A los amigos de mis padres
A mis amigos
A Todos aquellos que alguna vez encontraron en México refugio.
A quien le importe
Les escribo esta carta con lágrimas en los ojos… con la vida llena de reclamos, de indignación, enojo, rabia y una tristeza muy honda que cada vez se instala más en la cotidianeidad de nuestros días.
Yo como algunos saben, soy hija de exiliados, mis padres como muchos de ustedes encontraron alguna vez en México no solo el refugio apremiante que necesitaban con vital urgencia, sino también un pueblo solidario, la amable sonrisa y apoyo que tanto requerían para comenzar a procesar y sanar, para seguir luchando.
Hoy es 2 de noviembre, día de muertos, esa fiesta tan bonita y popular para nosotros, pero este año es distinto… este año no tenemos espacio en los altares para colocar 50 mil asesinados.
No se ya como decirlo ni explicarlo… pero la verdad es que tenemos miedo, miedo de que el odio y la atrocidad terminen por devorar absolutamente todo incluida nuestra existencia. Este país escurre sangre y espanto por doquier. No podría enumerar todas las cosas brutales que hacen de esta afirmación un hecho, pero créanme que los mexicanos vivimos hoy el horror de muchas de las dictaduras que sus países conocieron. Tenemos miedo del olvido, de la sinrazón… aquí no hay leyes que valgan ya. El gobierno actúa igual que el narco porque también en muchas ocasiones actúan juntos, ya no se distingue. Nos están matando, nos desaparecen, la cantidad de presos políticos, la cantidad de testimonios de tortura, de entradas ilegales en medio de la noche a viviendas destrozando todo, ser mujer es un peligro, ser joven o estudiante también, ser periodista, obrero, ser pensante, crítico, decir simplemente “basta”, es un riesgo en cada día.
Les escribo hoy porque al menos yo (y sé que muchos otros también) estoy desesperada. Hace unos años decía que yo no quiero repetir la historia de mis padres y mis abuelos, yo no quiero dejar mi país por decir lo que pienso, por quererlo y trabajarlo para que sea justo y digno, por salvar la vida. No por esas causas… y sin embargo hoy creo que no tenía idea de la dimensión de lo que decía porque nada de lo que pude imaginar se acercaba siquiera a la barbarie que han hecho con este país.
Les escribo para que sepan pero también para que no nos dejen solos, no nos olviden, repudien a los representantes de nuestro gobierno a donde vayan, son asesinos todos, son genocidas de su propio pueblo, son las bestias que nos devoran un pedazo cada día… no los dejen tranquilos a ellos, no nos dejen solos a nosotros…
Todo lo que digo es poco, comparado con lo que pasa, lo que se siente, lo que vivimos…sin embargo confío en que lo entienden perfectamente.
Valentina López
2 de noviembre de 2011, México D.F.
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