lunes, marzo 19, 2012

En la última peña de los viernes conocí personalmente a Abel, un grande, al que hay que leer

Abel Fernández, cargado de experiencia, en su blog (voy a disentir, pero sino sería todo muy aburrido, lo escribo en la próxima)

Dante Gullo, Lucas Carrasco y nuestro pasado

.
Juan Manuel Valdés, un joven peronista porteño (Suena bien, no? Casi habíamos llegado a pensar que era imposible que alguien reuniera más de dos de esas tres cualidades) me desafió ayer por tw a opinar sobre la polémica que se dio en Café Las Palabras. Y me mandó el video que puse al comienzo del post.
Como lo respeto, lo primero que hice fue escucharlo íntegro (Un esfuerzo militante. Casi nunca escucho enteros los programas políticos. Prefiero leer). Y les recomiendo que lo hagan, si ya no lo vieron. Lucas lo subió a su blog; y sospecho que ya debe estar en muchos lados. Provocativo, si los hay.
Es un poco largo, 45 minutos. Pero sólo la primera mitad está volcada a la historia, con las preguntas a Juan Carlos Dante Gullo. La otra, con Mariano Pinedo, tiene todo que ver con el presente y el futuro, aunque con ese apellido era inevitable que algo de historia se colara.
Igual, es esa primera mitad que nos va a tener a los politizados hablando y peleándonos. Somos argentinos y tenemos esa cosa con el pasado, que vuelve.
Un resumen, injusto: El Canca está dando una versión idealizada – todo cierto, pero que no hacía mención a la violencia entre quienes se decían peronistas; es decir, que dejaba mucho afuera – de las relaciones de Perón con la Juventud de la Tendencia Revolucionaria. Y Lucas Carrasco, que debe haber visto mucho cine francés en Paraná, se recuesta en el asiento y larga “El Perón que habla con el Che Guevara es el que vuelve y permite que maten a la JP“.
Se nota un descenso de unos 10 grados en la temperatura del estudio. Tengo que decir que nadie intentó silenciarlo – no era un tipo importante, como Alberto Fernández :=) – y que Gullo respondió bien, con dignidad. Recuerdo unas frases, sobre el rol que Perón les dió a los jóvenes. Dejó muy claro que ni la Juventud Peronista – la de la Tendencia y la otra, puedo decirlo porque hasta yo tuve un cargo electivo por los cupos que Perón puso – y las mismas organizaciones armadas, las “formaciones especiales”, habrían tenido el espacio político y las cuotas de poder en el Estado que tuvieron sino fuese por las decisiones de Perón.
Rafa, el Lobo Estepariosubió recién en su blog un testimonio de Dante Gullo sobre lo que pasó antes y después del 1° de mayo del ’74, registradas en el libro  Perón y la Guerra Sucia de Carlos “Chango” Funes, que amplían con detalles la historia de esos días. Vale la pena leer ese libro, también.
Ahora, le contesto a Juan Manuel. Y a ustedes: Me parece bien lo que hizo Lucas. También lo de Dante Gullo, ojo: Un político debe construir un relato para el futuro, eligiendo lo importante y lo que sirve. Pero no tenemos, todavía, (estoy esperando a Ezequiel Meler, Ángeles Anchou, otros…) los historiadores críticos que nos acostumbren a cuestionar los relatos del pasado cercano. Provocaciones como la que largó el colega bloguero… sirven para desafiarnos.
Sobre el tema en sí y ese tiempo… Se puede hablar mucho todavía – algo lo hice en este blog – pero ahora me parece importante señalar un hecho que se pasa por alto con facilidad, desde nuestro presente: La conducción política de las decenas de miles de jóvenes encuadrados – en forma bastante suelta, hay que decirlo – en la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista había llegado a estar en ese tiempo firmemente en las manos de una organización político-militar férreamente centralizada, Montoneros.
Se había ganado ese poder por la convocatoria romántica del heroísmo y la sangre sobre esos jóvenes, y también por decisiones de Perón: Galimberti como representante de la Juventud en la conducción, Juan Manuel Abal Medina, hermano de un difunto jefe de Montoneros, como Secretario General del Movimiento, Cámpora, la figura política más cercana a ellos, como candidato a Presidente, …
No importa. Seguía siendo una parte (importante) del “dispositivo” peronista, con el movimiento sindical, otros sectores de la Juventud, el Partido Justicialista y los otros partidos del Frente… Y contaba, como los años siguientes demostraron, sólo con una pequeña parte de los votos y las voluntades del pueblo peronista. Que se seguían referenciando, en su inmensa mayoría, en Perón.
El problema es que – como O.P.M., organización político militar – se reservaba el derecho de usar el asesinato como mecanismo de acción política. Nada extraño, entonces y ahora: la ETA, la OAS, las FARC, las Brigadas Rojas,… con discursos políticos muy diferentes lo usaban. Algunas todavía lo usan. Nada nuevo tampoco en Argentina: los enemigos del peronismo habían usado – no tanto el asesinato como la masacre indiscriminada y la tortura.
Igual, eso crea un problema muy difícil de manejar en la política, si uno de los interlocutores tiene un arma. Cuando eso se dio en la lucha interna del Movimiento, el sindicalismo, el primer afectado, empezó a armar sus propios grupos de fierreros (La historia es más complicadada. Siempre lo es. Muchos de los fierreros de las organizaciones armadas y sus enemigos venían de la lucha que el sindicalismo había bancado).
Los enemigos del peronismo, internos y externos, por supuesto ya tenían previstos sus grupos de asesinos, mucho más eficaces, como también se demostraría después. La forma en que Perón trató de manejar el problema cuando regresó a la Patria ¿era la más acertada? Murió muy pronto, y no puedo afirmarlo. Por mi parte, nunca encontré necesario asumir la infalibilidad papal en la política. Pero todavía creo – como estoy seguro que también lo hace Gullo – que la conducción de Perón era la mejor esperanza para una Argentina en que nuestros enfrentamientos internos se habían mezclado con la guerra global.


Link original

1 comentario: