jueves, mayo 10, 2012

Tensiones II: Cuentas Claras


El retorno de la política, como enunciado, contiene las claves interpretativas de un ciclo inaugural, que disculpa a los participantes llanos del festival idiota de la década del 90 y, a  su vez, incorpora significado, más que nuevas generaciones, al núcleo fundante del kirchnerismo que es la clausura de la impunidad por los delitos de lesa humanidad.
Estructura un marco de comprensión que dota de peso a esa práctica breve de la participaciòn simbólica en algo más vasto, la participación con liviandad en algo pesado, inflado por la dramaticidad de los hechos. Operaciones legítimas que legitiman desmesuras, autonarran tribialidades, embanderan generaciones prohibidas y con el juego de los símbolos desjerarquizan cualquier jerarquía individual de valores y metas. Acá nadie es boludo, convengamos.
Pero no hay práctica política que pueda salirse de estos dispositivos técnicos y su eficacia reside en acorralar a la derecha a los lugares de la nostalgia y a la izquierda a su lenta autodestrucción, lo que, económicamente vuelve cíclicamente en defensa de su propia existencia un paso más a su propia autodestrucción. Jamás, en esas condiciones, logrará proponer una agenda propia. Dado que ni siquiera, todavía, comprende lo que les pasó y seguirá pasando.
La derecha queda acorralada en la nostalgia por la contundencia de la memoria, por no decir, no querer decir, que el cierre de la herida abierta por la impunidad fue traumático y, a mediano plazo (en éstos plazos, los días de hoy) suicida.
La izquierda por no reconocer ese mismo cierre simbólico como el comienzo de una etapa, que incluso, podía tenerlos en la feria inaugural.
Quedó, el kirchnerismo, como autorepresentación, parado, solo, en el escenario político. Por la persistencia, igual que en las viejas formaciones de izquierda pero con vocación de masas, la persistencia de su liderazgo. Y de su enunciado. Y de sus narraciones. ¿Y si eso, ese suelo, se estuviera horadando? ¿Si requiriera un service? Quién sabe, entonces, cuál olfato predominará: si el instinto de supervivencia o el de adaptación.
Tres movimientos en el tablero político:
1) La decisión de defender a Boudou, aún cuando no hay explicaciones claras, bajo argumentos tremendistas que corren, peligrosamente, los límites de las cosas simbólicas. Cuidado, quizás no pase, ahora, a mayores, pero esos movimientos tienen siempre el riesgo inherente de que estallan en las cabezas que se obligaron a aceptar cualquier cosa. Pero el punto no es Boudou, cuya suerte polìtica sólo importa en el Palacio. El punto es la tragedia de Once. La rapidez para el procesamiento, las rutas inválidas, los archivos rotos, los residuos de una tecnología cuyo fin tienta a frenarse a pensar.

2) La recuperación de la clase política, herida, como clase -en el sentido sociológico de subclase de la clase dirigente, subproducto de élites- hasta muy entrado el proceso kirchnerista, quizás hasta hace meses, implica el retorno de la lucha por lo pequeño. Y cierto estancamiento en la eficacia de las consignas inaugurales.

3) La continuidad de sentido, como radicalización de la mismidad, al interior del nuevo dispositivo kirchnerista, más puro, gradualizado de "lo viejo" a límites arriesgados. Yo por supuesto acompaño con entusiasmo ese desplazamiento, que además, había, en mi mente, aspirado. Pero no por eso hay que dejar de señalar la apuesta audaz, que como todo, puede salir mal. El acto del kirchnerismo radicalizado, en Vélez, mostró su fortaleza, la recuperación de la iniciativa, las ganas del porvenir, su vitalidad como novedad viejísima. También sus límites a la reflexión y la crítica, las estrecheces de precisiones, pero un diálogo intergeneracional que promete, que recurre, a su explicación, al uso de lenguajes viejos, pero que tampoco acotan lo que se expresa en potencia.


Los quiero a todos. Putitos.


1 comentario:

  1. espero que ese diálogo intergeneracional del que hablás (expulsivo, por cierto, de otros diálogos, o asi al menos parece presentarse) del que parece haber frutos, sepa y pueda aguantar los trapos si es que asi se hace necesario. La expulsion de ese diálogo de los actores del mundo del trabajo (a instancias del inutil de tomada... bue, inutil para la gestión pero no para poner kioskitos) y la retórica anti sindical que últimamente colma los discursos de cristina, me preocupan mucho. Ante un conflicto como el de la 125, cuánto aguanta la muchachada con blackberry que dialoga intergeneracionalmente?

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