domingo, marzo 18, 2012

Acá andamos, firme junto al pueblo




Rompiendo el secretismo

El secretismo que impera en la agrupación La Cámpora compuesta por judíos y marxistas que no se privan de ser antisemitas y reaccionarios de derecha, con ganas de figurar y construir poder a diferencia de los terroristas del peronismo de los años setenta que, en el fondo al final eran buenos no como estos imberbes que Perón hubiera echado de la plaza porque son rebeldes como históricamente han sido los peronistas; es lo que impide que se sepan quiénes son los funcionarios de tercer nivel cuyos rostros aparecen apenas en todos los medios concentrados de los monopolios.
Uf, perdón por la histeria, es que al final se reciben tantos datos contradictorios sobre el secretismo ultrapublicitado de La Cámpora, que al final, uno no sabe con cuál agravio quedarse. Hay, sí, para todos los gustos. Incluso, y esta es una verdadera primicia, se sospecha que el Presidente de Télam tiene en su despacho en el tercer cajón y a metros del teléfono una caja verde con empanadas tucumanas hechas de carne, cebolla y papa... sólo en el relato K la empanada tucumana lleva papa, es la salteña, señor Santiago Álvarez, la que lleva papa! Y esto es sólo una muestra de la falta de preparación -sino sabés preparar una empanada tucumana, qué se puede esperar...- del famoso secretista de la semana.
Lo bueno es que ya no hay tantos secretos: se acabó la leche de la clemencia y ahora se sabe que se trata de agredir a la Presidenta. Un conjunto autoreferencial de héroes y víctimas, todo contradictorio o, más bien, histérico, se presentan a diario en el dispositivo precariamente legal de medios concentrados de Clarín con un refrito de insultos que, si antes bordeaban a la Presidenta, para guardar la elegancia de las formas, ahora ya se les sale la cadena y se ha vuelto a los peores años de agravios a Cristina, porque lamentablemente, se cayeron las previsiones. 
No somos de aconsejar desde esta columna, pero es obvio que se podrían bajar los decibeles de la crispación de Clarín si Cristina tuviera la republicana idea de reconocer que por su culpa la crisis mundial no nos afecta tanto como al primer mundo o si hiciera una autocrítica por haber dejado en ridículo a los que preanunciaron un brutal ajuste, una fuerte recesión, la disparada del dólar "blue" (se pronuncia "blú" y se debe hacer una mueca de circunstancia) el desempleo masivo, el cierre de fábricas, un caos social y una pueblada y la Solapa entrerriana contra los niños que no quieren dormir la siesta. Pero claro, es tan soberbia esta Presidenta que ignora a los pronosticadores seriales y trata de prescindir del que miente diferente, todas conductas impropias de la salud del estado de derecha y la "calidad de las instituciones" (se pronuncia "colidad de intituciones" y se pone cara dramática). 
Es tan evidente este grado de histeria, secretísima, que hay que reírse. Hasta, incluso, felicitar a los valientes pavotes que han roto el secretismo imperante para darnos a conocer que el viceministro de economía -sí, el viceministro, ¿desde cuándo, qué gobierno, importa tanto el viceministro?- es judío y marxista o que el hijo de la presidenta tiene un gen montonero, asunto que puede probar el reconocido genetista Hugo Moyano junto al doctor Nélson Castro.
El pavotismo histérico -ya debería figurar entre las escuelas literarias de vanguardia- tiene menos originalidad que los diagnósticos por imagen del propio Nélson Castro, y el secretismo remite a las más famosas canalladas antisemitas y cazazurdos. Los odios primitivos e irracionales que han costado vidas y enormes atropellos a la condición humana -a diferencia del pavotismo histérico que sólo cuesta a la seriedad y genera, y muchas gracias, una enorme risotada que, de paso, siempre nos viene bien para descomprimir- se valieron de la construcción de fábulas que como no se podían probar en la realida, se fabricaban en base al supuesto secretismo de los judíos que manejaban las finanzas internacionales -la canallada nazi llegó a inventar en Europa un supuesto protocolo para conquistar el mundo, la canallada nacional tiene su versión: le dicen Plan Andinia, es el secretísimo plan para apoderarse de la patagonia, ja- o el secretismo de los acusados de marxistas -basta recordar que la canallada nacional, fuente de inspiración en la tribuna de doctrina, había descubierto el secretísimo plan marxista para terminar con la argentina "occidental y cristiana", Videla todavía cree que nos salvó de eso-. 
Los secretistas son esos funcionarios jóvenes que salen por televisión pero que no van a los programas donde los acusan de ser judíos y marxistas (qué falta de respeto no asistir al escarnio y las injurias en vivo y en directo!) y tienen, según nos cuentan desde el pavotismo histérico, la misma línea política que la Presidenta, lo cual a todas luces resulta escandaloso: cómo puede ser que los funcionarios de Cristina respondan a Cristina en vez de, por ejemplo, responder a Carrió o, para no andar con tantas vueltas burocráticas, al señor Héctor Magnetto, CEO de Clarín y CEO (se pronuncia "CIU") de la Moral y las Buenas Costumbres en materia de división de poderes. 
En Estados Unidos, el pavo es una comida tradicional para el día de acción de gracias. En Argentina, los pavotes son tradicionales y están perdiendo la gracia. 

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