Los más lúcidos del cristinismo

Hoy, un minoritario 80% no quiere saber nada con Cristina que apenas, pobrecita, maneja la mayoría de los medios de comunicación, los negocios ilegales, del Congreso, el Poder Tribunal, las provincias y el estado nacional para comprar la lealtad del 20% disponible cuya adhesión, convengamos, no es para descorchar entusiasmo y está compuesta en un 99% por peronistas que en realidad adhieren a un caudillito local. Pero el partido no se juega ahí. Se juega en el 80% restante y restando, cuyo grado de desprecio por el cristinismo es lo que condiciona cualquier estrategia. La novia de Milani entiende ésto -entre otras cosas porque está obligada a entenderlo si no quiere ir presa- y lloriquea en Cadena Nacional onda Claudio María Domínguez tratando de despolitizar y sobre todo disminuir el grado desprecio cohesionante en torno a su gordita figura. El drama es que se quedó sin cuadros políticos que entiendan la necesidad táctica de jugar al Paz & Love. Los mercenarios que defienden ya cualquier cosa readaptan el libreto que otros les escribieron para situaciones totalmente distintas. La corpo, la opo, el zaffaronismo y así. Un megadelirio devaluado que parece más y más extraño a los ojos simples de los sujetos políticos que en el fondo desean representar.
Ese desquicio, lo único que logra es aumentar el grado desprecio popular por estos extraterrestres de Puerto Madero y su curiosa versión del progresismo. Es decir, cohesionar el 80% en una certeza: nada de lo que venga de la oligarquía política fundada por Cristina, debe permanecer más allá del 2015.
La narcopresidente responde haciéndose la boluda y con afecto, amor, cariño, misericordia y besos a paralíticos porque apenas quiere la intendencia de Río Gallegos para su hijo Mortadela que comenzará a ser investigado por lavado de dinero. O sea, se caga en todos y cada uno de los que van a vivarla en el patiecito de su poco concurrido despacho laboral.
Los más lúcidos del oficialismo, como Horowicz y Verbitsky, escriben como si hubiera acefalía y se dan manija contra los ex jefe de gabinete de Cristina y Néstor en una peleíta infinitesimalmente chiquita con quienes tarde o temprano y para sorpresa de nadie, van a arreglar. De hecho, la híperdenuncia es solamente para ver con qué fuerzas llegan a un acuerdo.
Sino fuera por el espíritu criminal del violento giro a la derecha de la novia de Milani, todo esta tragedia sería divertidísima, chicas.