sábado, noviembre 26, 2011

¿Qué será del UNASUR?


POLITICA // POR LUCAS CARRASCO

La crisis en Europa y las enseñanzas para sudamérica

Esta es la primera de una serie de notas sobre la crisis financiera mundial, el estallido en Europa y las consecuencias que trajo y puede traer para la Argentina y para Unasur.

Lucas Carrasco // Sábado 26 de noviembre de 2011 | 18:14





 Las diversas etapas por las que atravesó el Mercosur -estructura fundamental para la construcción posterior de Unasur- estuvieron marcadas por acontecimientos relevantes en la Unión Europea.
El inicio del Mercosur coincide con el fin de la era de atraso y dictaduras militares y el fin de las hipótesis de conflicto entre países vecinos, principalmente lo que Perón denominaba ABC (Argentina, Brasil y Chile).


La influencia de la CIA, acrecentada en los últimos golpes de estado y la coordinación durante esos mismos golpes de la represión ilegal en los países del Cono Sur ya habían debilitado las hipótesis de conflicto con las que trabajaban las serviciales y cobardes cúpulas militares, organizadas como un partido de ocupación y combate a civiles. Si bien, en la mentalidad fantasiosa y enferma de estas cúpulas militares que mataban monjas y anunciaban grandes batallas perduraban las fascinaciones que antaño los autoengañaron, la guerra de Malvinas, con el apoyo chileno a Inglaterra y la indiferencia de Brasil mostraron la cruda realidad geopolítica que se abría.


En los comienzos de la nueva era democrática, entonces, las élites económicas comenzaron a pensar en un mercado ampliado de comercio, asociados a los partidos de masas de inspiración socialdemócrata que, con modelos europeos, confiaban en su férrea voluntad para comenzar un proceso de integración. Ya el formato neoliberal se insinuaba y también la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista.


La globalización encuentra  la región con gobiernos neoconservadores electos por la voluntad popular que profundizaron las teorías que aseguraban que, en el fin de la historia y las ideologías, el mercado común mundial era inexorable y la salida defensiva consistía en la regionalización económica y política, pensando en una etapa por llegar de desaparición de las lógicas de estado/nación. En ese momento, el Mercosur ya no necesitaba del sostén popular de grandes partidos de masas que operaban bajo los férreos paradigmas del estado/nación.
En Europa se acentúa el rol del capital financiero como integrador de la Unión Europea y la vieja camada del Carbón y el Acero, o sea, las industrias pesadas de las armas, entre viejos adversarios como Francia y Alemania, pasa a convertirse en una zona de comunión de moneda (y pensamiento) única, independientemente de los partidos de masas o las ideologías de los partidos. La caída del bloque socialista deja sin razón de ser a la socialdemocracia como "tercera posición" y vira rápidamente a posiciones neoliberales, dentro de la Internacional Socialista, llamada ahora Tercera Vía. Esa Tercera Vía tuvo su expresión en Argentina con la Alianza progresista de los olvidadizos De La Rúa y Chacho Alvarez y su fracaso y asesinatos dan comienzo a una nueva etapa en Argentina y la región. 


Es en el comienzo de la década de oro de Sudamérica donde se desacoplan los procesos internos del comienzo de la ahora llamada "crisis internacional", existiendo en nuestra región una alternativa nacional popular (de izquierda) a la revancha del capital concentrado. Esta alternativa está ausente en Europa, por eso las informaciones que nos llegan de los corresponsales narran novelas armoniosas donde no se llega a un acuerdo sobre si suicidar al Euro, como pide Alemania, o devaluarlo para salvarlo, como pide Obama a través del esposo de Carla Bruni. El resto de los países de la zona Euro se enteraron ahora que los gobiernan dos personas de derecha franca que viven y votan y son votados en otros países.


Cuando acá se desplomaba el progresismo de Chacho Alvarez y Fernando De La Rúa con una carnicería de asesinatos en Estados Unidos, el ex socio petrolero de las élites yanquis, Osaba Ben Laden realizaba el más astuto y cinematográfico ataque terrorista, derribando las torres gemelas. Pronto, la industria bélica quiso operar como incentivo keynesiano pero el empantanamiento militar en Medio Oriente tuvo el efecto contrario. Los republicanos, en concordancia con los demócratas, llenaron de recursos públicos a las empresas bélicas y el conglomerado asociado a ellas, a la par que les rebajaron impuestos y entonces la economía estaounidense comenzó a estancarse.


Con dos invasiones, cárceles secretas y bases militares en todo el mundo y campos de concentración con menos racionalidad instrumental en los costos fijos que los Nazis, los grandes capitales de Estados Unidos acentuaron las ganancias de sus empresas financieras creando instrumentos de valor de audaz sino difícil sostén. Eran momentos donde el Euro se expandía en el mundo (Sadam, antes de ser invadido había propuesto en la OPEC,el sindicato petrolero del mundo, que las transacciones se hicieran en Euros) y el dólar se debilitaba militarmente. A pesar de que el gasto total militar de todos los países del mundo menos Estados Unidos era y es menor al del propio Estados Unidos, el empantanamiento militar en Medio Oriente permitió el avance de terceros países en el mercado de armas, para las guerras de baja intensidad que con tanto entusiasmo se diseminan. Pero a la vez, distrajo a Estados Unidos de su patio trasero, lo que permitió la radicalización de Chávez, la asunción del tímido Lula, la sorpresa de Kirchner y ya constituido el bloque de Los Tres Mosqueteros el triunfo de la izquierda en Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia, etc.


Los sueños de integración tenían dos modalidades encontradas: una liderada por Chávez, muy parecida al paradigma que en la Argentina planteó el primer Perón, y otra por Lula, similar e inspirada a la que está haciendo eclosión en Europa; que fue la visión que finalmente triunfó en Sudamérica. Néstor Kichner, el más político y menos comprometido con fantasías o intereses económicos de los tres, tenía una mirada intermedia y profunda; lo que le valió ser el primer secretario general de Unasur.


Tributaria de esta visión brasilera triunfante fue la poca institucionalidad conseguida, el freno de los proyectos de integración energética y de infraestructura, a la vez que la acentuación del rol de ensambladores que es el modo en que Brasil, tierra de desigualdades y racismo, piensa conquistar su asiento en el Consejo de Seguridad que está de espaldas a la ONU.


Pero es también gracias a esta visión que en el Mercosur no hace falta pasaporte, que se comercia en moneda local sin perder la capacidad de emisión y que se coordina la salida del FMI y las devaluaciones, si bien ésto se hace bajo la llamada "diplomacia presidencial" y con la arrogancia brasilera de no importarle mucho sus vecinos más chicos que la Argentina.


El Banco Del Sur (que merece un capítulo aparte) quedó en veremos, aunque la Argentina había llevado la propuesta de que opere como banco de reservas y prestamista de última instancia a la vez que inversor productivo; hasta tanto, como es el sueño de Brasil, se constituya una moneda única. Ese sueño de moneda única, inspirado en el dólar y el Euro, entró en terapia intensiva. Basta pensar que aún con la voluntad del estadista Rafael Correa Ecuador no puede salir del dólar para imaginar lo que cuesta a Europa salir del Euro, cuando se trata de decenas de países que han renunciado a su vieja costumbre de masacrarse diplomática y militarmente para repartirse el mundo en colonias.


Hoy en día no es de descartar que Europa entre en turbulencias y que haya escaramuzas militares. Toda la historia de Europa demuestra que ante crisis como estas se salió, por decir algo, a través de guerras clásicas. Hoy existe integración de las élites financieras, un contexto diferente y la sensación de que juntos se juegan su destino de existencia y separados se juegan el fin de países enteros.


Mientras tanto, en Sudamérica, la reversión positiva de los términos de intercambio parece consolidarse aún en el marco de los más volátiles precios financiarizados de las materias primas, y esto ha permitido que los gobiernos nacional popular incentiven la captación de esa renta primaria para volcarla a la industrialización y el crecimiento del mercado interno (lo que también merece un capítulo aparte). Aún resta saber si este proceso puede consolidarse y si puede avanzar, como venía sucediendo, una integración defensiva.


La acentuación de la crisis política y económica, de origen militar, que sacude al mundo occidental, coincidiendo con un nuevo reparto de Medio Oriente donde a la asunción de nuevas dictaduras petroleras de ocupación se las llama con liviandad "primavera árabe" y aumentan las guerras de rapiña de empresas occidentales en el África; se mostró como una oportunidad para Sudamérica, que quizás no logró consolidar la nueva institucionalidad de Unasur pero sí enterró cultural y fácticamente la institucionalidad ligada a EEUU y su doctrina Monroe y los retoques durante la Guerra fría y el paradigma de la Seguridad Nacional. El estallido europeo, sin embargo, debería alertar a los líderes sudamericanos del error de construir instituciones que no sea electas de manera directa por los pueblos. Así como Europa sólo vota a irrelevantes eurodiputados, recién en Sudamérica se están votando irrelevantes diputados para el Mercosur y Unasur. No es sólo la discusión financiera lo que Sudamérica puede aprender de la Unión Europea, sino fundamentalmente, su arquitectura política.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario