El amor platónico y el amor aristotélico

Estoy en contra, por favor, tomen asiento, no es nada grave lo que voy a decir, sólo que, como tengo cuenta de Twitter, debo tener una posición contundente sobre todo tema habido y por haber entonces, es que, estoy en contra de los amores platónicos. No así, por ejemplo, de los amores aristotélicos. Es que, como Marx, soy un hegeliano de izquierda.
Un amor platónico es aquel que, perteneciente a la esfera de las ideas, nunca tendrá contacto, imposibilitado filosóficamente, con el carnal mundo de las cosas. De modo que no hay manera ni lugar para la esperanza. Que deviene, la esperanza, de la espera. Ni tiene, el amor platónico, la idea -la idea de la idea solamente, pero ese acto de sí está reservado a dios- de sustituir el objeto del deseo. Y es, encima, el amor platónico, una especie de alegoría de sí, pero en un mundo sensible. Un verdadero asco. Sólo asequible para grupis, especie, por suerte en extinción, que involuciona la especie humana.
El amor aristotélico es un acto en potencia. Que puede no realizarse. Pero permanece, en su devenir, en potencia. La cosa que es es también, en el mismo movimiento, su potencialidad. Es un amor, sí, pajero. Pero con más carnadura, en el plano masturbatorio de lo simbólico.
Esto es todo, mis amores, buenas noches.

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