Zambayonny cuenta que mandó una carta con remitente "Estados Unidos", que no prosperó (desconociéndose las razones) para que su cara se ponga en los billetes de la moneda yanqui, el dólar.
Probablemente, para una mayoría, sencillamente, el chiste no sea comprendido del todo. Porque en su vida mandaron una carta. Hay una conjunción de hechos duros en nuestro país. Superpuestos a la brecha digital. La brutal desigualdad social que sufrimos, sistemáticamente, antes del 2003. Que agrandó a límites imposibles la brecha digital. Que según los tecnólogos al habla, venía a acortar. Mentira. Fugaz promesa. Que se suele repetir en la historia de las tecnologías y soportes comunicacionales. Pero acá viene la dialéctica, en el sentido filosófico, materialista, del término. El kirchnerismo, principalmente desde los últimos años (cuando salimos del purgatorio, cuando pasó lo peor de la crisis) hizo de acortar esta brecha una política de estado. Tiene, ésto, una dimensión difícil de ver en el momento. Una proyección quizás equiparable a la política de Sarmiento. Que no entregó, digamos, desde los altares del normalismo, una escuela por ciudad, tampoco, de haber querido ablandar el presupuesto de guerra interna y carnicería de opositores y razas, tampoco hubiera podido. O el caso de las máquinas de escribir de Evita.
Su dimensión alcanza, recién, con el tiempo. Hay otras variables, obviamente, en el discurrir del tiempo. Pero, creo, va por ahí. Buenas noches, manga de amorosos hijos de puta. Qué feo que suena, convengamos, decir manga. Manga.
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