El trigo y las esquirlas

Hay algo bueno detrás de la acelerada suba del precio del trigo y de todos sus derivados (desde el pan hasta las milanesas, naturalmente: con la puja de precios que eso implica) que fue una decisión, bastante estúpida en campaña electoral donde el único ministro que puede postularse es el más corrido a la dercha, que es el de subsidios a la oligarquía y necesitó impugnar a Das Neves en su provincia: fue una decisión de Cristina, al bajar sistemáticamente las retenciones. Lo bueno es que el gobierno permite el debate, clausurado a su visión del mundo (que es la televisión) pero reaccionando, así sea a las puteadas, cuando las cosas le salieron naturalmente mal.  
El trasfondo del conflicto es claro: la oligarquía quiere que el gobierno se retire del mercado, que regula de manera progresista. Según las limitaciones políticas que le impone la propia sociedad. En este tema, corrida, la sociedad, a la derecha.
Un fake en twitter, que no vamos a revelar, muy limitado a la hora de comprender que el campo no existe, hizo un miniestudio técnico, leyendo, claro, a las cerealeras y naturalmente concluyó que la solución era desmontar la regulación, como piden las grandes multinacionales del mundo que manejan el destino de sudamérica y son aliadas a los gobiernos progresistas, menos, el Argentino. Así de feo como suena, señoras, es la realidad.
Este fake me escribe por DM pidiéndole que le retuitee sus boludeces sobre el campo. Las leo y pienso: no tienen ni idea de lo que habla. Le ofrezco, para comprobar si me lee, que escriba en el blog. Compruebo que no me lee y que no le interesa: el asunto es así; a grandes rasgos, tengo los mismos lectores; excepto la franja menos politizada que en twitter busca de mí chistes y acá, otra franja, que busca literatura (¿notaron algo muy curioso? En los escritos literarios, los anónimos que me putean, no aparecen. Eso se debe a una razón clara: esos anónimos, no responden a un call center ni a nadie. Son lectores, solitarios como son los buenos lectores, que están muy enojados conmigo. Está bien, yo busqué eso. Para poder tener razón con más contundencia. Hace falta un poco de tiempo).
Los habituales lectores de este blog saben que no coincido con la política agropecuaria concesiva del gobierno desde la creación de lo que acá  llamé el Ministerio de Subsidios a la Oligarquía. Quizás, esa política inscrita en coordenadas políticas más realistas, pero dentro de un universo ideológico con el que más compartía. Ese universo ideológico, también estaba marcado por el rol, que mi escritura marginal, no tenía, pero entraba. Y hay quienes, con sobradas medallas en esta pelea, consideran que el modesto Lucas Carrasco le aportó más al kirchnerismo que el Cuervo Larroque, por ejemplo (desde el suicidio del entrañable Viejo Andrés, el blog quedó en manos de un ingeniero químico).  Volvamos al asunto: con un gobierno enriqueciéndose descaramente, es difícil congeniar que las políticas agropecuarias, si el campo no existe, tribute a la noción ideológica que enmarqué en los escritos Vocación por la Arrogancia
Consideraba que esta batalla, ideológica y política, que debía darse al interior del kirchnerismo (ideológicamente) y hacia afuera (políticamente) debía librarse en ambas coordenadas. Hoy, hay que unificar ambas coordenadas y donde se pueda. Pero no en el campo de la derecha. Ahí la batalla política está perdida. E incluye al kirchnerismo oficial, por ejemplo, el del Cuervo Larroque, mal que le pese. Si es que le pesa, no parece. Los ministros no parecen agobiados por enriquecerse,  no creo, entonces, que de ahí para abajo haya dramas como sí existen para más abajo; incluso, las mejores previsiones gubernamentales para estas elecciones despolitizadas en torno a las bóbedas, dan para el peronismo la pérdida de un millón de votos con un estrepitoso fracasado donde el kirchnerismo no es peronismo: capital y Córdoba. (Mi impresión coincide con esa visión optimista del gobierno: excepto que creo que pierden en provincia de Buenos Aires. Yo voto al Frente para la Victoria, en Entre Ríos. Es probable, además, que si este conflicto escala, también ayude desde donde pueda a la campaña: enfrente está De Angelli).
Otro fake, pero a quien sí conozco personalmente y es mi amigo y lee este sector mío, el Coronel Gonorrea, sostuvo que vi venir que la cosa pasaba por los alimentos mientras el resto del kirchnerismo paveaba en " el Vietnam semiótico" (es un buen escritor, el Coronel, Martín Rodríguez, agregaría: con ideas horribles, jaja).
Una vez yo estaba en un tribunal ideológico en la Casa Rosada, algo enojado y me negaba, para sorpresa de mis macanudos jueces sumarios, a hablar por teléfono con Máximo. Naturalmente, estaba vandoreando. Tampoco es que estaba en ningún lado, del mismo modo que no me fui, a los efectos prácticos, de ningún lado. Bueno, finalmente, atendí. Algunas semanas atrás yo venía insistiendo con el asunto de los alimentos. Máximo Kirchner me habló de mi post Pan. No me sorprendió que me lea por que ya sabía que lo hacía, desde la crisis "del campo", me sorrpendió y para bien su respuesta política. Cuento esto para que se me entienda, y también para que se conozca de quiénes se trata (Máximo quería hablar, antes incluso del documental de Paula de Luque, para un libro sobre La Cámpora que me ofrecieron hacer a mí, finalmente, desistí, ahora creo que lo estaba haciendo Sandra Russo, no sé). Me hablaba de la importancia de las cooperativas de amasado del campo popular. En Río Gallegos, su territorio. Y en provincia de Buenos Aires.
¿Qué desarrollo hay hoy de eso?
Lamentablemente, tuve razón. No hay nada que alcance al volumen de lo que está en juego para "la mesa de los argentinos".
Estoy tratando de linkear la nota Pan, no la encuentro: acá los resultados de google
El gobierno ahora saca a relucir, como hizo en otras oportunidades críticas, de manera correcta, la ley de abastecimiento.
 Para el campo nacional y popular en esta pelea entre un sector, representado por el kirchnerismo y la oligarquía, no debe haber desacuerdos menores: hay que acompañar. Naturalmente, conservando cierto perfil crítico y la propia pertenencia, cosa que no es novedad, no resulta del agrado de un gobierno sectario y, además, confiado en que no necesita de nadie más que sí mismo (las listas electorales lo confirman).
Es decir, se trata de una coyuntura sumamente incómoda, pero el principal valor a resguardar, que son los alimentos populares, está en juego.
Así de amarga es la política.
A favor, además, de esta situación, conviene anotar que el kirchnerismo, que recita poemas al adversario que vence en una cancha de box, sí, así de sutiles son los changos, está que reconstruyeron o crearon, en condiciones mudialmente adversas y regionalmente propicias, insturmentos estatales que ampliaron las capacidades de regulación y control en un área no casualmente compleja desde varios planos de la realidad (desde el cultural hasta el geográfico, por ejemplo).
Hoy, con esos instrumentos, con el agua corrida bajo el puente tironeado, llegamos a esta situación.
Los quiero mucho, putitos.