No soporto más a los kirchneristas insoportables. Esto es unas lucha interna. Una guerra declarada entre los KII (kirchneristas Insoportables Indies) y el Gran Lucas Carrasco, siempre modesto, nunca taxi, nunca menos. Se desatará una hoguera de nimiedades, seguramente con llantas quemadas, gomerazos y chicanas donde, por supuesto, ganará el mejor, que por supuesto, soy yo, pero por supuesto, diré con humildad, nunca menos, que no habrá vencedores ni vencidos, por supuesto. Los KII tienen, creen, pensamiento autónomo. Se dicen "críticos del gobierno en algunos temas"; que nunca son, por supuesto, temas sensibles y estratégicos para el mismísimo gobierno: como la seguridad para los sectores concentradores de la riqueza (adoran, por supuesto, a Nilda Garré) o las políticas subsidiadoras (adoran la componenda de Julián Dominguez, el Cara de Nada) ni los tibiecitos avances en educación (toman, al pie de la letra, que tenemos un Ministerio de Educación, por supuesto) o lo inciertamente torpe que son las políticas culturales o cuánto de chamuyo hay en las políticas financieras, monetarias y crediticias (y no me refiero a la ley de subsidios al Credicoop que, por supuesto, los KII añoran por que "hay que cambiar la ley de Martínez de Hoz"). Para esas cosas, más vale, están los valientes, los que luchan, los que tienen que pelear políticamente. O comprándose quilombos. Los KII son hartamente previsibles: se oponen a todo aliado del kirchnerismo que sea pobre. Así, detestan todo sindicalismo (con excepción, reticente pero concreta, de la Familia Moyano, seguramente por que Moyano es detestado por el peronismo realmente existente) y todo gobernador o intendente con presupuestos bajos. Y detestan profundamente el país real. Así, están en contra de la industria, de los trabajadores -los concretos, los de carne y hueso- y a favor de cuanta minoría intensa se exprese con acciones directas violentas y delictivas contra "los gobernadores del interior". Son insoportablemente previsibles. Son abrumadora mayoría en todos los medios de comunicación. Son torpes políticamente. Son una secta. Son kirchneristas. Son progresistas. Son peronistas (de Peròn y Evita). Son radicales que no bajan las banderas. Son todo, señora. Menos el pasado. Menos la economía. Menos el pensamiento complejo. Menos la política. Son un sector estratégico y vital para el funcionamiento del kirchnerismo. Son (somos, en este punto) los que han sostenido banderas en los momentos más duros. Son intransigentes. Son mis amigos.
Hay una especie de izquierda que sin comprender sus magros resultados electorales en el puerto los endiosa. Menos aún comprender que en los ámbitos donde esa izquierda debería tener algún anclaje, no existe. Por ejemplo, en los sectores populares de este país. Por lo tanto el magro anclaje opera como fetichización. De la mercancía electoral. Así, Gendarmería y la Federal son mejores que la Bonaerense. ¿Por qué? Inexplicable, excepto que uno lograra adentrarse en los misterios alienantes de la economía, el materialismo dialéctico y las clases sociales y étnicas. Pero. Alto.
El problema de esta izquierda es el mismo que el mío. La ausencia de un sujeto social. Que, en los papeles, está. En la realidad está más ausente que mi modestia. Nunca menos. Y es un problema común a los gobiernos de sudamérica, aunque se idealizen (¿va con zeta o con ce?) los gobiernos lejanos. La verdad de la milanesa, nunca taxi sino milanesa, es que la experiencia Argentina tuvo peronismo, meollo del asunto, y entonces hay que hablar, a grandes rasgos, de la naturaleza socialmente progresiva y culturalmente reaccionaria que es el principal legado del General, parco y amarrete en dejar legados a personas o entidades concretas (a no ofenderse, es un chiste intelectual muy bueno, bah, yo me río, cuando lo explico más, en fin, sigamos). Como sucede en Estados Unidos, las buenas conciencias progresistas son, más que de clase media real, de clase media imaginaria: o sea, abarca ciertos códigos y procedimientos culturales. Que no son compartidos por los sujetos sociales que deberían estar, según los papeles. Qué problema, señora!
Un modo esquivo de resolverlo trata de formarse como conglomerado y, oh la vieja historia de fracasos, golpear las representaciones populares como "atrasadas". Otro modo, oh la vieja historia de decepciones, es ir a luchar al interior de los movimientos nacionales y populares. O sea, ya podemos armar el club de fans Fracaso y Decepción, mis amores.
Cada tema de disfrute antropológico es una oportunidad, hartamente previsible, para el positivimo ortodoxo de los KII. Ya he escrito mucho sobre esto y, aunque a nadie le importe, sé que rompo demasiado las bolas con líneas de tensión demasiado, digamos, lineales. Líneas lineales. Desarrollistas. Industrialistas. Obreristas. En lenguaje argentino, antiliberales. Contra el imaginario cultural del país de las vacas y las mieles. Y el gobierno -que en estos temas suele estar dos pasos adelante que el kirchnerismo (la separación entre gobierno y kirchnerismo no es nada inocente, mis amores)- piensa en esta dirección, me parece, pero también es, el gobierno, una coalición, donde hay intereses y etcéteras. A mí me gustaría que avanzara con mayor decisión. Con mayor audacia. Con mayor firmeza. Pero, bue, es lo que hay. Lo óptimo, dentro de un conjunto de circunstancias. Donde no se puede esquivar la circunstancia de la organización mundial del comercio. Y nuestro papel, ahí, subordinado.
La menopausa de los KII reniega de las diferencias culturales y de la igualdad económica. Son el combo de la derecha que, también, claro, apoya al kirchnerismo. Son, como toda derecha, contrarios a las reelecciones de los intendentes del conurbano (a favor en Morón, en contra en Lomas de Zamora) quejosos -no fiscalmente, esos son temas de dinero y no culturales- de la megaminería y, aunque no lo digan, de la industria, opositores estéticos al desarrollo económico, a la infraestructura, a la construcción, a los oficios, y así. La uniformidad cultural -clasista y racista, llena de trabajadores que no quieran parecérsenos, dios nos libre o los libre de esa enormidad, y pueblos originarios que digan giladas sobre la pachamama y esas cosas que dicen los borrachos en Bolivia- y la diferenciación económica son su sustento teórico. Han sido formados así. Con sus próceres, tribunas, periódicos, olvidos, excentricidades. Tienen miedo de cambiar. Están viejos. Están cansados. No quieren cuestionarse. Han perdido su papel en la comedia del mundo. Sienten nostalgia. Hay que compadecerlos!
Hay una especie de izquierda que sin comprender sus magros resultados electorales en el puerto los endiosa. Menos aún comprender que en los ámbitos donde esa izquierda debería tener algún anclaje, no existe. Por ejemplo, en los sectores populares de este país. Por lo tanto el magro anclaje opera como fetichización. De la mercancía electoral. Así, Gendarmería y la Federal son mejores que la Bonaerense. ¿Por qué? Inexplicable, excepto que uno lograra adentrarse en los misterios alienantes de la economía, el materialismo dialéctico y las clases sociales y étnicas. Pero. Alto.
El problema de esta izquierda es el mismo que el mío. La ausencia de un sujeto social. Que, en los papeles, está. En la realidad está más ausente que mi modestia. Nunca menos. Y es un problema común a los gobiernos de sudamérica, aunque se idealizen (¿va con zeta o con ce?) los gobiernos lejanos. La verdad de la milanesa, nunca taxi sino milanesa, es que la experiencia Argentina tuvo peronismo, meollo del asunto, y entonces hay que hablar, a grandes rasgos, de la naturaleza socialmente progresiva y culturalmente reaccionaria que es el principal legado del General, parco y amarrete en dejar legados a personas o entidades concretas (a no ofenderse, es un chiste intelectual muy bueno, bah, yo me río, cuando lo explico más, en fin, sigamos). Como sucede en Estados Unidos, las buenas conciencias progresistas son, más que de clase media real, de clase media imaginaria: o sea, abarca ciertos códigos y procedimientos culturales. Que no son compartidos por los sujetos sociales que deberían estar, según los papeles. Qué problema, señora!
Un modo esquivo de resolverlo trata de formarse como conglomerado y, oh la vieja historia de fracasos, golpear las representaciones populares como "atrasadas". Otro modo, oh la vieja historia de decepciones, es ir a luchar al interior de los movimientos nacionales y populares. O sea, ya podemos armar el club de fans Fracaso y Decepción, mis amores.
Cada tema de disfrute antropológico es una oportunidad, hartamente previsible, para el positivimo ortodoxo de los KII. Ya he escrito mucho sobre esto y, aunque a nadie le importe, sé que rompo demasiado las bolas con líneas de tensión demasiado, digamos, lineales. Líneas lineales. Desarrollistas. Industrialistas. Obreristas. En lenguaje argentino, antiliberales. Contra el imaginario cultural del país de las vacas y las mieles. Y el gobierno -que en estos temas suele estar dos pasos adelante que el kirchnerismo (la separación entre gobierno y kirchnerismo no es nada inocente, mis amores)- piensa en esta dirección, me parece, pero también es, el gobierno, una coalición, donde hay intereses y etcéteras. A mí me gustaría que avanzara con mayor decisión. Con mayor audacia. Con mayor firmeza. Pero, bue, es lo que hay. Lo óptimo, dentro de un conjunto de circunstancias. Donde no se puede esquivar la circunstancia de la organización mundial del comercio. Y nuestro papel, ahí, subordinado.
La menopausa de los KII reniega de las diferencias culturales y de la igualdad económica. Son el combo de la derecha que, también, claro, apoya al kirchnerismo. Son, como toda derecha, contrarios a las reelecciones de los intendentes del conurbano (a favor en Morón, en contra en Lomas de Zamora) quejosos -no fiscalmente, esos son temas de dinero y no culturales- de la megaminería y, aunque no lo digan, de la industria, opositores estéticos al desarrollo económico, a la infraestructura, a la construcción, a los oficios, y así. La uniformidad cultural -clasista y racista, llena de trabajadores que no quieran parecérsenos, dios nos libre o los libre de esa enormidad, y pueblos originarios que digan giladas sobre la pachamama y esas cosas que dicen los borrachos en Bolivia- y la diferenciación económica son su sustento teórico. Han sido formados así. Con sus próceres, tribunas, periódicos, olvidos, excentricidades. Tienen miedo de cambiar. Están viejos. Están cansados. No quieren cuestionarse. Han perdido su papel en la comedia del mundo. Sienten nostalgia. Hay que compadecerlos!
la verdad que no entiendo.
ResponderBorrarEsta mal estar a favor y en contra de Moyano.
Hay que estar en contra de Nilda Garre ? de la ley de entidades financieras ?
Me lo contestás después del corte.
ResponderBorrarSon los que están del lado del que gana. Defienden a muerte pero no saben bien qué. Los que alquilan huevos en vez de crecerlos. Creen que ayudan pero enchastran. Perdón, me exasperé.
ResponderBorrarVea, Carrasco, si usted cree que descubrió el agua caliente describiendo el tradicional "gataflorismo" de la pequeño burguesía, lamento informarle que muchos otros lo hemos denunciado antes...con repercusión escasa, todo hay que decirlo.
ResponderBorrarEn fin, un abrazo y feliz cumpleaños !
K te pashaaaa LuKas ??
ResponderBorrarlindo autorretrato te mandaste!
ResponderBorrarpd. va con c, no con z
Pareciera que necesitamos más enemigos o problemas más serios para evitar discusiones internas. Pero entrnado en la discusión la verdad no veo ese estereotipo que describís, supogngo que como cualquier estereotipo es difícil generalizar a un grupo de gente en un perfil tan definido. Pero sobre todo no veo kirchneristas que no aprecien el desarrollo industrial, me parecería muy contradictorio. Sí tal vez que lo vean como algo muy idealizado, donde sólo la minería contamina, y no la industria en general.
ResponderBorrarChe, que necesidad de ser "diferentes" que tienen algunos! Será para escaparle a la masificación que implica vivir en una ciudad tan grande como Bs.As.? Creo que hay que dejar de buscarle el pelo al huevo y tratar de hacer aportes positivos, cada uno desde lo suyo. Ah, y es con "c", no existe la combinación "ze" en castellano excepto en la palabra "zeta" y otras de origen extranjero.
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