Dictapop

Susanti Pancho ha demostrado al mundo- o sea, el sector que tiene la picana en la mano; al picaneado se le dice musulmandia- una austeridad intelectual que conmueve por estar acompañada de la demagogia, frecuente en la oligarquía latinoamericana, de un populismo de derecha bastante, convengamos, banal. Pero cada cual es libre de chocarse la pared que quiera y la Europa cristiana necesita un cierto carisma reaccionario para seguir llevando a flote la alianza militar que sostiene su debilitadísima moneda.
La dictapop de Bergoglio depende de las cadenas de televisión y las revistas. Como cualquier gato con destino a temporada en Carlos Paz, lo escrito le está negado. Se fotografía, con una torpeza de principiante que sus fundamentalistas locales deploran, con Pérez Esquivel, el prestigioso premio Nobel de la Paz. ¿Qué se puede escribir sobre eso que no sea la participación de Bergoglio como entregador de sacerdotes de su comunidad durante la última dictadura católico militar en la Argentina? ¿Otra versión de la historia? Ok, se puede escribir otra versión de la historia para lo cual hay que explicar la versión que se quiere refutar. Y poner, así, todo el pasado nefasto de Bergoglio sobre la mesa. Como interrogatorio -perdón- hacia los problemas del presente europeo, que son, sencillamente, las tácticas para el ajuste neoliberal: algo que en la última monarquía absoluta, teocrática, del Vaticano, urge.
Parroquianos de las ultraderechas marginales de sudamérica vuelven a alzar su voz. Envalentonados. Y el sector progresista del catolipsismo -el que no cree que estamos en el siglo 17 sino en el 19- necesita, más que un partidario de Binnerd en Recoleta, una esperancita para su corazón derrotado. Se contentan con poco. Mendigan ilusiones que van a ir a parar al tacho de basura. Es su problema.
A mí todo esto me chupa un huevo.
Si no fueran históricamente criminales, yo apoyaría los pies sobre el escritorio y me reiría de la deblacle europea. Bueno, los pies ya los tengo sobre el escritorio. Me voy a la radio, antes de acalmabrarme.