Dormida

Extendida y enorme y frías las sábanas con pliegos adonde pasar
los pies. Pero de una manera que te alivie, perdón, que me alivie
los nervios.
Es una mezcla, como una O grandota entre las dos piernas,
la primera curva con el empeine
para terminar
finamente
con la planta del pie.

El asunto de la mezcla lo perdí de camino.
Si no uso medias en primavera
debería pegarme cachetazos por decir tantas boludeces
me resfrío.
Hago esas cosas, pienso estos poemas, cuando me despierto y ya te fuiste a trabajar.

Por ejemplo:
la mayoría de la gente sabe qué poner en los formularios
en la parte donde dice Ocupación
o estado civil. Estado Civil, enamorado. Sería
un lindo chiste de esos que hago
para joder en tantas partes
donde me mandan
con sencillez y mundo
a la mierda


Y yo convencido que los jodo.
Convencido que voy a enamorarte.
Convencido apenas de que todo era más simple
o debería serlo.

Mirá, Emilia, el que vende garrapiñadas en la puerta
del tren que va hasta la casa
de mi ex novia
me hizo acordar de vos.

Soy, si querés, retorcido.
Pero ese tipo ahí, cocinando un mundo
que ya no importa
con azúcar en una sartén
maní
comprar las bolsitas en algún mayorista

Me dieron ganas de explicarle que yo te quiero
que estoy enamorado
con la sencillez, nada rebuscada
de decirlo.

Explicarle, acercar una banqueta, sentarme a que atardezca
Yo no soy Miami.
Y vos, Emilia, tampoco. Explicarle eso
aunque parezca otra cosa.
Contarle de mi infancia. De los dolores, de tus
DM en twitter pidiéndome que te salve
de algún secreto
que ni a mí me contaste.

Toda dormida, desnuda.
Me quedo como un boludo.
Horas enormes, mirándote.
A veces
te cuento, a veces te miro con miedo.
Me das miedo, Emilia.

Somos el resultado matemático de un montón de secretos.
No vos y yo.
Las personas.
Las que compran o cocinan garrapiñadas.
El hombre que irá, cuál será de todos los que están en el andén
a la casa de mi ex novia.
Para cogérsela con ese secreto sexual que después de muchas conchas uno
cuando ya es demasiado tarde
va entendiendo
el secreto placer calmo de estar enamorado
y el chofer del tren
y la mujer vieja que se tira a las vías
por razones que nunca vamos a entender
y los mecánicos
y los obreros que van leyendo el diario en el que escribo
o el diario de la competencia
y los dragones de luchas incomprensibles
y los hombres simples
y las mujeres que sueñan con tener el corpiño
de la revista donde te miran
extendida y hermosa
demasiado perfecta y deshumanizada
como para que te quiera

pero está el misterio infinito de enamorarse.
Volverse tonto.
Pero fuerte.
Arriesgar ésta, la que, me indica, acusadora la culpa
será mi próxima derrota.

Quién será el que arregle, por que romper, se rompen, los semáforos.

Sea quien sea es también el resultado matemático de un montón de secretos.

Y vos toda dormida.
Desnuda y tierna.

A veces, Emilia, me quedo adrede despierto.
Esquivo coger para no dormirme.
Rendirme al sueño, como dicen los poetas.
Me quedo despierto, bajo a escribir un post y fumarme un pucho
espero que te duermas
a veces roncás. Cuánto me molesta, Emilia, que a veces ronques:
no quiero que seas humana.
No quiero que seas parecida.
No quiero que tengas el más mínimo contacto
con la imperfección humana:
me puede derivar, si roncas, hacia mayores cielos de amor.

Me da miedo.

Y tanta fortaleza, me das, así, extendida en la cama.
A veces me hago el boludo, para después volver
cuando estás dormida
a destaparte despacio
ya el canto ruidoso de pájaros
un amanecer amable
un sol por la cortina tímido
y yo que te destapo para decirme
con elegancia,
en voz interior pero aún así bajita,
decirte, Emilia
qué buen culo tenés

Y vos toda dormida.
Comprensiva conmigo.
Tierna.
Si supieran, los muchachos del barrio
nuestros diálogos terribles
de una violencia amorosa
de una infinidad de guerrilla

Después viene toda la comparsa de prejuicios.
El asunto de mis comisarías, patovicas, hospitales, gerentes de despido.
Y la rubiedad de tu tontera, el hueco de la justicia poética en la que todavía creo
Me da bronca que no seas tonta.
Me da culpa que me escuches grave
mis acusaciones
morales
contra la mariconización del mundo
y después me abraces y me des
sin castidad, con ternura
un despacito beso en la mejilla
y me humedecés, así, tanta adolescencia perdida
por la persistencia terca del tiempo
que a veces, nos quiere echar la culpa a nosotros
cuerpos en vía de degradación
otro, dame, por favor
otro despacito beso en la mejilla
cuando soy tanta tristeza
te necesito.

Tanto como necesito decir frases hechas
sentirlas
corroerme
en la decadencia fordista de fotocopiar las mismas derrotas
en formatos que fueron inventados socialmente para eso.

Tengo fuerzas renovadas.
Cada vez que
estás
con una sencillez de uniforme
al lado mío.

Me das ganas de perdonar, de enfocarme
en quien corresponda
De rodar gordo y entero por una calle que suba hasta
la barranca más alta de Paraná.
Me dan ganas

de proyectos enormes.
De escribirlo todo.
De inventar soluciones
para la gente que está triste.

De resolver soledades, de abrazar la gente
que anda por la calle con mirada desolada.
Me dan ganas de ser una persona mejor.
De no traicionarme la infancia.
De reinventarme.
De devolverte.
Las ganas.

O por lo menos, los 2.000 pesos que te debo.

¿Te acordás de Perdoname, nuestro perro?
El  que iba a reemplazar tu Guachín y mi Polémico.
Nombres de perros para esta soledad con escarpines de
esquizofrenia.

Y vos toda dormida y temerosa y hermosa.
Tan hermosa.

Me queda chica, no, pará, me quedan chicas todas las palabras.
Y me dan ganas de irme corriendo.
A ninguna parte.
De pedir disculpas a la vida
por haberla insultado.
En los pozos depresivos. En los abismos tentadores, en los
amigos muertos, en las venganzas imaginadas
que nunca ejecuté.

Cuando era chiquito, pero muy chiquito
es uno de mis primeros recuerdos
de esta gracia, ja, de vivir.
Había una muñeca colgada en nuestra habitación
allá, en la casa de Rosario
una muñeca enorme.
Y nosotros éramos todos hermanos varones.

Me daba miedo esa muñeca, colgada, de una pared, hermética y poblada de sombras.
Y capaz sea mi primer recuerdo.
Un día, bah, una noche, había tormenta.
No sé cómo se le dice a los pisos con vidrios, bueno, eso rebotaba
con furia
furia de truenos y rayos y diablos
y fantasmas y arzobispos y todo eso que uno teme
siendo un pibe chiquito.

Le recé a la muñeca. Se me ocurrió que esa muñeca, crucificada
era dios.
Era la inmensidad, la suma de todas las fuerzas
el calor
la seguridad. Y me paré, de la cama y me arrodillé
y le recé el rezo que me salió
ni sabía, yo, que estaba rezando
le pedí, por favor, que me diera fuerzas
para viajar por las turbulencias siniestras de los tres pasos
hasta la habitación enorme donde dormían mis padres
que entonces, dormían juntos
no se habían separado

Caminé, mojándome, por el patio, tranquilo, los tres pasos.
Me acosté con mis padres.
Soñé con la muñeca.
No recuerdo nada más.

Tengo 34 años.

Faltan 6 días para mis 35. Y tus 24.
Me sorprende saberme de 35 años en breve.

mi primer recuerdo
es que lo logré.
No importa qué.
No importa cuánto sufrí.
Mi primer recuerdo es que lo logré.

Lo tenía olvidado.
Vos toda dormida y eterna.
Hoy lo recordé.
Vos desnuda y tierna.
Voy a cagar a trompadas a los prejuicios.
Vos sos tan pequeña, tan vulnerable
vos tan enorme y plebeya.

Supongo que voy a insistirte a cada rato
pero, por favor, nunca
me cuentes tus secretos.
Nunca dejes de ser misterio.
Ni trampa al destino.
Nunca dejes de dolerme y sorprenderme.
No te vulneres ante lo correcto, no te desesperes
por esto, nuestro incierto. Pasa. Siempre pasa.
Bah, a veces no.
¿Y?
Que se vayan todos a la mierda.


Vos toda dormida y misterio
concentrás el teclado
(lo aprieto suave con la misma convicción con la que me pediste
que no meara gotitas fuera del inodoro. ¿Has pensado
lo que esconde esa palabra, inodoro?)
después verá el destino, ese ingrato
qué obstáculos más nos pone.
Hoy vino el definitivo
pero todo se retuerce, se hace amistad, se hace olvido, se hace
valores, premoniciones, esperanzas, frustraciones, también.
También frustraciones.
Para qué negarlo.

Ahora con tus ojos cerrados
amanece.
Hay un sol estúpido colándose por las persianas.
Y pájaros sordos
con compulsión por gritar.

Hay que abrirles una cuenta de twitter
a los pájaros
para que manden sus ruidos sexuales por DM

Vos totalidad dormida en un universo nuevo
flotando entre sábanas y nubes
yo, borracho, como siempre
esperando que amanezcan reprimendas.

Vos así, vulnerable.
Inmensa. Planetaria.
Como si nada.
Cruzo, obvio, las piernas sobre las rodillas
prendo un cigarrillo
me cebo un mate.
Y me enamoro hasta el límite, que es el miedo.
El miedo.
Pantuflas bajo la cama de cien mil plazas donde no caben mis recuerdos

Con estas tremendas ganas de salir trotando hacia lo previsible
los viejos dolores
los rencores
las conspiraciones que me salían, cuando me importaba
me salían bien.

Cambio toda la literatura de mis dedos
lo escrito y por escribir
por vos, si hace falta
aunque me alientes
a que no abandone y siga luchando
cambiaría ese reino de la melancolía hiriente
por el único secreto que voy a contarte
vos toda dormida y lejana
vos sos eso
un pedazo de eso
una esperanza de eso
que siempre quise escribir y no pude
vos toda dormida y poesía