Miami, la historia sin apellidos

Me di cuenta, al empezar, que no podía dar los apellidos. Ni los nombres. De una historia muy simple. Los trabajadores esclavos de Bolivia en Argentina financian Miami. No es sólo Aerolíneas Argentinas, que va a Miami pero no a Entre Ríos (aunque están trabajando, me contó Mariano Recalde, en eso. Con Urribarri y Laer, la empresa estatal de aviones de Entre Ríos. Que sólo viaja a Buenos Aires. No se puede ir a Formosa, donde total viajan los trabajadores golondrinas y sí, en el horario donde hay que financiar el puerto, a Buenos Aires) y el Ministro de Trabajo que permite, porque ya pasados 10 años y escribiendo esclavos y no llamar a las cosas por su nombre, la aberración violatoria de los derechos humanos que es el trabajo esclavo y marcas de ropa y periodista y artistas todos muy ultrasuperkirchneristas -de Miami- y todos muy inocentes, desde ya, no se asombran, siquiera, cuando uno sí mira sorprendido.

¿Habré sido el único que leyó sobre la teoría de la dependencia, sobre los mecanismos de acumulación del capital?

Mientras convertía en formato gloriosa juventud peronista (JPG, por sus siglas en inglés) una imagen del artífice de la cultura Miami como tilinguería sudamericana, Jorge Más Canosa (perdón, allá no hay apellidos, debería ser Más Viviana) iba haciendo el recuento de conocidos que se van a enojar si cuento cómo ellos financian Miami. Los que se iban a enojar porque saben que es así. Y que queda desubicado con su discurso de izquierda, autoeticista, de ideología farándula, a tono con el viento.

Mejor, no.