Crónica de una muerte anunciada: para cerrar los ojos y escuchar. Esperando.

Como una Crónica de una muerte anunciada se espera el 7D y todos los análisis, de lo que suceda, lo que no y lo que sucederá, gastan energías en este gran y ruidoso tema de microclima. Es rara, para la tradición argentina, la espera: los acontecimientos no se anuncian, por su propia naturaleza, son un parate en el devenir. Una dirección equivocada. Tienen cierta ajenidad con el transcurrir, algo de sorpresa. Los principales jugadores -el gobierno y el Grupo Clarín- no muestran sus cartas. En el fondo y en la superficie está la obligación del gobierno de hacer cumplir la ley de medios en todo su esplendor. Hay artículos que son de chiste, como el de "fin del espacio publicitario", luego, Fantino presenta todos los chivos habidos y por haber mientras entrevista a Gabriel Mariotto, que calla. Pero hay otros que son serios: los medios estatales y sociales que no aparecen, a 3 años de sancionada la ley, no son de exclusiva responsabilidad, aún con su impericia de gestión, del Poder Ejecutivo. Es en vano pedir la emergencia de nuevos actores cuando persisten situaciones monopólicas. Pero tampoco puede uno engañarse que esos medios están impulsados y solo esperan el 7 de diciembre para empezar a competir (¿qué pasó con las nuevas mediciones de audiencia que iban a hacer las universidades? Otro de los tantos anuncios disparatados de Mariotto) en un espectro no tan concentrado.
Mientras tanto, todo lo demás que hace a la gestión de gobierno, luce deslucido. Excepto el histórico traspaso del subte, una medida de enormes dimensiones históricas. Y la medida fiscal más progresiva del año. Que opaca y por lejos las decisiones mediopelo del equipo económico (hoy volvieron a hacer crecer el porcentaje de impuestos reaccionarios como el IVA en relación a impuestos progresistas como Ganancias, dando un regalito cacerolero en el aguinaldo de los incluidos. Lo pagan los excluidos) pensadas al dormir, en los barrios donde viven los funcionarios que hablan en contra de la clase media.
Las divisiones preexistentes en lo social hoy, mérito kirchnerista sin dudas, se han traducido, por fin, al plano político. Era hora. Y esto no desaparecerá de la noche a la mañana. Haya o no haya reelección. No es el quiebre en la sucesión (la pregunta no es si no se dieron cuenta que Boudou...RELLENE CON LO QUE QUIERA, BUENO O MALO, LO MISMO DA sino que esa es la respuesta: por eso lo pusieron) y la mayoría de los problemas que enfrenta, los de verdad me refiero, el gobierno, deben ser pasados por el filtro de la sucesión. Del quiebre de la sucesión. Y coronado en las intensidades con que, todo indica, afrontaremos las elecciones legislativas del año que viene: serán un plebiscito en torno a CFK. Y está bien, por que eso serán. Y definirán la reforma o no de la constitución.
Aunque, no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Traeme una postal de Cristina hablando de la reelección.