Están los que miran al cielo y encuentran trascendencia, más allá de la enormidad, como si alguien allá lejos los esperara. Están los que encuentran en la distancia ese ninguna parte que ordena todos los sentidos, los pequeños de las pequeñas cosas y los grandes sentidos de las grandes cosas, organizados según un patrón de acumulación, qué raro suena disecar esas cosas, hacerlas lógicas, darles, ja, sentido. Justamente, sentido.
Están los que miramos el cielo y vemos cielo, los que miramos la noche y vemos bares, los que no tenemos el vuelo poético de cualquier religión, apenas la parábola de compartir apenas la existencia. Con los que creen. Y con los que no creen.
Iba a decir algo inteligente.
Pero no se me ocurre nada.
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