El barrio cultural

Juan dice que quiere poner, en Nuñez, una forrajería. Como retorno a los orígenes de los actuales kioscos de golosinas para perros. Donde venden orejas de chancho, En otras ventanillas, volviendo más a los orígenes, se vendían orejas de indios.
Nos vamos, con Juan, el fin de semana a Paraná. Después de que arranquemos, esta semana, en la radio. Escúchennos, de paso.

Me dan ganas de leer algo que me haga sentir calma, ahora, que estoy tan raro. No lo encuentro. Lo escribo yo. Mentira. Lo intento. Desisto. Porque. Después, hay que aguantarse, en serio, lo digo, las burlas, los comentarios hirientes, las ganas -eso es lo único que me sorprende, en el peor sentido de la palabra; todo lo demás, es parecido a lo que yo mismo hago- las ganas de patearle la cabeza a un tipo que ya está caído. Hasta, por lo menos en mi imaginario de valores, queda, estéticamente, feo. No sé.
Morfes se ríe cuando le digo que deberíamos dar, en la sección de economía, el precio de la tonelada de cartón.

Acabo de encontrar, estoy cansado para lo que debería emocionarme. Acabo de encontrar a Pedro Conde.  A su música. Tenía un casette, cuando era chico, mi vieja. A mí, siendo muy niño, teniendo poco para escuchar, tenía, una fascinación, hiriente y calmante, con este cassette. Era verde, era viejo. Y me daba miedo lo que cantaba y encantaba. Me parecía una voz oscura; no, una voz de sol pero como embudo hacia algo que iba a anegrarse. Un paisaje desolado, despoblado, un desierto de águilas muertas.
El cassette se perdió, siempre recordé, levemente, las letras, los sonidos, no tanto la letra, menos el nombre. Nunca más pude dar con ese cantante. Se me había olvidado, o acaso estaba borroneado desde siempre en el cassette -que era original, pero sin la caja- o no lo sabía, no sé. No tenía manera de encontrarlo. Años, en serio, donde cada tanto, me acordaba. Sobre todo, de este tema. Que encontré, de casualidad, saltando de un lado a otro de los videos de canciones que quería escuchar.



Buscando sobre su vida, resulta que siempre estuvo ahí, al alcance de mi oído.