miércoles, noviembre 02, 2011

Campanadas en el fondo del mar



Lo que escribí anteriormente lo hice sin haber leído las noticias. La eliminación de subsidios a los sectores que no los necesitan. Una muy buena, excelente noticia. Más allá del título catastrófico, soberanamente berreta, que se le imprima.
Es sintonía fina.
Es calidad institucional.
Aunque los aduladores de la verba inflamada en el circo del fetichismo de las categorías no lo tomen por tal, entre otras cosas, porque han perdido el sentido de la realidad. Y de las proporciones.
Los subsidios que se eliminan nacen de la estructura injusta de recaudación. Que no se debe a éste gobierno. Que quiso y pudo, y a veces no pudo culpa del Grupo A, aplicar impuestos progresivos. La estructura impositiva, a diferencia de cuando Bonasso y Solanas no denunciaban El MAL ABSOLUTO MAMI, ha variado. No tanto como, en mi caso, aunque a nadie le importa, quisiera. Pero sí ha algo. El peso de los impuestos al consumo es aún gravitante.
El peso de los subsidios a los ricos, también.
Cuando voy a Bs As, recojo la boleta de la luz. Gasto menos en luz en la República de Palermo que una cena en el bar de Roberto. En Paraná, la luz me sale el triple. Entre otras cosas porque Entre Ríos produce energía. Y por la resultante de un país configurado de cara al puerto y, etc, etc, etc. Batallas culturales perdidas.
Me gustan, igual, las causas perdidas.
Al interior del kirchnerismo, se pueden debatir.
Al interior de la derecha hay mucha ceguera, mucho odio, y no da. Ni para intentarlo. Excepto con tipos tolerantes, que se destacan por su respeto al disenso, su apertura al diálogo, su intento de comprender y encontrar puntos en común, como Tomás Abraham.
Probablemente, la eliminación de estos subsidios tienda, aunque en un margen mucho menor, a enfriar -por el lado de las expectativas- un poco el consumo. Pero. Ojo. También, ciertamente, el aumento de costos -aunque ínfimo y en sectores que mayormente no tienen agotadas sus capacidades instaladas- es un freno para la demanda de dólares y de ahorro.
Y ese dinero que el estado deja de malgastar, al aplicar una sintonía fina, puede nuevamente volcarlo al consumo de sectores populares. Tiene, porque las creó y está creando, las herramientas. Inmediatas. Que mejoraron en mucho (problema que excede al gobierno y abarca también la chatura intelectual de la derecha que trina contra "la caja") las capacidades estatales.
Conclusión: si esta medida, sumada a la vuelta tibiecita de los controles que existen en cualquier país para la compra de divisas, va en dirección a un lado u otro, lo veremos pronto. Pero por ahora, hace a la promesa de campaña: profundizar el modelo plesbicitado, autonomizar la política, aumentar la calidad institucional y buscar puntos de engranajes abarcativos.
Y acá el camarada Fernández se nos enoja y tiene razón.  El Ingeniero hace gala de su mesura. Abel se pone quisquilloso pero siempre es inteligente. Y el milagro del abecedario. Todos bailamos al son del estado. Y Mendieta, corto y conciso.
Viva el amor!

2 comentarios:

  1. Mira encanto ,esto de los subcidios se le ocurrió al lider del MOVIMIENTO PERONISTA O SEA A JUAN DOMINGO PERON.
    Cuando le preguntaban eso del centralismo el contestaba que la REALIDAD DICTAMINA que un tipo que vive en BUENOS AIRES O EN EL GRAN BS AIRES gasta el doble que el pobre tipo que habita el INTERIOR"COMO HA INVENTADO CRISTI PROFUNDO".

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  2. Pero bancaste sin saberlo durante ocho años el subsidio a casinos y bingos, otro decreto de NK. Ocho años de despilfarro, que nadie sabía. Bingo y casinos! Guau! Redistribución loca!
    En cualquier momento me pongo a fabricar aderezzo para sapos y se los vendo a precio mayorista a los simpatizantes K y me lleno de guita.

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