jueves, octubre 03, 2013

Susanti Pancho, puntero de la comuna 14




Dice Jorge Asís que el Vaticano es la nueva Puerta de Hierro. Yo no lo veo tan así, básicamente, por la debilidad del cristinismo y sus principales cuadros políticos, como Mariotto, Boudou, Cristina, Insauduhalde, Cabandié. Los monaguillos del Rey Arturo.
Bergoglio, jefe espiritual del cristinismo, tiene un problema enorme, más o menos parecido al de Cristina: no labura nunca.
Un presidente, sea democrático, como Crisitna, o Dictador, como Su Santidad, tiene que trabajar. Y en sus ratos libres sí, "comunicar".
La creencia, básicamente antipolítica, de que la comunicación reemplaza a la política, deriva en administraciones malas.
Gobernar es firmar expedientes. Tuiteás en tus ratos libres. Y tratá de no contar que los mangueas (es ilegal) a los yanquis de Directv, por unas series pueriles: el público puede volverse ciudadano y sospechar que estás mucho tiempo al pedo. O sea, que trabajás poco.
Bergoglio es distinto. Es una persona culta, no tiene amistades entre la runfla de chimenteros, ni necesidad de separar partido de gobierno y gobierno de estado. Cristina, sí. La obligan las leyes. Pero no las cumple. Recién está en la etapa de separar partido de familia y televisión de gobierno.
En los país donde hay algo parecido a la Justicia, el partido católico tiene que pagar megamillonarios juicios por su práctica militante de violar niños. Acá, les pagamos para que nos violen. Así funciona el mundo. Tuitealo.
Esta distribución regresiva de la riqueza que genera la dictadura Vaticana no se soluciona con tuits. Sino con gobernanza.
En el norte, los abusadores pagan, con dinero que viene del sur del mundo, que se lo sacamos a los abusados.
Mientras tanto, Susanti Pancho trata de porotear concejales en la inmensa interna del peronismo porteño que es, sin embargo, demasiado poquito para la política porteña, ni que hablar para el mundo. El medieval tiene pasión por la rosca en el peronismo porteño. Pero trabaja de dictador en un estado soberano, concedido por el fascista Mussolini a la hasta entonces ONG católica, que buscaba los derechos exclusivos de dios sobre la tierra. Como no obtuvieron la franquicia -todavía hay guerras por eso- crearon su propio dios, el Papa. Y dios es hoy Argentino. Bah, Argenchino, porque si los chachos chinos no nos compraran soja hasta los obispos tendrían que laburar.
La eficacia de Bergoglio para meter emplados católicos en el poroso sistema político porteño (o sea, nacional) no la vamos a discutir. Pero la crisis financiera del estado Vaticano, tampoco. Y el trabajo de Susanti Pancho no es perder las elecciones en Capital y Buenos Aires.
Si yo fuera un mafioso italiano, me preocuparía
 

2 comentarios:

  1. Nadie le dio mas a los ricos y le saco mas a los pobres como el kirchnerismo.

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  2. Según me dijo un agente inmobiliario, "te puedo resumir en una palabra las razones por las que mis clientes argentinos vienen aquí: pánico".

    Durante la bonanza de las materias primas de los últimos años, el gobierno de Fernández entregó enormes subsidios a la población para ganar votos, en lugar de atraer inversiones para reducir la pobreza de manera permanente.

    Un asombroso 45 por ciento de los argentinos ahora recibe dinero mensualmente del gobierno, ya sea porque son empleados públicos o porque cobran subsidios en efectivo, según un artículo del 18 de agosto del diario La Nación. El número de empleados públicos ha aumentado un 52 por ciento durante la última década, dice el grupo de investigación económica FIEL.

    Todo eso ayudó a Fernández a ser reelecta en el 2011, y llevó a muchos argentinos a creerse el cuento chino de que Argentina descubrió un nuevo "modelo económico".

    Pero ahora que los precios internacionales de la soja y otras materias primas argentinas se estabilizó, la dura realidad se hizo evidente: el gobierno ha estado gastando mucho más de lo que puede.

    Los argentinos han visto esta película muchas veces en el pasado, y ya saben como termina: con devaluaciones que dejan a la mayoría más pobre que antes. Y, como tantas veces antes, aquellos que pueden están comprando dólares, o comprando propiedades en el exterior.

    Desde principios del año, las reservas de Argentina han caído desde los 43 mil millones de dólares a 35 mil millones. La inflación, que según cifras oficiales es del 10 por ciento anual, es calculada por la mayoría de los economistas independientes en cerca del 26 por ciento.

    Martín Redrado, quien fue presidente del Banco Central de Argentina entre el 2004 y el 2010, no pareció sorprendido cuando en una entrevista telefónica le conté sobre las nuevas oleadas de compradores argentinos en Miami.

    "No hay confianza en Argentina, porque nuestras políticas económicas son improvisadas, erráticas y cambiantes", me dijo Redrado. "Es como en Venezuela, en menor escala".

    Mi opinión: Lo más triste de Argentina es que, en vez de usar los ingresos de las exportaciones de materias primas para mejorar la educación, la salud y la infraestructura, tal como está haciendo Brasil, el gobierno de Fernández sigue derrochando dinero en subsidios pasajeros, y vendiendo la idea de que todo está bien. Pan para hoy, hambre para mañana.

    Mientras tanto, los otrora buenos niveles de educación del país se han desmoronado, la infraestructura se tambalea, y los inversores argentinos huyen a comprar apartamentos en el exterior. Nadie debería sorprenderse si los funcionarios de Miami se van a dormir todas las noches pensando: "¡Gracias, Cristina!"

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