Por cuestiones de trabajo, voy seguido a Bs As. También, cuando me agarra cierta fobia a los impuestos. En mi ciudad, Paraná, se pagan impuestos. Y se pagan, además, los servicios (el agua, el asfalto, la electricidad, el gas, etc) Es una sensación rara, eso de pagar impuestos. En la ciudad de Buenos Aires se desconoce esa sensación. De valorar más las cosas. De valorar más el estado. Porque uno lo paga.
Es cierto que uno no tiene tanto estado -aunque pague el cuádruple- que alguien de Palermo, Recoleta o Barrio Binner, pero el sólo hecho de pagarlo, de saber que uno está, además, subsidiando desde Entre Ríos, desde Chaco, desde Santa Cruz, a nuestros hermanos necesitados del norte de la ciudad de Buenos Aires, ese gesto solidario, me llena de ternura. Y cuando profundicemos el modelo, seguro que los formoseños, matanceros y jujeños, además de pagar la habitual tasa de subsidio destinada a la República de Palermo, además, les van a pedir un paquete de arroz para esa pobre gente.
Iba a otra cosa.
En el subte que va de Retiro a Constitución, sólo en ese, había una publicidad electoral de Alberto Rodríguez Saá sobre las postales de ahorro. La mayoría de los pocos lectores de este blog, como son jóvenes, no saben qué es eso. Bueno, es así: décadas, varias, atrás, se ahorraba comprando estampillas, cuyo valor iba ascendiendo, y en algún momento se podían cambiar, en el entonces correo estatal, por un valor X, más o menos acorde a las variaciones en el valor de la moneda nacional. Las estampillas se pegaban en un cuaderno, que proveía el propio correo.
(Una estampilla -mi hermanita adolescente no sabe mandar una carta: no la culpo, es una especie en vías de extinción. De hecho, Wester Union, una empresa de una historia curiosísima, dejó de mandar telegramas hace varios años- es una especie de factura y sello legal que se pega en un sobre para mandar una carta).
Las sucesivas "crisis" de la moneda nacional fueron licuando la confianza en este tipo de estímulos al ahorro, con instrumentos nacional y populares. Hoy, fuera del chamuyito de las autoridades monetarias, el escenario financiero está corrido muy a la derecha. Y el kirchnerismo es el único que, aunque no le pone audacia ni progresismo, le pone racionalidad contra los ultramontanos del Grupo A.
Alberto es un hombre serio. Por eso, a diferencia del estanciero conservador popular, Hermes Binner, gana en su provincia.
El planteo es, wachiturramente hablando, fantasioso. Pero es serio.
Reorganizar instrumentos financieros de ahorro, de carácter no imperialista y reaccionarios, llevaría, claro, décadas. Y su ausencia no es culpa, solamente, de este gobierno. Además, si bien no hay ninguna diferencia entre Prat Gay y Redrado hasta que se insubordinó con Mercedes Marcó Del Pont, es importante a los efectos editoriales de la narrativa del amor, aclarar que la señora Mercedes es progresista. Dato muy importante para los banqueros. Seguro. Ajá.
Bueno.
Un porcentaje grueso y mayoritario de quienes compran dólares, son las empresas con casas matrices en el exterior, o las privatizadas -los bancos, por ejemplo, de Entre Ríos, de Santa Cruz, de Santa Fe, no así los agentes financieros que administran Macri y Alberto- pero un porcentaje no desdeñable, es gente de clase media alta.
En estos momentos, están perdiendo frente al peso. En depósitos.Pero están perdiendo, en general, al tener el dinero en el circuito financiero. Quieren hacerlo igual. Tienen experiencia histórica. La decisión -como les gusta a los economistas y marketineros, que no saben que Freud pasó por la historia- tiene su carga de racionalidad.
En ese segmento minorista, la compra de dólares, no es para tanto. Se esterilizan rápido. Porque o se guardan en el colchón o van, los que tienen mayor capacidad, a automóviles o terrenos.
Los que no alcanzan a ahorrar para bienes durables, guardan los billetes. Le hacen un favor al Tío Sam, pero no tienen la culpa (la culpa es de la autoridad monetaria, pero está eximida por ser progresista). No hay instrumentos financieros a disposición. No hay estampillas. Para ese segmento.
¿Es porque se apuesta fuerte al consumo?
Quizás.
Pero si así fuera, no se explica porqué el Banco Nación actúa como actúa. Esto es, tras la derrota de la 125, aumentando el potencial del instrumento rentístico, parasitario y de atraso por excelencia para los ricos de este país: la apuesta por la soja y sus "mercados a futuro".
En el segmento minorista, no hay nada.
En el segmento mayorista, mientras se peleaba por sostener el valor del dólar mientras Brasil devaluaba, desacoplando los precios internacionales del mercado interno, mientras se peleaba por esto durante la 125, las instituciones financieras del estado, las que manejan el grueso del crédito del país, seguían y siguen apostando a la altísima financierización de la soja, que es exclusiva de los sectores de mayor ingreso, que constituyen el vértice de la pirámide de la inequidad social.
Yo también los quiero a todos.
Pucha, tenía que haber votado al wachiturro puntano?
ResponderBorrarPorqué no ví antes esa publicidad del ahorro postal?
Todavía tengo en el arcón de los recuerdos mi vieja libreta de
La Caja de Ahorro
Tal vez, una forma progresista y altamente democratizante, sea poner, al lado de "me gusta" la opción "yo ahorro" en FB: con cada cliq, te descuentan (todos estamos CBUizados, no?) el equivalente a un dólar (cotización del día anterior) de tu cuenta sueldo. Sólo es ponerse a pensar un poco, si Alberto puede...
ResponderBorrarUn detalle que muestra lo que pasó. Mi vieja nació el 31 de octubre hace unos años cuando Perón era presidente e Isabelita era soltera. En esa época ese era el día del ahorro, con el devenir de los tiempos pasó a ser hallowen.
ResponderBorrarhallowen? adonde?
ResponderBorrarjajajaja hacía mucho que no te leía, como te tiene el progresismo
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