jueves, enero 26, 2012

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LA VISIÓN DE ESPECIALISTAS

Los analistas hablan de la derrota de Néstor Kirchner

“Se condenó a sí mismo” es el título elegido por Joaquín Morales Solá para hablar de la derrota del ex presidente Néstor Kirchner. El reconocido periodista no duda en afirmar que “el kirchnerismo ha concluido anoche como ciclo político”. Ingrese a la nota y mire el panorama político trazado por reconocidos analistas políticos.
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[Publicado el 29/06/2009] - “Se condenó a sí mismo”, por Joaquín Morales Solá para el diario La Nación

Quizá no lo supo o no lo quiso saber, pero Néstor Kirchner se condenó a sí mismo a la derrota el día en que les declaró a los ruralistas una guerra perpetua. Tampoco imaginó o no quiso imaginar que se sentenció él mismo al descalabro personal el día en el que decidió competir como candidato a diputado nacional por Buenos Aires. Era una buena táctica de campaña para disimular la irreparable pérdida de la mayoría parlamentaria; en el plazo que venció ayer, el resultado fue su ruina.

El kirchnerismo ha concluido anoche como ciclo político. El tiempo que le resta es el de un paisaje resbaladizo, en el que Kirchner hará lo que pueda ?o lo que quiera? para preservar una inestable gobernabilidad. Además, el peronismo tiene desde ayer el candidato que buscaba para relevar el liderazgo de Kirchner: es Carlos Reutemann, que ganó en Santa Fe contra la mayoría de los pronósticos. Reutemann es uno de los pocos referentes que el peronismo no discute.

Francisco de Narváez se erigió anoche en uno de los mayores líderes políticos de la Argentina y Julio Cobos se convirtió en el presidenciable de más peso de las corrientes no peronistas. De Narváez no sólo derrotó personalmente a Kirchner, el hombre fuerte de la Argentina durante los últimos seis años; también ganó en el mayor y más contundente distrito electoral del país. De Narváez estaba el viernes decidido a depositar en Mauricio Macri su apoyo presidencial. Aunque Macri no hizo una excelente elección en la Capital, tuvo ?debe reconocérsele? un papel protagónico en el proyecto que derrotó a Kirchner por primera vez en 22 años de política. De Narváez contó con el apoyo de Macri en el díscolo conurbano.

De Narváez le aconsejó a Macri, en la noche del viernes último, que lanzara su candidatura presidencial en las próximas 72 horas, si ellos ganaban la Capital y Buenos Aires. Esos triunfos sucedieron. De Narváez está dispuesto a negociar con Macri, Reutemann y Cobos la gobernabilidad de los tiempos inminentes. Lo cierto es que De Narváez sólo quiere despejar pronto el escenario de las futuras elecciones presidenciales.

Elisa Carrió cayó en la Capital, donde salió tercera, y en la provincia de Buenos Aires, donde también ocupó el tercer lugar. Ha cometido errores, aunque sería injusto desconocer que fue el primer exponente de la política argentina en denunciar los desaguisados institucionales del kirchnerismo y la corrupción de muchos funcionarios de confianza del ex presidente. Su candidatura presidencial se diluyó anoche. Hermes Binner terminó siendo víctima de la dura batalla santafecina entre dos presidenciables: él mismo y Reutemann. Binner, como Carrió, no podrá reivindicar un rol presidenciable en las próximas elecciones que definirán a un jefe de Estado.

Sólo Cobos, entre los principales líderes no peronistas, se alzó con un triunfo arrollador en Mendoza. ¿Es sólo casualidad que los tres hombres que tuvieron un notable protagonismo contra Kirchner en el conflicto contra el sector agropecuario (De Narváez, Reutemann y Cobos) hayan ganado en el domingo de elecciones? Seguramente, no. Una lectura de la derrota de Kirchner en Buenos Aires es el profundo rechazo que su figura provoca en el interior rural de la provincia, más profundo que el que estimaban las mediciones de opinión pública. Algo del conurbano se contagió también de esas fobias. Y Reutemann se alejó de Kirchner para que lo votaran los campesinos.

Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete, recurría ayer a Einstein: "Si sigues repitiendo los errores, no esperes resultados mejores", aguijoneaba. Y Kirchner redundó en su error de enfrentar al campo hasta ponerlo de rodillas. Llegó a hipotecar la única solución argentina para esquivar una parte de la crisis económica internacional con tal de no perdonarles a los campesinos la irreverencia de haberle dicho que no. Cometió demasiados errores nuevos: desde pronosticar un nuevo 2001, si resultaba derrotado, hasta pedirle públicamente a De Narváez que se presentara ante un juez sospechado y sospechoso. En los últimos tiempos, sólo se rodeaba de Hugo Moyano y del progresismo peronista, que no es malo por progresista, sino por antiguo.

Acorralado por derecha por De Narváez y por izquierda por Pino Solanas, lo que decantó ayer es que al ex presidente le quedan muy pocos seguidores, se mire por donde se mire. "Tendrá que parcelar el gabinete entre los gobernadores peronistas si quiere conservar el gobierno", se animó a predecir ayer un alto funcionario kirchnerista. ¿Aceptará Kirchner gobernar con un gabinete parcelado y con un Congreso en contra de él? El Congreso se formará con un oficialismo derrotado en casi todo el país. Su composición física cambiará el 10 de diciembre; su composición política se modificará desde mañana.

Anoche, en la intimidad de un debate consigo mismo, debió pensar que lo que sucedió ayer (cuando perdió hasta en su natal Santa Cruz, que dominó con mano férrea durante casi veinte años) fue algo más que una derrota: fue una guillotina que cayó, rápida y definitiva. No tiene mucho tiempo para contestar aquella pregunta sobre sus posibilidades de controlar el gobierno: los conflictos de la Argentina se abatirán sobre él y su esposa velozmente. Toda derrota opera sólo para diezmar el poder.

Kirchner pertenece a esa raza de políticos que no abandonan el poder hasta que los echan. La incógnita consiste en saber ?y aún no se sabe?si él considera que ayer la sociedad lo echó. Debió de ser una dura sorpresa para él si sus palabras íntimas de los últimos días ("Ganaremos Buenos Aires por más de 10 puntos") fueron sinceras. Si fue franco, entonces hay que creer que está desde hace mucho tiempo perdido en un laberinto de paranoias conspirativas.

Solanas fue la expresión de un voto moral y de rechazo a la corporación política tal como es. Al mismo tiempo, el más fenomenal aparato político del país, el peronismo bonaerense, caía batido por un recién llegado a la política. "Jugó la selección argentina contra Talleres de Córdoba. Y ganó Talleres", ironizó un peronista perdidoso.

Es cierto. El núcleo duro del poder se había derrumbado. Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, Alberto Balestrini y casi todos los intendentes del conurbano cayeron en un paisaje calcinado por esperanzas derrotadas.


“¿Asumirá Kirchner el costo de corregir sus errores?”, Por Roberto Cachanosky para el diario La Nación

Si bien una política económica exitosa requiere de consistencia en las medidas, también son relevantes las expectativas que generen en la población, tanto las medidas económicas, como el contexto político que las respalde.El resultado electoral del domingo, en que el kirchnerismo perdió en todos los grandes distritos, incluida la estratégica provincia de Buenos Aires, muestra a un Kirchner, ministro de economía de facto, profundamente debilitado.Al mismo tiempo, Kirchner pierde la mayoría en el Congreso. Estos dos datos implican que, en principio, el gobierno empieza tener un claro límite en las políticas que puede adoptar. Ya no podrá manejar la caja a su antojo, imponer derechos de exportación ridículos, prohibir exportaciones, etc.Por lo tanto, en principio, debería haber un cambio de expectativas favorables en los agentes económicos. Particularmente en el sector agropecuario.

El problema es que ese cambio de expectativas, que seguramente se producirá en los agentes económicos, sólo será de aplicación concreta en diciembre cuando asuma el nuevo Congreso. Es más, recién en marzo comenzará a trabajar el nuevo Parlamento en que el kirchnerismo no podrá hacer y deshacer a su antojo.

La buena noticia es que la sociedad le ha puesto un límite a una forma arbitraria y prepotente de manejar la economía. La mala noticia es que habrá que esperar casi ocho meses para hacer efectivo ese límite. Con esto quiero decir que, en todo ese tiempo, Kirchner puede seguir haciendo lo que vino haciendo hasta ahora. Aumentar impuestos, confiscar, prohibir exportar, usar las reservas del BCRA, etc., por lo tanto, el escenario para los próximos meses es de esperar y ver, porque nadie va a ponerse a invertir hasta tanto no vea concretadas las limitaciones del poder.

Tampoco, porque Kirchner haya perdido las elecciones la gente va a salir mañana a comprar autos, casas, electrodomésticos, etc. Hasta tanto no se vean políticas consistentes la gente seguirá con el miedo de perder su trabajo y las empresas haciendo malabarismos para no despedir personal.

Es más, la situación fiscal es lo suficientemente delicada como para generar incertidumbre en materia cambiaria, derechos de propiedad, tarifazos e incrementos de impuestos. Si Kirchner ganador era arbitrario, un Kirchner perdedor y acorralado política y económicamente puede serlo aún más.

Las provincias también tienen serios problemas fiscales y no podrán esperar demasiada ayuda de la Nación porque las cuentas del Sector Público Nacional son lo suficientemente complicadas como para ayudar a las provincias. Puesto en otros términos, si la Nación no tiene con qué mantener sus cuentas, mal pueden esperar los gobernadores que salga en su apoyo.

Los límites a las barbaridades que se han hecho en materia económica comenzarán a regir en marzo, pero los problemas fiscales, de actividad económica y de tipo de cambio están hoy y habrá que resolverlos en forma casi inmediata teniendo en cuenta que el país se encuentra virtualmente paralizado.

El argumento que en su momento esgrimió Cristina Fernández de Kirchner para adelantar las elecciones era que la crisis internacional había impactado en la economía y no podíamos estar esperando hasta octubre para realizar las elecciones y recién entonces adoptar las medidas necesarias. Las elecciones se hicieron y el oficialismo perdió categóricamente. Ahora, la pelota está del lado del Gobierno. Si no reacciona a tiempo, el segundo semestre puede llegar a ser realmente crítico en materia social y de actividad.

¿Querrá Kirchner asumir el costo político de corregir todas las macanas que hizo en estos seis años o tratará de estirar los plazos a la espera de un milagro, confiscando, emitiendo y debilitando más el patrimonio del BCRA?La verdad es que luce bastante difícil que Kirchner vaya a cambiar el rumbo en 180 grados y se transforme en un defensor de los derechos de propiedad y en un hombre previsible en sus políticas. Kirchner ya no tiene excusas para demostrar si está en condiciones de recomponer la economía. Ya no tiene las elecciones de por medio, sabe lo que la gente no quiere que haga y todavía conserva la mayoría en el Congreso porque el nuevo asume en diciembre. Ahora es su turno. Si vuelve a equivocarse creará un caos social, económico y político que la derrota del domingo será un poroto para su futuro político.


“La derrota tiene padres”, por Ricardo Kirschbaum para el diario Clarín
El resultado de ayer revela un malestar con el Gobierno mucho más importante de lo que las encuestas detectaban. Y que ese estado de ánimo se fue construyendo sobre los errores en cadena del oficialismo. Cristina Kirchner fue electa Presidenta en octubre de 2007, hace 20 meses, con más del 45% de los votos. Los resultados de ayer en todo el país muestran la magnitud del deterioro que ha sufrido el liderazgo de los Kirchner. De aquel octubre victorioso, con promesas de consensos ampliados y más calidad institucional, a este desastre electoral hay una explicación simple: la estrechez de una conducta sectaria y excluyente que dilapidó su capital político y entregó a sus adversarios razones para la victoria. Cobos, por ejemplo, ha sido uno de los netos ganadores de anoche.

Tres son los ejes para analizar la derrota:
1) El efecto práctico de esta elección de medio término. El oficialismo ha perdido 17 diputados propios y 4 aliados. El control de la Cámara dependerá de una compleja trama de alianzas, con negociación y concesiones. Pondrá a prueba la capacidad política de una administración que necesitará más muñeca que látigo. En el Senado, también, el quórum propio ha terminado. Y los Kirchner, como peronistas, conocen la ingratitud de la política cuando comienza la sangría de
poder.

2) El efecto político de la pérdida de liderazgo de Kirchner, en cuyo derredor se fue construyendo, desde 2003, un poder de decisión cerrado e indiscutible, que no admitía acuerdos, coincidencias o apoyo crítico. Kirchner no ha querido alianzas: siempre ha tratado de imponer una rendición incondicional. O subordinados o enemigos ha sido su lema.

Kirchner adelantó las elecciones, se puso a la cabeza de la lista en Buenos Aires, forzó a Daniel Scioli y a los intendentes del conurbano a acompañarlo, buscando evitar la traición tan temida. Es decir, condujo la campaña personalmente y llevó al Gobierno a una derrota electoral cuyas consecuencias políticas serán duras: ya una ministra ha anunciado que se irá del Gobierno. ¿Quiénes le seguirán?

3) El peronismo está buscando otros liderazgos. Declinado el poder de los Kirchner, derrotados Schiaretti y Busti, con Scioli pagando el duro precio de haber acompañado al ex Presidente hasta dentro del cementerio en vez de quedarse en la puerta, la construcción de ese líder es una incógnita. Reutemann exhibe un triunfo decisivo. ¿Qué hará Gioja? ¿O Solá? ¿O De Narváez que, a pesar de haber nacido en Colombia, podría acudir a la Justicia para que lo habilite a aspirar a la Casa Rosada? ¿O Macri ofreciendo sus servicios outsourcing al justicialismo?.
Ya lo dijo Gerardo Morales: el radicalismo, que ha dado señales de vida después de mucho tiempo, votará por la primera minoría en las cuestiones institucionales. Es una declaración que no puede pasar desapercibida en tiempos políticamente tan volátiles.


“Una innumerable lista de errores que concluyeron en un derrumbe”, por Eduardo van der Kooy para el diario Clarín

La última jugada política de apostador empedernido le salió muy mal a Néstor Kirchner. El plebiscito que buscó con denuedo para reemplazar lo que debió ser una elección legislativa de medio término, normal, se convirtió en una verdadera trampa para él. El ex presidente asistió anoche a la asfixia final de su liderazgo peronista y, de modo incomprensible, dejó además en estado de acentuada debilidad al Gobierno de su esposa, Cristina Fernández, a quien hace apenas un año y medio entronizó sin un solo chistido del partido oficial.

La derrota ¿o el derrumbe¿ se conoció anoche pero se vino edificando desde hace mucho tiempo. Con una persistencia, de parte de Kirchner, que aconsejaría revisar en forma simultánea los manuales de la política, desde ya, pero también de la psicología.

Ningún presidente salió del poder en la Argentina de la nueva democracia con la ponderación social de Kirchner. Ese margen generoso le permitió resignar la reelección y cederle su lugar a Cristina. En el 2007 la Presidenta logró el 47% de los votos en el orden nacional y el 48% en Buenos Aires. Le arrancó 23% de ventaja a la oposición.

Contó además con un ciclo económico interno y externo muy favorable, por lo menos hasta comienzos del 2008. Tuvo en todo ese trayecto una oposición fragmentada e insolvente. Pero su sensibilidad política y percepción de la realidad viró bruscamente desde el mismo instante en que cambio su domicilio de la Casa Rosada por la residencia de Olivos.

Kirchner había proclamado durante su mandato que ningún proyecto de tinte nacional podía excluir a las clases medias. Soñaba con aquel viejo molde de convergencia de clases que sintetizó, durante décadas, el peronismo de Juan Perón. El ex presidente nunca logró seducir a aquellos sectores en los años de su mandato. Pero la bonanza económica le acercaron, inevitablemente, muchos de esos votos. Sin ir lejos, Cristina triunfó con respaldo de la clase media y del campo bonaerense cuando se consagró Presidenta. Fueron casi 900 mil en el principal distrito electoral.

El largo y todavía irresuelto conflicto con el campo le ahuyentó esos votos y también la mas solidaridad mínima de los sectores medios. La radiografía de las legislativas de ayer resulta, en ese sentido, implacable: los Kirchner perdieron Buenos Aires, Capital, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Entre Ríos. No pudieron vencer tampoco en ninguna de las ciudades grandes.

Aquel pleito con el campo fue uno de los disparadores de la derrota. Pero lo fue también un deterioro económico negado de modo sistemático por las cifras virtuales del INDEC. Las mentiras del INDEC crisparon a los sectores medios pero dañaron, sobre todo, el bolsillo de los sectores populares. Esa combinación resultó letal para la derrota en Buenos Aires que aniquiló el último argumento político con que contaba Kirchner para cantar una supuesta victoria que no fue.

Buenos Aires, aunque parezca paradójico, terminó desnudando la fragilidad del armado político de Kirchner. Con tantos años de buena economía el ex presidente fue incapaz de consolidar un proyecto: deambuló por la transversalidad, por la concertación, y terminó refugiado en la maquinaria vetusta del PJ bonaerense. Pero nunca se percató de un detalle: ese peronismo le respondía casi por rutina, porque, mal o bien, se cobijaban en el calor del poder. Porque recibía beneficios económicos. Pero nunca existió una comunión política y afectiva sustantiva entre el partido y el ex presidente.

El peronismo del interior de Buenos Aires lo dejó librado a su suerte luego del conflicto con el campo. Daniel Scioli debió encargarse de la campaña en esas tierras hostiles al Gobierno. Ayer hubo, con seguridad, un dato histórico: el kirchnerismo no tuvo ningún voto en América, un poblado de 3 mil habitantes, del centro de Buenos Aires. El problema insoluble fue el conurbano y muchos de los intendentes aceptaron las candidaturas testimoniales sin gusto y con resignación. La clave de la debacle en Buenos Aires se escondió en esas zonas de cierta vecindad a la Capital.

Muchos intendentes instaron a corte de boletas. Entregaron las suyas y dejaron librada a la voluntad del votante la elección de Kirchner, Francisco De Narváez o Margarita Stolbizer. Varios intendentes, también, cargaron los cuartos oscuros con las llamadas "boletas espejo", en las cuales figuraban ellos sólo acompañados por candidatos a cargos vecinales. La mecánica sucedió en todo el conurbano incluido el segundo cordón, donde los Kirchner conjeturaban la fidelidad inclaudicable de la gente.

La estrategia electoral del ex presidente terminó siendo, al fin de cuentas, tan estéril como todos los proyectos partidarios y políticos que pergeñó en estos años. ¿Alguien podía suponer que los habitantes del segundo cordón del conurbano no tienen padecimientos similares ¿o peores¿ a los del resto del país?. ¿Nadie pensó que el indisimulado mal humor social en el país, en la Capital y en el interior bonaerense podía desparramarse a manera de contagio?.

Tampoco Kirchner reparó en otra lección. El peronismo mas poderoso de la historia de Buenos Aires, el que comandó en su época Eduardo Duhalde, resultó perforado en 1997 cuando irrumpió la Alianza y Graciela Fernández Meijide. ¿Por qué razón habría de salir indemne ahora?. Aquella vez pesó la saturación con el menemismo; ahora puede haber sido decisiva la bronca acumulada contra los Kirchner.

El ex presidente y su esposa no pudieron ayer resolver el problema electoral que les plantearon las legislativas. Desde hoy tienen otro desafío de no menor envergadura: resolver el problema político. Hay un partido oficial ¿el peronismo¿ que resultó descabezado con la excepción de Carlos Reutemann, apretado ganador en Santa Fe. Hay un Congreso que mutará de manera sustancial a partir de diciembre, aunque el impacto político de la derrota, con seguridad, caerá también sobre los diputados y senadores oficiales que continuarán seis meses mas. Hay una oposición que puede empezar a desperezarse, a pesar de su diáspora, luego del espaldarazo popular.

Hay, en suma, una nación política mucho mas compleja. Muy distinta a la que siempre conocieron y disfrutaron los Kirchner.


“Cobos, Macri y Reutemann, los presidenciables que dejó la elección”, por Julio Blanck para el diario Clarín
Reutemann, Macri y Cobos, aún las dudas que despiertan, son emergentes de una sociedad que se cansó y busca otro camino

El voto de los argentinos diseñó un país político diferente. Hay un cambio que emerge de esta elección. Se aleja sin retorno la hegemonía kirchnerista, pero asoma el equilibrio necesario para garantizar la gobernabilidad de los próximos dos años. Ni el Gobierno sufrió la licuación terminal de su poder, a pesar de la derrota durísima en casi todo el país, ni la oposición es depositaria de un mandato popular para rectificar dramáticamente el rumbo del país sin más demora. Lo que ganó es la voluntad de cambio, el rechazo social a una forma de conducir los asuntos públicos de manera cerrada y conspirativa, y de entender la política como la exasperación constante y el aniquilamiento del adversario, convertido en enemigo por una lógica que aborrece de los matices y desconoce la tolerancia. Mantener vigoroso el funcionamiento de las instituciones, empezando por el Poder Ejecutivo, depende ahora de la racionalidad de los actores políticos.

El voto popular les definió un escenario de compromiso mutuo que sobre todo debe verificarse en el Congreso, necesitado a partir de esta renovación legislativa de un sistema de acuerdos mínimos que le permita funcionar. Allí, ni el oficialismo tendrá número para imponer su voluntad, ni la oposición podrá simplemente oponerse a todo porque de aquí en más será necesario su voto para que las leyes se aprueben. Nunca había sucedido algo así en los años del poder de Kirchner. Tampoco había sucedido, que se recuerde en mucho tiempo, la consagración de una vacancia virtual en el liderazgo peronista. Por definición genética el peronismo necesita un líder. Fue Juan Perón en vida, y después fugazmente Lorenzo Miguel a la salida de la dictadura.

Fue Antonio Cafiero en la renovación que buscó reparar la derrota histórica de 1983, hasta que lo sucedió Carlos Menem. Llegó luego el tiempo de Eduardo Duhalde y más tarde, hasta anoche, el de Néstor Kirchner. La gran paradoja política de hoy es que el peronismo, en ejercicio del poder y con dominio electoral en buena parte del país, está a la búsqueda de un nuevo jefe. Esto se explica, sobre todo, por la extraordinaria serie de errores y torpezas que Kirchner cometió en los últimos dos años, quizás a partir del momento en que decidió, sin consultar a nadie, que su esposa lo sucedería en el poder. Carlos Reutemann lograba sostener una estrechísima ventaja en Santa Fe sobre los socialistas. Reutemann, presidenciable por derecho propio, es un eje -si no el único, al menos el principal- alrededor del cual el peronismo buscará reorganizar su poder. Y quizás ese reordenamiento adquiera una manera más asociativa entre sus jefes territoriales de lo que jamás se haya conocido. El golpe electoral que la sociedad le propinó a Kirchner en la Provincia, en los grandes distritos y en muchos otros puntos del país, fue brutal.

El peronismo requiere ahora de una sanación rápida, eficaz y prolija, que le permita mantener su espacio de poder frente al derrumbe de su último líder. Esa caída de Kirchner arrastró a quiénes le fueron fieles hasta el último día, como el gobernador Daniel Scioli, que ahora tendrá la ímproba tarea de recomponer su proyecto personal. Además del diseño de equilibrio institucional que decidieron los votantes, serruchando desde la base el dominio kirchnerista, la elección de ayer permite perfilar la proyección de otros líderes políticos de cara a la renovación presidencial. Y permite hacerlo aún con la nitidez precaria que siempre contienen los primeros resultados. De ese puñado de hombres que quizás contengan el futuro, los que se favorecieron con más claridad fueron los que jugaron sin jugar, los que armaron de atrás, sostuvieron, contuvieron e impulsaron, pero no pusieron su nombre en la boleta.

En esa lista exigua, Mauricio Macri es el que asoma con mayor claridad. Forzó la candidatura de Gabriela Michetti en la Capital. Y en febrero convocó a Francisco De Narváez y Felipe Solá a un frente común contra el kirchnerismo. Jugó dos apuestas que fueron ganadoras. Y anoche contó con la generosidad de De Narváez -la estrella del domingo electoral- quien, en el discurso del triunfo, le concedió el reconocimiento como primera figura de un espacio que ahora va por más. El fuerte de Macri no son los discursos. Pero sus palabras de anoche fueron las de un hombre que inicia un camino por el que pretende llegar a la Presidencia. Con algunas difusas invocaciones a Perón, un llamado genérico al diálogo con los gobernadores y hasta algún elogio a rivales de otras escuderías. Aunque la sobrevida política de Reutemann, que habilita su lanzamiento nacional y la expectativa de un peronismo reunido, le puede estropear a Macri el intento de reunir a una gruesa franja de peronistas disidentes. Otro ganador de la elección, en esta perspectiva, fue Julio Cobos.

De regreso en el radicalismo, con un candidato muy sólido en Mendoza como el senador Ernesto Sanz, se puso al frente de una elección contundente que le permitió duplicar al peronismo gobernante en su provincia. Los radicales también celebraron elo notable desempeño en Córdoba, que puso a Ramón Mestre (h) en el Senado relegando al candidato del peronismo gobernante. Pero más que nada destacaron el triunfo de Cobos como la consagración de un candidato presidencial. Cobos hizo lo que tenía que hacer. Y los demás hicieron lo que él necesitaba. El tropiezo feo de Elisa Carrió en la Capital -también ella fue generosa en una noche difícil- y la caída del socialismo de Hermes Binner en el duelo con Reutemann, dejaron al vicepresidente en posición privilegiada para representar en 2011 a este espacio de vigor renovado, que será la segunda fuerza parlamentaria. Los liderazgos en construcción que encarnan Reutemann, Macri y Cobos, aún las dudas que despiertan, sus titubeos y sus definiciones imprecisas, son emergentes de una sociedad que ayer dijo que se cansó y busca otro camino.

3 comentarios:

  1. La mejor página de humor que leí en varios años.
    Comencé con una sonrisa, pasé a una risita, y terminé tirado debajo del escritorio a las risotadas, revolcándome por el piso.
    Cuando deje de estar "tentado de risa" -un ratito-, lo seguiré leyendo.
    Ya les ENTRÓ el 54% pero se niegan a disfrutarla.
    Veremos que hacen cuando la tengan toda adentro.

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  2. Dos críticas, Lucas: (FAVOR DE ELIMINAR ESTE COMENTARIO. Sinó tendré que hacerlo yo, porque es con intenciónalidad constructiva).

    Este formato de comentario no permite marcar el casillero "Enviar por correo electrónico comentarios de seguimiento".
    Además, ¿te parece NECESARIA la "Aprobación"?.
    Abrazo.

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