viernes, noviembre 15, 2013

Drama epistemológico y despolitización

Papamundi: Susanti Pancho, mientras medita sobre la interna peronista en la Comuna 14


En Argentina, a los que van a muchas reuniones y tuitean contra los periodistas, se les llama militantes. Cuando la presidente no está de licencia, por lo general, está armando quilombo en la farándula. Le gusta mucho la televisión de menor calidad. Ha creado, con el dinero del estado, buenas señales culturales. Pero ella no las mira. No se le conocen preocupaciones estéticas, intelectuales o artísticas. Sí, una pasión algo banal por la redecoración de la casa de gobierno. Y los desfiles civiles. A su gente, que no son pocos ni tontos, esos festivales de egocentrismo presidencial, les encantan. Acuden masivamente. Desde la oposición, los acusan de ser comprados. No es así. Tienen razones sólidas que, esto entre nosotros, que no salga de acá, no son ni por asomo las razones que se debaten en los medios. Ni en los hegemónicos ni en los parapocos.
La presidente suele pagar, con las arcas estatales, para ser escuchada por la tele. Obligatoriamente. En la Argentina existe una vieja legislación, de cuando los canales eran públicos y estatales -antes de los gobiernos peronistas posteriores a la muerte de su fundador- que permite que un presidente firme un decreto suspendiendo inmediatamente la programación televisiva para dar un discurso. Se requiere de circunstancias especiales para eso que se denomina Cadenal Nacional. Ahí los presidentes se defendieron de tanques y artillería militar que quería, en la calle y en ese momento, derrocarlos. O anunciaron el Estado de Sitio. O pidieron juicio a la Corte Suprema. O promocionaron la coca-cola de vidrio porque la toma el hijo de la presidente. A quien se debe nombrar como presidenta. Porque ella no fue constituyenta para la reelección de Menem. No tuvo nada que ver. Fue constituyente. No es lo mismo.
A la presidenta de los 200.000 argentinos le encanta salir en la tele, pero no que la cuestionen. Entonces hace largos monólogos contándonos todas las novedades de su familia en las últimas 48 horas.
Es una señora de clase alta que dispone de mucho tiempo libre.
Heredó un buen gobierno, tomó algunas decisiones audaces, hubo atisbos de progresismo social ya olvidados, y nunca se desmadró esta economía africana. En Argentina, si se conserva esta monstruosa desigualdad social sin empeorarla, se habilita a la industria del prestigio a bucaranearla.  Generalmente, los trabajadores toman distancia de la clase media que se suma al espectáculo degradante de la revolución.
¿Cómo que cual revolución?
No la mencioné porque no hubo ningún cambio más o menos sustancial en este país remoto. Pero la presidente lleva un año tratando a los ciudadanos, por tv, de estúpidos desagradecidos que no valoran los grandes cambios que se están viviendo en el país. Nadie le da mucha bola. Lo cual hace enojar aún más a la presidente. Y se esfuerza por desmentir al Boletín Oficial, al instituto estatal de estadísticas que su gobierno intervino y por comprar encuestadores que le den tan buena imagen que después, hasta sus ministros, quedan con caras de pelotudos cuando las urnas dan un panorama más realista.
La presidente ha instigado a sus militantes -gente que va a reuniones, muchas reuniones, para analizat cómo tuitear contra los periodistas- a detestar la política. Suplirla por sus instrumentos intelectuales: la televisión, la lógica mercantilismo y el club de fans (la presidente integra un club de fans, naturalmente, de gente que ya no está para disputarle su empleo: ella dice admirar a un conjunto de políticos y militares muertos que integran la historiografía de la izquierda nacional. Ese club de fans tiene una gerencia, integrada por historiadores menemistas, que tienen la misión de hacer de ella un prócer).

No conozco ningún trabajador que se queje o haya quejado del impuesto a las ganancias. En el mundo televisivo donde vive la oligarquía política, cambiar ese tributo progresivo y hacerlo regresivo, como hizo Cristina, es una genialidad estratégica de puta madre. Las comunas de París vibran por esta gloria de resolución fiscal. Pero en las urnas no movió el amperímetro. Entonces se salió de caza a la TV, a las intendencias o a la NASA con tal de demostrar la infalibilidad papal de nuestra presidenta, que por otra parte, estaba de licencia. Y como nadie tomó nunca muy en serio su apego al trabajo, las cosas siguieron su ritmo normal y los análisis políticos omitieron ese detalle. La revolución permanente a los ruleros, se detuvo, un mes entero en el hangar catódico. Demostrando que era un programa de TV, no un programa político. O sea, desesperadamente o sea, sin la presidente todo siguió exactamente igual. Excepto en la TV. El prime-time y las gerencias comerciales de las radios y televisoras, más vale, extrañan la generosidad de la presidente con el presupuesto público. Incluso, aunque la legislación lo permite, hay un acuerdo tácito de no mencionar que la Cadena Nacional se abona a los medios de comunicación. Y que era un negoción para los pocos canales y radios opositores: la presidente narraba su pérmanente a los rulos, sin cortes publicitarios, sin costos de producción, y aunque bajaba la audiencia, el estado pagaba como si fuera un corte publicitario larguísimooooo. Enseguida volvemos. No te alejes del televisor

La guerra comercial entre el principal monopolio de creación de contenido para los medios, el Grupo Clarín de Argentina y el monopolio de los fierros, el Grupo Telefónica del rey de España, cuenta la batalla de Argel. Las calles sin polvo del país megamunicipal, no dan la talla. Pero a nadie le importa mucho ese detalle.
La mafia cubana de Miami, con fuerte presencia en la red de medios que armó la presidente para elogiarse,  le agrega, a esta crónica sobre Vietnam, minas en bolas, detectives privados haciendo chantaje, sorteos mandando 2020 a Telefónica y tiros, osos panda, secuestros extorsivos, freaks de tv-basura y la suficiente sangre para un país mediano, estancado hace medio siglo, con una televisón menos cruel que países similares.
Hablar de política es hablar de TV, ha instalado la presidente. Con lo cual, enfrentada a su primer derrota política sin su marido, el recordado ex presidente Néstor Kirchner, el gobierno quedó en una total parálisis. Actúa después de las consecuencias. Y no resuelve del todo. Pero un escándalo mayor hace olvidar al anterior.
Mientras tanto, en las calles de las grandes y pequeñas ciudades de Argentina hay mucha preocupación por la salud de su principal figura.
La que tiene que someterse al veredicto del pueblo el año que viene.
Por suerte, ya se recuperó de su lesión Lionel Messi

2 comentarios:

  1. Qué impactante que como opositor ser haya vuelto tan obvio. Incluso ahora empezó a decirle Presidente.
    Sin dudas, de oficialista con capacidad de criticar, Carrasco pasó a opositor sin siquiera capacidad para chicanas.

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