jueves, diciembre 15, 2011

La tarde



Vivo en un barrio alejado, de calles tierras, con árboles que dan sombra durante la siesta. Conecto un cable largo y me siento, bajo la sombra de un paraíso -esos árboles con flores lilas, que tiran unas piñas con las que encender el fuego en la parrilla más rápido que con nafta- con mi computadora, le faltan algunas teclas, a escribir, durante la tarde, cuando anochece saco otro cable con un farol, un foco, rascándome los mosquitos, tomando mate, esperando algo, que ya ni sé que es, pero en la persistente sensación de que tengo que esperar, algo, capaz que un golpe de suerte, una visita, un giro drástico que me devuelva a alguna parte.
A pocos kilómetros está el río, después de una montaña de piedras y un monte impenetrable.


Todos desafinamos un poco. No es para tanto.
Hace pocos días me mudé.
Me traje, de Paraná, algunos libros que hace mucho quería leer. Y entre las guerras del Peloponeso, la densidad del estremecimiento, la historia que sigue ocurriendo, pero siempre en otra parte, no sé. Tengo una sensación extraña. Y te lo quería contar. Pero terminé escribiendo un par de bolazos.

1 comentario:

  1. Hay que suspender el juicio y disfrutarlo,porque sospecho que en otra vida esto no se consigue.

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