Basta. ¿Me freno acá? Antes de cruzar. Si es que, finalmente, cruzo. Para ir al parque. Lo decidí, entre medialunas, como si fuera de una importancia superior: voy a ir al parque, el que está enfrente de casa. Sin pisar las rayas de las baldosas. Señores y señoras. Bah, ¿cruzo? sí, voy a cruzar. Cuando cambie el semáforo. Como corresponde. Estoy cruzando, ya mismo, una calle, común. Le puedo imaginar guirnaldas. Y un bache. De donde crezca una flor. Aunque es inútil, incluso tonto, incluso absurdo, imaginar es lindo. Serenamente lindo. Hay una parte de mi infancia que es triste y se agranda con los años. Se hace más piadosa y más triste. Esa parte. Ja, le pongo, parece, suspenso. Mientras miro esa foto: la escalera, la comunión, los amigos del barrio, los hermanos. ¿Tienen, todas las personas, también, esa parte? Me da vergüenza contarlo. Porque las cosas que aún me duelen le pasaron a todos los niños. Cosas normales. Inevitables. Como errar un penal, asistir al entierro de una tía, enamorarse de una vecina indiferente, tener miedo a la noche, espiar desde los techos. Escribir un poema por el día de la madre. Mojarse el pelo y decir ya me bañé.
Volviendo al parque.
Cuando era chico iba siempre a los parques. No me daban miedo. Pero, bueno, cuando era chico, también estaba esa parte. Transcurriendo, nomás, con su fastidio leve, tan propio de las rutinas inevitables. Antes tenía más preguntas. De respuestas más fáciles.
¿Sigue viviendo, es posible eso; una parte de la infancia que fui, sigue viviendo, acá, en mí?
Pasó mucho tiempo ya; che, exagerás! te pierde el ego, Carrasco, además. Ya soy otro. El pecho me respira como un fitito prestado. Tengo arrugas. Voy, en breve, a quedarme pelado. Tengo experiencia en algunas cosas. Tengo rencores en todas las otras. Soy ateo. Tengo miedo. Tarjeta de crédito. Secretos. Todo lo que se necesita para ser grande. En el fondo es una sola cosa: miedo al tiempo.
El miedo al tiempo puede volvernos locos. Aunque cualquier cosa, en realidad, puede volvernos locos. Y con frecuencia, el artefacto que nos vuelve locos es uno mismo. Y el tiempo.
Es, oh "la conciencia del tiempo"; la que va entre comillas, esa es la condición humana. Y saberlo no te facilita nada. Ni te libera de ningún demonio. No te ayuda. No te calma. No te cruza al parque.
¿Se puede tener conciencia del tiempo sin tenerle miedo? Sí, supongo que sí. La mayoría de la gente, incluso, vive como si no estuviera alerta, atento a los peligros, como si no prestara atención, al grillo, el martillo, el botón del ascensor, la cola en la AFIP, como si el tiempo transcurriera en algo externo al cuerpo. Como si el cuerpo pudiera narrarse con un tiempo ajeno y absoluto. Singular, como el sufrimiento que define cada persona. Ahora que dejé de creer que el sufrimiento es inherente a la condición humana y la personalidad, nuestra particularidad irrelevante dentro de un universo de partículas, es la manera, el cómo afrontamos ese sufrimiento. Absurdo. Y probablemente sencillo. Somos distintos de los animales porque sabemos que sufrimos. Y somos distintos, entre nosotros, distinto yo, distinto vos, aquel, también y los que murieron, somos siempre distintos de las otras personas por la manera única, íntima, creativa, de hacerle frente al sufrimiento. Ahora ya no creo en eso.
Ahora no me preocupa.
Las maneras sociológicas, categóricas. Ahora estoy ejercitando que se mueran los gatos en su alcantarilla destinada sin que me importe. Que icen la bandera, en la escuela, sin los remordimientos de la vieja idiota que me inculcó su dios. ¿Habrá muerto, la seño de cuarto grado? Si murió, murió con su dios. Creyendo que era el de todos. Como si dios pudiera ser comprendido por millones, de la misma manera, entendido de la misma forma. Ni mis hermanos entienden a mi vieja de la misma forma. Menos a dios, es obvio. Casi elemental. Andar imponiendo dioses, qué ocurrencia. Como si fuera una receta de arroz con leche. Dios no es una receta: es mucho menos que eso. Es único. Dios. En el que ahora creo. (En ese entonces, en cuarto grado, no me podía defender: mi venganza es creer en el mismo dios y marcarle los agujeros de su relato) Ejercito no corregir las nubes. Que pasen la telenovela sin que llore por mi ex novia. Que asalten jubilados sin recordar el velorio de mi abuela. Que aún está viva. He decidido ejercitar la indiferencia para darme cuenta que el semáforo, aún así, cambia de color igual, sin tenerme en cuenta. Qué curioso. Me dan ganas de aplaudir cuando se pone en verde. Pero también estoy ejercitando no tratar de hacerle coro a los pajaritos, gatear como un ladrador en la plaza tras las ratas, y así, entonces, estoy tratando de no aplaudir si cambia el semáforo. Y ya no saludo a cada pasajero del tren. Con un beso, un apretón de manos, un pequeño diálogo. Ahora voy y me siento solo, en un rincón. Y el viaje se me hace más largo pero, en silencio y mordiéndome el labio, voy ejercitando, además, la paciencia: no pedirle la escoba al de la estación y ponerme a barrer el andén.
Con cuidados sanitarios, horarios policiales, sonrisas eclesiásticas y una calculadísima indiferencia ante el sufrimiento del tiempo. No hay evidencia de que funcione. Aunque funcionara, igual, transcurrir más, estirar, es esquivar la intensidad, disimular irresponsable el desafío del tiempo, qué tonto sermón escribo. Durar más, detener el tren, hacerse las tetas, desenvejecerse, salir a correr, ganar, coger: apenas si lo vacían, apenas si lo entretienen, apurándolo, capaz, al tiempo. Provocándolo. Trayendo al demonio. Hay quienes intentan engañar al tiempo y solamente consiguen engañarse a sí mismos, El tiempo, total, está dentro nuestro. Nadie lo puede matar con la indiferencia. Vulgar, penitenciario, simple. Esa aritmética del envejecimiento está dentro nuestro y seguirá por el mundo, volando, nadando, incendiando, una vez hayamos, definitivamente, muerto. Se trata de enfrentarlo con alguna dignidad, supongo. A mí, sinceramente, no me sale. Creo que nadie lo consigue del todo.
Se puede somatizar, hacer poesía, proclama revolucionaria, registro civil, y seguirá, ahí, no hay con qué darle: en algún rincón del alma que representa todos los rincones, toda la historia del mundo, todo el porvenir del universo, en algún rincón llevamos el miedo el tiempo.
Sentarse en un parque. Cambiar los ruidos, más que de aires. El aire siempre es el mismo. En ese banco de allá me estoy por sentar. Y sentenciar. Mi peor vanidad es no soportarme. Pero no le cuentes a nadie. Atiendo el teléfono y sigo.
Tengo ganas, livianas casi siempre, de tener una novia. Hay días que esas ganas tibias se desesperan. Se ponen violentas. Se me pasa, rápido. Igual. Los ruidos de los parques. El candombe, la farsa urbana. Visto desde las butacas del paraíso. Con esa cierta armonía de nervios quietos. Una novia, por ejemplo, a la que servirle los tallarines que amaso. Mis vidas de saldo y multitudes. Estas cosas del lenguaje. Lo que fue estaca hoy es espina. Voy a envejecer sentado en este banco y dándole de comer a las palomas. La puta madre.
Aunque la estaca fueron los primeros días y la espina se extiende al concurso breve del atardecer. Lejos del sistema. De sus vegetaciones. Capaz que hago unos tallarines tan feos que ninguna chica quiere ser mi novia.
Quiero sentir, mientras me pasa un mata y la tele da noticias y la escucho, quiero sentir que le sale, sin querer ni darse de cuenta, decir algo equivocado. Mostrarme un defecto. Y yo sentir ternura. Darme cuenta. Me estoy enamorando. Ya siento ternura por sus defectos.
Quiero sentir eso.
Algún día, llegará.
Cosas interesantes escriben muchos. Cosas bellas pocos
ResponderBorrarCoincido.
BorrarTotalmente de acuerdo con el anónimo, pero lamentablemente debo discrepar con Gramuglia, no en todo lo que opina, pero discrepo con Ud. Matias Eduardo Gramuglia.
BorrarEn cambio estoy relativamente de acuerdo con Jorge Lanata si es que alguna vez llega a leer este blog y opinar sobre este punto.
Quisiste decir de todo y no dijiste nada.
BorrarAh, bueno...llegó el Señor Explícito Coincido. Escúchenlo a este pedazo de extrovertido.
BorrarSépalo, Sr. Gramuglia: sigo discrepando con su coincidencia y me permito apoyar completamente al Sr. Anónimo que vertió tal apreciación, por mucho que a Ud le pese, Sr. Matias Eduardo Gramuglia. Y como verá, en este entuerto no es mi propósito mezclar al Sr. Jorge Lanata, por más que Ud., señor Gramuglia, tenga esperanzas de que yo lo haga. No lo haré. Me niego a reducir este entredicho al bajo nivel que propone, caballero.
Si no está de acuerdo, le enviaré a mis padrinos. Zopenco.
Es usted un buen escritor, amigo..
ResponderBorrarDe lo mejorcito que saco este hermoso país en los ultimos tiempos...lo que pasa es que cree que escribe así, porque que toma alcohol, y en verdad, la bebida le mutila la imaginación.
BorrarQuiera Dios que se de cuenta.
Le dio un don y lo esta desperdiciando.
Vamos..entre un libro de Carrasco y otro de Piglia...me quedo con el primero.
No veo que lo esté desperdiciando. Qué sería dejar de desperdiciarlo? publicar un librucho? y eso qué le va a dar? más guita? más ego? más esnobismo con la corrupción de Planeta? ya está hasta las pelotas de ego...ya está, ya se realizó, ya lo leímos y nos gustó. Listo el pollo. No hay más nada. Hasta la próxima realización.
BorrarEntre Carrasco y Piglia la elección es muy clara: los videos de Capusotto.
Borrar¿¿¿La izquierda o la iglesia????
ResponderBorrar¿¿¿La izquierda o la iglesia????
¿¿¿La izquierda o la iglesia????
traidor mugriento.
ResponderBorrarEl centro de tu creación sigue siendo Cristo.
ResponderBorrarEl error esta en asociar a Cristo, Dios, con tu maestra de cuarto grado y su "relato".
¿Nunca te pusiste a meditar en el relato de tu vida?
¿El que Cristo, Dios, creo para vos?
Ahora nos tomamos todos de las manos...cerramos los ojos...y oramos, hermanos....
BorrarGe nial hermano, pero como dice el hermano de junior, viejo es el viento y sigue igual, aca va un regalo de infancia http://www.youtube.com/watch?v=eDdI7GhZSQA
ResponderBorrarTaiana candidato... Por fin...
ResponderBorrarLei todo el escrito y no dice nada del cepo al dolar k.
ResponderBorrarCarrasco, me digieron que escribistes un texto mas o menos interesante! Biennnn capo! Cuándo lo vas a postear? Ahora no nos dejes con la intriga! Dale, animate chabon! Habemos muchos que estamos esperando tu despegue! Avisate cuando lo vas a postear asi me doy una vuelta! Saludos.
ResponderBorrarPelado, ateo, petiso y fóbico. Mamita, que combineta! Justo lo que buscan todas las mujeres.
ResponderBorrar"Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo", putos.
ResponderBorrarCarrasco, le falta algo de acción, tiros, explosiones, no sé, agregale más cosas de sexo que eso siempre despierta interés, cosas picantonas, así no camina, hermano. Qué me venís con dios, el velorio de tu abuela y tu maestra, la gente se aburre y te deja de leer, que es lo que me pasó a mí. Cuando ví que empezabas con el temita del tiempo pensé bieeen, el chabón se va a mandar una de Volver al futuro o algo así, pero no, la pateaste para el lado de los tomates, Carrasco. Una pena. Bueno, suerte para la próxima. Todavía sigo esperando algo tuyo.
ResponderBorrarIdem
Borrarle das mucha importancia a las comas. Me gustó. Leo de Quilmes
ResponderBorrarVes! otra vez! Así se me hace imposible odiarte Lucas!
ResponderBorrarAy, otro puto pacifista.
BorrarPuta habrás querido decir! Puta que ama a Lucas! Envidioso!
BorrarMas quisieran todos ustedes los que lo putean que tener el talento de Lucas!