No te vayas, estúpida
el portal
Por @notevayas
Querido Twitter: La persona que dibuja ojos en la palabra “ojo”, así con puntitos que simulan las pupilas dentro de las órbitas que vendrían a ser las oes —estigmatizo— no merece nuestra confianza.
QT: Choca un tren, matan a un tipo (delante de su familia, por supuesto) o pierde un equipo de fóbal y lo primero que hace el ciudadano argentino, en orden a descargar sus altísimos niveles de indignación, es buscar a algún nebuloso responsable (el cerebro, el “autor intelectual”, el “responsable político”) y enojarse exclusivamente con él, tal vez para —atención— además de todo, además de quedar como digno y comprometido, pasar por sagaz. “Veo las causas remotas, papi, a mí no me engañan las meras apariencias, vistes”. Cómo va a tener la culpa el jugador que erró el gol, cómo va a ser responsable el asesino, cómo le cabría algún reproche al mero maquinista, por favor. Para mí atrás de ese corner mal cobrado que nos costó el triunfo está el corrupto de Blatter, o la asesina de Cristina, o el hijo de puta de Dios, qué te creés, que me chupo el dedo yo?
QT: Lo único garrafal que hay —noto— son los errores. Habría que pensarlo un poco, pero tal vez los adjetivos que van con un solo sustantivo tampoco merezcan nuestra confianza.
QT: Ojalá que cuando me muera y me vaya al Cielo —ansío— Dios me agarre de un hombro y me explique por qué son más baratos los mostacholes y tirabuzones y moñitos que los meros tallarines con su simple rectitud. Vos sabés la ingeniería que demanda un mostachol rayado, por ejemplo. Y sale nueve pesito el paquete, siempre es oferta, es el fideo “guisero”, para los pobres. El otro derecho, una pavada, una tira de masa que la hace cualquiera en su casa con un palo y un cuchillo, en cambio, te lo fajan 17. Vos decime.
QT: Tengo —confieso— algunas deformaciones profesionales. Pero no trato de erradicarlas, dado que son lo único profesional que tengo.
QT: Qué lindo siempre —celebro, para variar un poco— arrancar un repasador limpio. Es el cambiar las sábanas de la cocina.
QT: Café en saquitos —enuncio. Tardó el ser humano en llegar a algo tan simple y eficaz, pero finalmente llegó. Existía, por un lado, el café. Existía, por otro, la tecnología de los saquitos. Pero era un gran paso unir estas dos entidades mediante una abstracción, imaginate. Te bancamos, ser humano. Vaya a saber qué otras maravillas como ésta nos vas a dar, frutos de tu incansable imaginación, en un futuro no muy lejano.
QT: Tengo un libro que nadie me quiere publicar. Se titula, tentativamente, “Los editores y la reputísima madre que los parió a todos”.
QT: El chicle de hilo de chorizo —escandalizo— es algo en lo que el señor Juan Carlos Beldent ya debería estar trabajando, sin lugar a dudas. Nos encanta, cuando tenemos la oportunidad, masticar esas hebras saladas, ¿cómo podría fallar esta golosina? ¿Y de dónde sale, al cabo, que el chicle tenga que ser dulce? ¿Está en la Biblia? ¿No masticamos brea toda la vida, por decir algo? Ahora ya no hay más brea, habrán visto que el asfalto ya no tiene más juntura y son todas piedritas pegoteadas. Tal vez con brea. No sé. Pero aunque haya brea, ya no hay niños masticando brea. Todo ha cambiado mucho. Y listo, hasta acá llegamos. Saludos a todos y como siempre decimos: chau.
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