viernes, marzo 29, 2013

¿Qué pasa, mi querida General, que no hay más fernet con coca en el gobierno popular?




La economía, para un conservador lúcido como cualquier kirchnerista promedio, está muy bien. Si se quiere saciar cierta necesidad dramática, aunque el recurso ya está algo gastado, hay fantasmas por doquier, según anuncia la prensa conservadora de centroizquierda. Cuando no está 17 horas democratizando en todos los canales a un boludo que pluralizó con el taxi a tres ciclistas.
La opinión de un ciclista desde el móvil de exteriores.
Dice que está de acuerdo con los derechos humanos.
Nos cagó.
El dólar de los narcos que van a tarjetear Punta del Este y Miami tiene algo de histeria. Ni siquiera alcanza para mucho bardo. Pero ponele que sí, total, la semana que viene tendremos otro escandalito de ocasión.
El asado, aunque está caro, no debería hacerse con tanto humo. Y sino que traigan lomito ahumado.
Un Ultra, el Chelo Lima, tomaría la Casa Rosada para pintarla de Rojo. Otro Ultra, un malo neoliberal, nos haría retroceder al año 2002: cuando Luisana Lopilato estaba buena

Las internas al interior del único dispositivo que importa, sin desmerecer la inminente interna en el Partido Intransigente, el peronismo (o sea, el kirchnerismo: lo cual, traducido, significa qué harán Scioli y De La Sota, todo lo demás son asuntos de comarca) no estallarán antes de tiempo.
Ni siquiera es seguro que estallen. Están todos muy indies, que es la modalidad socialdemócrata en las cuatro manzanas palermitanas de José C Paz donde se realiza la plenitud de la historia romántica; ahora, un poco en dudas, con ésto de lo nacional y clerical. Tomando un matecito. PNT del Equipo de Difusión.
La restauración conservadora, de la mano del monarca con olor a oveja, ayudado por el muy terrenal asunto de la muerte, sentida, sorprendente, de Kirchner y Chávez, pierde su empuje inicial. Más parece necesitado Susanti Pancho de quedar bien con el kirchnerismo -y su sistema de relaciones ideológicas y económicas en el mundo- que a la inversa.
En la medida que la correlación de fuerzas no tenga un vuelco dramático, cosa que no puede suceder por atrasados debates de derechos de tercera generación porque nunca operan a corto plazo en el núcleo estructural de lo social y, además, el artefacto jurídico a veces, y Argentina, la argentina K, es pionera en la región, apenas convalida lo que ya sucedía en el barrio. Como el matrimonio monosexual o las reformas, necesarias pero aburridas, al Código Civil. Que son como la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central: su dimensión no es bien comprendida porque sencillamente están bien comprendidas. Es decir, no pasa naranja. Los jóvenes calvos y canosos, en voz baja, cantan:
Qué pasa
Qué pasa, General
que está lleno de expedientes
el Gobierno Popular

Y luego se van de la plaza. Que sigue plenamente ocupada en esta semana de superchería clerical y militar donde Miami se llena de críticos del gobierno y en Cariló no se habla de otra cosa que de la inminente crisis económica, que vendría apenas el Rey de España deje de repetir a Francella y Los Simpons.

También estaría a favor de la Asignación Universal

La restauración conservadora, con todos estos elementos a su favor, juega su carta ansiosamente definitiva. Y no puede meter segunda. Ojo, aún no conecta con cierto hartazgo, incipiente pero sostenidamente creciente al igual que sostenidamente ineficaz (excepto en twitter, que son legión: hasta que recupere mi cuenta hackeada y volveré y seré crayones), entre la magnitud de las promesas y el avance percibido. Como una comedia costumbrista: mucho drama para poca cosa. Pero te reís igual. Como con Los Simpson y Francella. En el canal soberanizado que ya recibió la cartita de Sabatella. El Rey de España tiene así cuenta verificada.
La repetición ceremonial de ritos, como al catolicismo, de cuño peronista, ya no interpela con la fuerza inicial. Lo cual es natural, a diez años de iniciado el ciclo kirchnerista. Pero mide bien.
Los quilombitos con el Partido Clarín le ponen algo de salsa a la tanguería rutinaria de los días. Para todo lo demás, funciona, la Mastercard.
La redistribución del ingreso anda algo sepia. Como con nostalgia. Pero pueden ser las curvas, habituales, en los ciclos. Se verá. A nuestro país, por eso siempre hay que sospechar del exceso de calma, le gustan, en materia estadística, las tetas abrumadoramente cursis. Llamativas. Para luego desesperanrse en un pezoncito que haría reír a un limón de Concordia. O los montes tucumanos.
Por eso, compañeros, hace falta, en mi jamás humilde palidecer, fernet con coca. General. Que está muy aburrido el gobierno popular.

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