La clave del devenir manso, previsible y aburrido de la llamada "crisis internacional" está en Medio Oriente, en la crisis militar que desencadenó la ofensiva genocida liderada por el pueblo estadounidense con el concurso de su gobierno. Se extiende, como una mancha, partiendo, más aún al África. Volviéndolo a partir. Repartiéndolo de nuevo, entre los dos grandes jugadores del horrible mundo que viene: la teocracia yanqui y la dictadura científica China, mámma mía. Pero los focos se posan sobre Europa. O mejor dicho, sobre la Europa Occidental (y cristiana) La crisis tiene su origen en los fundamentos de la economía: es una crisis militar.
Han sido las crisis militares las grandes encrucijadas de la clase trabajadora europea. Agravado el cuadro de la falta de gravitación de la clase obrera por el fenómeno de la globalización industrial. La clave, mámma mía, del asunto. La búsqueda del capital por, se diría, maximizar sus ganancias, pero en realidad es la búsqueda por disminuir sus costos. Esa globalización industrial, deslocalizada, fragmentadora, concentradora a la vez, disparó, a las nubes, al capital financiero. Ya sin sustento en el complejo industrial. Y militar. Como previsiblemente nos explican los profesores de economía. Aunque el asunto militar suelen pasarlo por alto.
La clase obrera de Europa tiene como representación política a los partidos, otrora socialdemóratas, hoy neoliberales, o sea, socialistas. Es, el socialismo, el último refugio de los canallas, como sostiene Jorge Dorio, el coplero de señoritas.
Las encrucijadas, a lo largo de la historia del capitalismo -o sea, la historia de Europa-, que ha soportado, con suerte diversa, la clase obrera europea, han parido, hegelianamente, la historia. Para bien. Y para mal. Mayormente para mal. La esperanza, dialéctica, del mundo podía situarse en sudamérica, no latinoamérica, en sudamérica porque es, hoy, tierra de paz, desarrollismo y naciente burguesía regional. Que feo situar a esos tilingos corruptos y berretas que se llenan de guita al lado del estado bobo, de discurso fuerte, que impera en los desarrollistas gobiernos nacional populares de esta zona, patio del mundo. Refugio de la esperanza. Pero.
Hay algo que está empezando a desflecarse, a desanimarse. Pero la historia es un libro de posibilidades múltiples. Hay razones, quizás como nunca, para el optimismo. Y como siempre, razones para el desencanto. Entre las primeras, se debe anotar un poroto la integración regional, inédita y pacífica, sorprendentemente rápida. Entre las segundas, la falta de integración regional, su pereza, la lentitud, y el tiempo se agota. La maquinaria bélica yanqui necesita de guerras. Y está volviendo a mirar para acá.
Las esperanzas, miserias y grandezas (jo), los cambios, la corrupción, la desesperación, la sangre, la ilusión, las injusticias, las justicias de la dinámica del partido sandinista en Nicaragua, en la Nicaragua de las últimas décadas, puede servir de parábola de ese movimiento, sus grandezas y miserias (jo, de nuevo).
Hay un olvidable libro de un alto funcionario del partido comunista que se llama Grandezas y Miserias de los EEUU. Ahí cuenta, en plena dictadura del general Videla, su periplo, el del autor -vamos a obviar el nombre- por EEUU, donde explica, a los preocupados dirigentes sindicales yanquis, el asunto de los derechos humanos. Dice que las fuerzas democráticas -vienen a ser los militares de Videla- están combatiendo el terrorismo del ERP y Montoneros. Ni una palabra de los comunistas torturados y desaparecidos.
Mientras tanto, Omar Cabezas escribía, en ese mismo momento, La Montaña es algo más que una inmensa estepa verde, gran novela. Lástima que resultó, la montaña, nada más que una inmensa estepa verde, no tenía ni petróleo, ni muchas esperanzas. Es lo que hay.
Han sido las crisis militares las grandes encrucijadas de la clase trabajadora europea. Agravado el cuadro de la falta de gravitación de la clase obrera por el fenómeno de la globalización industrial. La clave, mámma mía, del asunto. La búsqueda del capital por, se diría, maximizar sus ganancias, pero en realidad es la búsqueda por disminuir sus costos. Esa globalización industrial, deslocalizada, fragmentadora, concentradora a la vez, disparó, a las nubes, al capital financiero. Ya sin sustento en el complejo industrial. Y militar. Como previsiblemente nos explican los profesores de economía. Aunque el asunto militar suelen pasarlo por alto.
La clase obrera de Europa tiene como representación política a los partidos, otrora socialdemóratas, hoy neoliberales, o sea, socialistas. Es, el socialismo, el último refugio de los canallas, como sostiene Jorge Dorio, el coplero de señoritas.
Las encrucijadas, a lo largo de la historia del capitalismo -o sea, la historia de Europa-, que ha soportado, con suerte diversa, la clase obrera europea, han parido, hegelianamente, la historia. Para bien. Y para mal. Mayormente para mal. La esperanza, dialéctica, del mundo podía situarse en sudamérica, no latinoamérica, en sudamérica porque es, hoy, tierra de paz, desarrollismo y naciente burguesía regional. Que feo situar a esos tilingos corruptos y berretas que se llenan de guita al lado del estado bobo, de discurso fuerte, que impera en los desarrollistas gobiernos nacional populares de esta zona, patio del mundo. Refugio de la esperanza. Pero.
Hay algo que está empezando a desflecarse, a desanimarse. Pero la historia es un libro de posibilidades múltiples. Hay razones, quizás como nunca, para el optimismo. Y como siempre, razones para el desencanto. Entre las primeras, se debe anotar un poroto la integración regional, inédita y pacífica, sorprendentemente rápida. Entre las segundas, la falta de integración regional, su pereza, la lentitud, y el tiempo se agota. La maquinaria bélica yanqui necesita de guerras. Y está volviendo a mirar para acá.
Las esperanzas, miserias y grandezas (jo), los cambios, la corrupción, la desesperación, la sangre, la ilusión, las injusticias, las justicias de la dinámica del partido sandinista en Nicaragua, en la Nicaragua de las últimas décadas, puede servir de parábola de ese movimiento, sus grandezas y miserias (jo, de nuevo).
Hay un olvidable libro de un alto funcionario del partido comunista que se llama Grandezas y Miserias de los EEUU. Ahí cuenta, en plena dictadura del general Videla, su periplo, el del autor -vamos a obviar el nombre- por EEUU, donde explica, a los preocupados dirigentes sindicales yanquis, el asunto de los derechos humanos. Dice que las fuerzas democráticas -vienen a ser los militares de Videla- están combatiendo el terrorismo del ERP y Montoneros. Ni una palabra de los comunistas torturados y desaparecidos.
Mientras tanto, Omar Cabezas escribía, en ese mismo momento, La Montaña es algo más que una inmensa estepa verde, gran novela. Lástima que resultó, la montaña, nada más que una inmensa estepa verde, no tenía ni petróleo, ni muchas esperanzas. Es lo que hay.
Bueno,tampoco es para tomárselo tan a la tremenda.Después de todo este mundo de mierda nunca fue gran cosa que digamos.Te lo recuerdo solo por levantarte un poco el ánimo.Arriba los corazones.Por otra parte está muy bien lo que decís.Saludos.
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