lunes, mayo 07, 2012

Declaración de principios



La sanción de la expropiación de YPF tiene la arista, en el devenir de las categorías políticas con las que pensábamos la realidad, que marcan, digamos, una disidencia, cuyo desarrollo no está inscripto en lo inexorable, pero tampoco estaba entre las posibilidades inmediatas de quienes pensaban la política en los límites estrechísimos de la argentina: que la mayoría de la oposición política decidiera marcar un fuerte gesto de disidencia con la conducción, hasta entonces indiscutida, del Grupo Clarín.
Algunos, en el campo del kirchnerismo, y en menor medida en la oposición política, señalaban que ese rumbo carecía ya de sentido. En el kirchnerismo, como mi caso, desde una posición de agotamiento de una direccionalidad que estaba gastando, a esta altura, pólvora en fantasmas. No se trataba de obviar los problemas concretos de la realidad, sino de abordarlos, justamente, dando por sentado que esa realidad impactaría, tarde o temprano, sobre el conjunto de las creencias que dan sentido a un dispositivo de praxis. Lo inesperado, entonces, aconteció. De una manera, a mi criterio, alegre. Cristina retomó la iniciativa política, volvió a enamorar, con la recuperación de YPF. Que, a su vez, desnudó este mojón de la posibilidad de configurar un nuevo escenario. Habrá que seguir esta pista, ver si se profundiza, por la salud democrática. Y la república. Aunque sean palabras gastadas en el abecedario práctico de la política de dos siglos en nuestro país.
Hay varios movimientos en el tablero político de los últimos meses. Por un lado, la asunción, con sus más y sus menos, de la falla estructural de la tesis de construir una burguesía nacional. La tragedia de Once fue el hecho luctuoso que marcó el fin de cierta situación política donde el lumpenburguesariado disfrutaba de la debilidad estatal y de estar escondido. Un subproducto de la ley de medios fue visibilizar este lumpenburguesariado que, la decisión estratégica de recuperar YPF redimensiona: ¿qué sucedería si ocurriera otra tragedia ferroviara? ¿cuálesa medidas lo impedirían, acaso la intervención de la empresa? ¿Alcanza, en todo caso, dado que las tragedias son también, en cierto punto, impredecibles, para asegurar la convicción social de que se tomaron todas las medidas necesarias?
La debilidad política del estado no soportaría el análisis colectivo: ¿cómo justificar que el estado puede manejar la principal empresa del país pero no la concesión, ridícula además porque se le paga al concesionario, de los trenes?
Se podrá, eventualmente, medir tiempos, tácticas, modalidades, pero bajo la constatación del fracaso del modelo de lumpenburguesariado que el concesionario de trenes representa.
Pero el alcance del análisis político va más allá. Y remite a la corrupción, estructural, que fue el fundamento correcto con el cual el neoliberalismo, en el momento y lugar indicados, absorvió el necesario consenso para dilapidar el ahorro de generaciones de argentinos.
Otro de los matices en el tablero político remite al lugar que están ocupando las provincias en la definición de las políticas del estado nacional. En la avanzada ante YPF y en el tema de la minería. Pero, además, las provincias están teniendo, obligatoriamente, que ajustar cuentas con la oligarquía que favorecen, en especial en la pampa húmeda, ante el dilema de hierro de emitir letras para paliar el déficit o cobrar impuestos a los que más tienen y hasta son archisubsidiados.
Es el radicalismo el que está en mejores condiciones -aunque lejanísimas- de aboradar esta coyuntura. La misma coyuntura que implica que después de las elecciones legislativas de 2013 -donde se renueva la composición parcial de la cámara acordada popularmente en 2009, año de derrota simbólica del kirchnerismo y más bajo piso electoral del mismo, putitos- pueda Cristina contar con la posibilidad cierta de plantear una reforma constitucional, con la posibilidad de su reelección pero que también, y más importante incluso, desmonte el aparato jurídico neoliberal de la constitución negociada del 94. En línea con los cambios regionales que están, también, reconfigurando la política argentina.
La magnitud de los desafíos que se abren conviene, además, entender que excede el pobre marco de análisis con el cual hoy se destacan los chamuyadores de ocasión. La disputa entre China y los Estados Unidos, que propicia el escenario militar caótico abierto por el eje anglosajón que encabeza y lidera con mano de hierro EEUU, y que se expresa con vigor en la dirección de la crisis europea, significa tanto las condiciones de posibilidad de la expropiación de YPF como las condiciones de posibilidad de un eventual fracaso de esa estrategia. A ver. No está en los papeles del kirchnerismo que la gestión de la principal empresa del país fracase, y eso está mal. No hay plan B. No se trata de fracasar con las modalidades empresariales, que configuran un conjunto estúpido de metas que hablan el lenguaje vano de las corporaciones, sino en sus resultados sociales y en el desempeño que en el imaginario de la gente obtengan. Y acá, nuevamente, se reitroduce el abanico de categorías de análisis de los medios, bastante viejas y poco eficaces ciertamente en los estudios comunicacionales, pero sin olvidar que justamente el éxito del kirchnerismo se configuró en, para usar esas categorías sin complejidad y obturadoras incluso del escenario futuro, "la práctica de gobierno".  Mis amores. El mundo, tal y como lo conocimos y pensamos, se está yendo a la mierda. Sin el menor atisbo de pena. Sudamérica, y Argentina con peculiar entusiasmo y audacia, han emprendido un rumbo desafiante, contrario, un hecho que tiene poquísimos antecedentes en la historia. Lo que se juega es demasiado grande para que cuatro pelotudos con la misma visión política que una marmota quieran anteponer sus intereses al del conjunto de los argentinos. Se necesita pensar, estratégicamente, con mayor profundidad. Hacer un cálculo riguroso de costos y beneficios. Establecer parámetros de qué es lo importante y qué lo accesorio. Qué salvar, qué descartar. Qué es coyuntural, qué permanece. La dinámica de la realidad arrastra a quienes tienen la valentía de aceptar el reto de transformarla, después están los eternos conservadores que entienden, desde sus limitaciones, que profundizar es machacar con necedad las mismas categorías hasta que sangren, fosilizadas. En las ruinas. Pero con toda la secta abrazándose al inodoro, juntitos, para soportar la resaca.




1 comentario:

  1. Confío en que aprenderás a manejar meros valores instrumentales, Lucas. ¿Qué problema tenés con el lenguaje de las corporaciones y los alfajores? No son más lindos que vos, no les creas. Y tampoco da para subestimarlos tanto, que después te enganchan subestimándote a vos mismo jaja, trosko hdp!

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