Por Hernán Reibel a través de Gerardo Fernández, esta imperdible nota de chimentos:
Hay varias lecturas sobre el acto de La Cámpora y la aparición en público de Máximo Kirchner. En líneas generales se observa cierta estupefacción por el lado de la prensa opositora. Pareciera que les cuesta posicionarse ante una irrupción que no tenían en sus planes. La nota de Pagni de hoy La Nacion asombra por su pobreza y ahí quizá tenemos una prueba del desconcierto.
Lo fuerte de Máximo no estuvo en el discurso, que fue una suerte de "Grandes Exitos" del kirchnerismo. Lo impactante fue el parecido con su padre, su forma de comunicar, su gestualidad y eso que Néstor manejaba tan bien, que era exponerse para recibir y asimilar los golpes él con el objetivo de cuidar a Cristina. Máximo hizo lo mismo para con su hermana y ese fue el momento en que con mayor nitidez se pareció a su padre, cuando dijo algo así como "No me importa nada lo que digan de mí, pero no quiero que se metan con mi hermana". Otro parecido con Néstor fue la capacidad para lanzar títulos como cuando dijo "Queremos que cierren los números pero con la gente adentro"
Se rompió, por otro lado, ese verso de quienes lo quisieron mostrar como alguien con serios problemas de comunicación, imposibilitado de mostrarse en público. El pibe se bancó un acto ante 40.000 militantes, sabiendo además que el país lo miraría en los días subsiguientes.
Algo para nada sencillo.
La Cámpora, esa agrupación tan demonizada, hizo una manifestación poderosa y presentó en sociedad a su líder y este es un dato nada menor que molesta a todos los que la detestan, incluso desde adentro del kirchnerismo. Habrá que empezar a debatir el origen de esas diferencias y porqué se le achaca a esta organización pensar como piensa y estar convencida de los postulados que defiende.
El problema para estos va mucho más allá de La Cámpora.
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