE OTRA DENOMINACION ,ESTA ES UNA GUERRA DE IDEOLOGIAS Y NO HAY QUE SEJAR ,ADELANTE COMPAÑEROS SIEMPRE CONTRUYENDO Y DESAFIANDO A NUESTRA IMAGINACION.
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