viernes, julio 13, 2012

Gracias Barragán: YO POR LO MENOS VINE LÚCIDO. Je. Barragán y Edgardo Mocca viven en el corazón de este blog. Y estoy hablando en serio.

POLITICA // OPINIÓN

GILDA, LUCAS Y OTRAS REALIDADES TAMBIÉN

Las cosas que pasan mientras uno intenta comprender las cosas que pasan son insoportables. Quizá por eso sea mejor mirar la televisión y fumar y olvidar para acordarse.

Carlos Barragán // Jueves 05 de julio de 2012 | 18:34

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Opinión
Gilda, Lucas y otras realidades también
Las cosas que pasan mientras uno intenta comprender las cosas que pasan son insoportables. Quizá por eso sea mejor mirar la televisión y fumar y olvidar para acordarse.
ARGUENTINA CON U
Gilda le dice a Johnny “¿Sabés cuánto te odio, Johnny? Te odio tanto que sería capaz de hundirme a mí misma si supiera que vos te hundirías conmigo.” Y todo eso pasa en Argentina, porque la película de Rita Hayworth y Glenn Ford -supongo que una de las diez o veinte más famosas del cine mundial- transcurre en un casino en la Argentina, donde el juego está prohibido, aclaran. Ahí los actores pronuncian “arguentina” como pronuncian “guilda”, ambas sin la ye esperable en las producciones de Hollywood. Habrá sido el criterio de un guionista sofisticado. 
La ambientación en nuestro país tiene ribetes alucinantes, en un momento una gran fiesta en el casino es animada con la Marcha de San Lorenzo, cantada por todos los hombres y mujeres participantes, con la misma alegría que si estuvieran cantando Vení Raquel. 
Gilda y Johnny se odian, claro que se aman porque se amaron antes, pero se odian hondamente. Gilda odia sin medidas, sin límites, realmente parece estar dispuesta a hundirse si con eso logra que Johnny comparta su destino. Él, en cambio, la odia cobardemente, mide las cosas. Quizá no la odia tanto porque sólo Gilda puede amar y odiar sin medida. Pero la cobardía de Johnny es capaz de cuidar a Gilda que lo odia. 
Hay una metáfora ahí para aplicar a cosas nuestras, pero no me cierra del todo la parte del amor.
CARRASCO Y PERÓN
Hace unos días Lucas Carrasco en su hipnótico blog se preguntaba “¿Qué hacer con los imbéciles?” y se respondía “Reírse, no queda otra”. Y nos adjuntaba una nota aparecida en La Nación en donde un ensayo de un abogado -de apellido italiano- (Borges ya estaría riéndose de tanto oxímoron) va encontrando con obviedad de periodista los peligrosos parecidos entre la Alemania de Hitler y la Argentina de los Kirchner. Una imbecilidad, Lucas tiene razón, una imbecilidad que pueden detectar sólo los kirchneristas distraídos en su felicidad y algún que otro lúcido distraído en su lucidez. Todo bien, pero recuerdo a un psicólogo que unos meses atrás me contaba de una paciente que se gastó la sesión llorando en el diván porque ya no soportaba vivir en un país así. ¿Cómo “así”? Así: sin libertad, con autoritarismo, con crispación, con una mitad enfrentada con la otra, con agresiones, violencia, frenesí y exacerbación desquiciada! Este país es insoportable, lloraba la señora. Sí, está bien, pelotudeces alemanas que socavaron la psiquis de esta señora, pero que –por eso existen los terapeutas y de eso viven- son una realidad para ella –y otros- que sufren sin parar.  
La alegría también es algo que está en la psiquis, por eso nos reímos de las imbecilidades, como propone Lucas. 
Ya no está Perón para recordarnos cuál es la única verdad. 
La derecha liberal está fundada en falsedades. 
El peronismo exagera sólo lo necesario, que a veces es mucho.
Hasta a los terapeutas les van bien con Cristina.
EL KIRCHNERISMO SÍ QUE ES UNA LOCURA
Cristina está loca. Lo descubrimos por estos días. Creo que lo descubrí un poco antes que los demás, pero no por mi multipremiada sagacidad sino por mis costumbres retorcidas. Es que de a ratos escucho a Tenembaum en la radio y él es el más sensible de los periodistas profesionales. Él fue el primero en captar esta nueva operación que ya se puso vieja (ya lo había hecho antes con “son lo mismo que Menem” y “son todos ladrones” y “Néstor era soportable”). Y escribo “operación” y pienso en “operación” y la verdad es que tengo dudas de que sea exactamente una operación. Me retracto aquí. Porque estoy seguro de que nunca hubo una reunión secreta entre Pagni, Leuco, Nelson, Tenembaum, el petiso bobo, Fontevecchia, Longobardi y un par más que se dedicaron a inflar este globo, sorprendidos porque Cristina toma decisiones desde su locura, y no haciendo maquiavélicos y perversos cálculos (como hacía antes de estar loca). No sé si es una operación. Una verdadera operación requeriría de algún tipo de tácticas consensuadas. Un “pongámonos de acuerdo”. Pero no, los profesionales se ponen de acuerdo solitos, aislados, sin que nadie les diga nada. Olfatean, sienten, vibran, perciben y son como instrumentos musicales. Están afinados en la misma nota. Depende dónde se los toque, todos sonarán igual. Afinan entre ellos y suenan como una orquesta. Y cuando suenan son el reverso del trovador que canta lo que sucede. Son Xuxa sin mensajes satánicos.
    
CIGARRILLOS PARA EL OLVIDO
Soy un fumador. Sí, ya estoy ganado por la semiótica de los neumólogos. Soy un fumador, soy un cuadro clínico y lamento no ser un tipo que fuma, como un tipo que compra queso, o un tipo que escribe, o que se deja la barba. Y soy un fumador descontrolado con varios paquetes: uno sin abrir, otros abiertos donde hay uno casi lleno, y uno o dos más con tres o siete cigarrillos en cada uno. Y como soy un fumador realista, y sé que no puedo quedarme sin puchos aunque me olvide de comprarlos, ando guardando cigarrillos para el olvido. Tengo un cajón para eso, y ahí abandono un atado con tres puchos, aunque a veces tiene ocho. Nunca lo sé porque no lo recuerdo. Entonces cuando se me termina el atado que estoy fumando, y cuando ya me fumé los dos cigarrillos que tenía en el paquete bis, recurro al cajón del olvido y me encuentro con mi pasado. A veces está bien porque me alcanza. A veces hay apenas un pucho doblado dentro de un atado arrugado. Y hay veces en que me olvidé de cargar el cajón del olvido. Y me odio profundamente. Nunca me odio por ser un fumador y no cuidarme del futuro de mi salud, me odio por no cuidarme del futuro real: la falta de puchos. 
Si los puchos fuesen algo saludable, nada de esto tendría el mínimo sentido.
Las cosas saludables sólo tienen sentido para los publicistas y otros enfermos.
QUERIDA TELEVISIÓN: 
La televisión estaba mejor antes, con los televisores de vidrio abombado. Era una manera de avisar que lo que ahí ocurría era una versión deformada de la deformidad del mundo. Eso ya no ocurre con las teles planas, aunque la deformidad persiste. Porque la deformidad resiste cualquier cosa. En la tele no hay nadie sobrio, no en cámaras. Sólo hay algunos detrás de ellas. En la tele un intelectual parece aburrido, guitarrero o loco, mientras que cualquier ingenioso parece inteligente. En la tele una mirada perdida o desatenta te hace parecer infradotado, y un infradotado parece divertido, periodista o conductor –quizá me encuentren allí. En la tele hay que estar quieto para demostrar que uno genera pensamiento, y gesticular mucho para demostrar que uno genera alegría. En la tele hay que mantener las formas porque el fondo es la forma. En la tele la realidad aparece de casualidad, cuando menos se lo espera, como una falla del sistema/tele. (Y es ahí cuando el intelectual parece inteligente; y el estúpido, estúpido.) En la tele me pongo gel en el pelo para que mi cabeza no parezca un felpudo que agarró el gato, que es lo que mi pelo es. En la tele hay un gordito que denuncia la infinita pobreza de su horrible país abrigado con camperas de varios sueldos mínimos, y la tele admite y festeja esa y otras impudicias. 
En la tele se puede hacer cualquier cosa menos comportarse como si uno no estuviera en la tele. Porque un exceso de realismo podría hacernos creer que la única verdad es la realidad. Y eso podría provocar que inmediatamente dejáramos de creer en la tele. Nuestro credo. Nuestra mamá. Nuestra Gilda. 

ARGUENTINA CON U

Gilda le dice a Johnny “¿Sabés cuánto te odio, Johnny? Te odio tanto que sería capaz de hundirme a mí misma si supiera que vos te hundirías conmigo.” Y todo eso pasa en Argentina, porque la película de Rita Hayworth y Glenn Ford -supongo que una de las diez o veinte más famosas del cine mundial- transcurre en un casino en la Argentina, donde el juego está prohibido, aclaran. Ahí los actores pronuncian “arguentina” como pronuncian “guilda”, ambas sin la ye esperable en las producciones de Hollywood. Habrá sido el criterio de un guionista sofisticado. La ambientación en nuestro país tiene ribetes alucinantes, en un momento una gran fiesta en el casino es animada con la Marcha de San Lorenzo, cantada por todos los hombres y mujeres participantes, con la misma alegría que si estuvieran cantando Vení Raquel.

Gilda y Johnny se odian, claro que se aman porque se amaron antes, pero se odian hondamente. Gilda odia sin medidas, sin límites, realmente parece estar dispuesta a hundirse si con eso logra que Johnny comparta su destino. Él, en cambio, la odia cobardemente, mide las cosas. Quizá no la odia tanto porque sólo Gilda puede amar y odiar sin medida. Pero la cobardía de Johnny es capaz de cuidar a Gilda que lo odia. Hay una metáfora ahí para aplicar a cosas nuestras, pero no me cierra del todo la parte del amor.

CARRASCO Y PERÓN

Hace unos días Lucas Carrasco en su hipnótico blog se preguntaba “¿Qué hacer con los imbéciles?” y se respondía “Reírse, no queda otra”. Y nos adjuntaba una nota aparecida en La Nación en donde un ensayo de un abogado -de apellido italiano- (Borges ya estaría riéndose de tanto oxímoron) va encontrando con obviedad de periodista los peligrosos parecidos entre la Alemania de Hitler y la Argentina de los Kirchner. Una imbecilidad, Lucas tiene razón, una imbecilidad que pueden detectar sólo los kirchneristas distraídos en su felicidad y algún que otro lúcido distraído en su lucidez. Todo bien, pero recuerdo a un psicólogo que unos meses atrás me contaba de una paciente que se gastó la sesión llorando en el diván porque ya no soportaba vivir en un país así. ¿Cómo “así”? Así: sin libertad, con autoritarismo, con crispación, con una mitad enfrentada con la otra, con agresiones, violencia, frenesí y exacerbación desquiciada! Este país es insoportable, lloraba la señora. Sí, está bien, pelotudeces alemanas que socavaron la psiquis de esta señora, pero que –por eso existen los terapeutas y de eso viven- son una realidad para ella –y otros- que sufren sin parar.  La alegría también es algo que está en la psiquis, por eso nos reímos de las imbecilidades, como propone Lucas. Ya no está Perón para recordarnos cuál es la única verdad. La derecha liberal está fundada en falsedades.
El peronismo exagera sólo lo necesario, que a veces es mucho.
Hasta a los terapeutas les van bien con Cristina.
EL KIRCHNERISMO SÍ QUE ES UNA LOCURA

Cristina está loca. Lo descubrimos por estos días. Creo que lo descubrí un poco antes que los demás, pero no por mi multipremiada sagacidad sino por mis costumbres retorcidas. Es que de a ratos escucho a Tenembaum en la radio y él es el más sensible de los periodistas profesionales. Él fue el primero en captar esta nueva operación que ya se puso vieja (ya lo había hecho antes con “son lo mismo que Menem” y “son todos ladrones” y “Néstor era soportable”). Y escribo “operación” y pienso en “operación” y la verdad es que tengo dudas de que sea exactamente una operación. Me retracto aquí. Porque estoy seguro de que nunca hubo una reunión secreta entre Pagni, Leuco, Nelson, Tenembaum, el petiso bobo, Fontevecchia, Longobardi y un par más que se dedicaron a inflar este globo, sorprendidos porque Cristina toma decisiones desde su locura, y no haciendo maquiavélicos y perversos cálculos (como hacía antes de estar loca). No sé si es una operación. Una verdadera operación requeriría de algún tipo de tácticas consensuadas. Un “pongámonos de acuerdo”. Pero no, los profesionales se ponen de acuerdo solitos, aislados, sin que nadie les diga nada. Olfatean, sienten, vibran, perciben y son como instrumentos musicales. Están afinados en la misma nota. Depende dónde se los toque, todos sonarán igual. Afinan entre ellos y suenan como una orquesta. Y cuando suenan son el reverso del trovador que canta lo que sucede. Son Xuxa sin mensajes satánicos.    

CIGARRILLOS PARA EL OLVIDO

Soy un fumador. Sí, ya estoy ganado por la semiótica de los neumólogos. Soy un fumador, soy un cuadro clínico y lamento no ser un tipo que fuma, como un tipo que compra queso, o un tipo que escribe, o que se deja la barba. Y soy un fumador descontrolado con varios paquetes: uno sin abrir, otros abiertos donde hay uno casi lleno, y uno o dos más con tres o siete cigarrillos en cada uno. Y como soy un fumador realista, y sé que no puedo quedarme sin puchos aunque me olvide de comprarlos, ando guardando cigarrillos para el olvido. Tengo un cajón para eso, y ahí abandono un atado con tres puchos, aunque a veces tiene ocho. Nunca lo sé porque no lo recuerdo. Entonces cuando se me termina el atado que estoy fumando, y cuando ya me fumé los dos cigarrillos que tenía en el paquete bis, recurro al cajón del olvido y me encuentro con mi pasado. A veces está bien porque me alcanza. A veces hay apenas un pucho doblado dentro de un atado arrugado. Y hay veces en que me olvidé de cargar el cajón del olvido. Y me odio profundamente. Nunca me odio por ser un fumador y no cuidarme del futuro de mi salud, me odio por no cuidarme del futuro real: la falta de puchos. Si los puchos fuesen algo saludable, nada de esto tendría el mínimo sentido.Las cosas saludables sólo tienen sentido para los publicistas y otros enfermos.
QUERIDA TELEVISIÓN:

La televisión estaba mejor antes, con los televisores de vidrio abombado. Era una manera de avisar que lo que ahí ocurría era una versión deformada de la deformidad del mundo. Eso ya no ocurre con las teles planas, aunque la deformidad persiste. Porque la deformidad resiste cualquier cosa. En la tele no hay nadie sobrio, no en cámaras. Sólo hay algunos detrás de ellas. En la tele un intelectual parece aburrido, guitarrero o loco, mientras que cualquier ingenioso parece inteligente. En la tele una mirada perdida o desatenta te hace parecer infradotado, y un infradotado parece divertido, periodista o conductor –quizá me encuentren allí. En la tele hay que estar quieto para demostrar que uno genera pensamiento, y gesticular mucho para demostrar que uno genera alegría. En la tele hay que mantener las formas porque el fondo es la forma. En la tele la realidad aparece de casualidad, cuando menos se lo espera, como una falla del sistema/tele. (Y es ahí cuando el intelectual parece inteligente; y el estúpido, estúpido.) En la tele me pongo gel en el pelo para que mi cabeza no parezca un felpudo que agarró el gato, que es lo que mi pelo es. En la tele hay un gordito que denuncia la infinita pobreza de su horrible país abrigado con camperas de varios sueldos mínimos, y la tele admite y festeja esa y otras impudicias. En la tele se puede hacer cualquier cosa menos comportarse como si uno no estuviera en la tele. Porque un exceso de realismo podría hacernos creer que la única verdad es la realidad. Y eso podría provocar que inmediatamente dejáramos de creer en la tele. Nuestro credo. Nuestra mamá. Nuestra Gilda. 

8 comentarios:

  1. LUCAS: NOS ESTÁN PEGANDO MAL (LEE ESTO)13 de julio de 2012, 10:26 a.m.

    LEE ESTA COLUMNA, ES TERRIBLEMENTE SÓLIDA LOCO

    http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=3681

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  2. Si el nabo de Barragán ("es un quemo") critica al gordito porque habla de la pobreza y usa ropa cara, ¿qué queda para la viudita que tiene 3 palos verdes?

    Argumento ridiculo. Descalificador.

    Lo que diga Cachanosky me tiene sin cuidado. Es como lo que dice Espert, ponele.
    Pero, eso sí, no se sale del control de cambios sin devaluar y sin las consecuencias de devaluar.

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  3. Gobierno de mi...! Y mis dólares? eh? dónde están mis pu...dólares?......Ah, pero como, Duhalde no está más?? No sabía. Lo que pasa que el Sr. Duhalde había dicho no se que cosa de los dólares.....que me los iban a devolver. Disculpenmen......no tengo mucho tiempo de andar con esto de las noticias y que se yo. Ando medio desinformado. vio? De la Rúa, ya fuè, no? Yo a ese le tenía fé. Saludos. Les pido otra vez mis sinceras disculpas.

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  4. Cachanosky hace lobie político, pero hay que darle la puta razón de que no salimos de esta sin devaluar y que los que pagaran los platos rotos somos los mas pobres. Por tres pelotudos que no saben de economía la pagamos todos y arruinan las cosas que en estos años se hicieron bien.

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  5. un pibe con la remera de los redondos en el chateau carreras golpea la puerta de su casa, salen los padres y les dice "vieja.. viejo que paso?"

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  6. anònimo es un flor de pelotudo. porque la viuda no denigra a su propio paìs, sino que con su acciòn de gobierno lo trata de mejorar de cualquier forma y por todos los medios. aùn los que son màs antipàticos para la estùpida clase media argentina. no hay que perder nunca de vista el bien mayor. No hay nada que hacerle: Cristina no lleva al paraìso a patadas en el culo. Enteràte de una vez, anònimo.,

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  7. no lleva? nos lleva?

    la viudita lamentablemente ya perdió toda moderación y vergüenza. Parece uno de los quias en una fiesta a las 5 rechupado que no puede parar de hacer boludeces.

    De cualquier forma y de todos los medios es decirle "ese pelado que mira" "al lado del pelado este que esta mirando" al ministro de economia de España? y atracarle los dolares que les giran del exterior a los jubilados?

    Cualquier millonario prepotente de un pais onda Costapobre, con su sola estampa denigra al pais

    La clase media fue la magnífica obra de Perón. Esquivamos un destino latinoamericano de gente muy rica o muy pobre.

    Los pésimos gobiernos peronistas año tras año nos vuelven a nuestro destino: gente de mucha guita o pobre

    Y a la clase media encima de ordeñarla la putean, porque tiene educación suficiente como para advertir que los del gobierno son unos desvergonzados chorros que dan plata a cambio de votos

    Pobre: date cuenta, Cristina es como caballo de prócer. No te caga, pero no te lleva a ningún lado

    El seguro de 0km vale 700 mangos por mes...te tiene que sobrar bien la guita. Antes te podias comprar cevi, renault 4 reault 6, citroen, falcon sin 0 km si que te sobre bien la guita... la clase media la estan destruyendo dia a dia los pésimos gobiernos peronistas

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