La leche en polvo, el pan, los fideos, el arroz, la polenta Y LAS VERDURAS; es decir, la dieta diaria de la mitad de la argentina, se van por las nubes. No hay en el gobierno sensibilidad sobre este tema. Básico, fundamental. Los grandes monopolios -los intocables, los monopolios que joden a la gente más pobre, como los privatizados de los servicios públicos y los de la alimentación, donde Polémico Moreno no juega a ver quién la tiene más larga- son la canaleta de la droga y el juego de la que hablaba el entonces presidente de la UCR como destino del dinero de la Asignación Universal por Hijo y las Jubilaciones Para Todos, las dos grandes medidas distributivas, legado del kirchnerismo la patrimonio cultural de los argentinos.
Incluso, la desaceleración de la inflación que se procura de manera ortodoxa, bajando el consumo (lo que no configura un ajuste como anunciaba, orgullosa, la derecha, con fuegos que ya se apagaron: bah, algo de ajuste hay, pero para España, los EEUU y los grandes consumidores locales, antes se les llamaba redistribución del ingreso, ja) llevó a estos precios hacia arriba, por el efecto de achicamiento de la curva de crecimiento del consumo en sectores de trabajadores que no están en la pirámida de la escala laboral (que no pagan Ganancias, digamos, el impuesto progresista que la CGT quiere sacar con argumentos a la derecha de su dial).
Éste tema, el precio de la canasta, no la del INDEC, sino la escueta canasta, más fácil de regular -la canasta promedio del INDEC abarca distintas clases sociales y geográficas, con lo cual, naturalmente, es más amplia, además por que se usa como indicador global estadístico del consumo para medir la pobreza y la indigencia-de los pocos productos y marcas que consumen, como alimento base, la mitad, ni más ni menos que la mitad de los argentinos; éste tema, es el que puede socavar no la imagen presidencial, que se compone de éste pero también de otros elementos más complejos, sino el entusiasmo por algunas medidas del gobierno, incluso en el porvenir. O sea, sino es por ética, por lo menos, que sea por oportunismo. Pero es un asunto grave y urgente.
En La Cámpora de Parque Patricios, un barrio del sur porteño, hacen compras comunitarias: ése es el camino para una militancia práctica, que dote de sentido la acción política y de sensibilidad, y que procure, a la vez que la satifscacción de un bien, la pedagogía sobre cómo resuelve, de manera cruel, el mercado, estas cosas.
Buenas noches. Putitos.
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