viernes, octubre 03, 2014

Cayó Fábrega y la crisis avanza un nuevo casillero

Por Gabriel Solano



Envalentonada con su almuerzo en Santa Marta con el Papa y con el tiempo que le dispensó el magnate húngaro George Soros en Nueva York, Cristina se animó a despedir a su presidente del Banco Central. Fábrega fue acusado en público de ser un agente del sistema financiero, un reproche absurdo, pues fue justamente por ese motivo que la presidenta lo había elegido para ese cargo. Pensaba que siendo un compinche de los secretos "no santos" de su ex marido, Fábrega reportaría a ella de manera incondicional. Pero el "banquero central" parece haber filtrado información privilegiada para que los bancos se desprendieran de los dólares antes que entrara en vigencia una resolución que obligada entregarle al Banco Central el 33% de sus tenencias de divisas al valor oficial.

Resulta llamativo, sin embargo, que para el sillón principal del Banco Central haya sido nominado Alejandro Vanoli, quien siendo titular del Mercado de Valores es tan responsable como Fábrega de las medidas especulativas armadas mediante el “contado con liquidación” y el “dólar bolsa”. Vanoli, que igual que Kirchner supo ser menemista, duhaldista y hasta aliancista (como medio gabinete K), se ha pronunciado en más de una ocasión por un arreglo en enero próximo con los fondos buitre, una vez que la cláusula RUFO pierda vigencia.

El sillón ganado por Vanoli es un hierro caliente, por el simple motivo que el Banco Central que deberá comandar está quebrado. Por orden y cuenta de la propia Cristina y del soviético Kicillof, el Banco Central ha asumido deuda con los bancos privados por un monto superior a los 230 mil millones de pesos a una tasa de interés del 30%. Como contraparte continúa la caída de las reservas, que ya no alcanzan a cubrir los servicios de deuda pública que existen hasta finales del 2015. La quiebra del Banco Central explica en última instancia la destrucción de la moneda nacional.


Ya a esta altura son mayoría los que piensan que el gobierno deberá necesariamente refinanciar los vencimientos de deuda para el año 2015, empezando por el "mítico" BODEN. Mientras Cristina se autoproclamaba como la “última valla para evitar el re-endeudamiento del país” y recibía una ovación en el Patio de Las Palmeras, Kicillof emitía deuda por 10.000 millones de pesos a una tasa superior al 24%.

Qué el gobierno está en la búsqueda de un nuevo re-endeudamiento no es novedad. En pos de lograrlo acordó primero con Repsol y luego con el Club de París, y pagó finalmente los fallos del CIADI a las privatizadas que hicieron juicio contra Argentina. Obama le vendió el cuento que este camino aseguraba el acuerdo con los fondos buitre, y de ahí el pasaje al paraíso de nuevos créditos internacionales. Los reproches de Cristina contra Obama se deben a que piensa que el presidente yanqui no hizo lo que debía hacer para ponerlo en caja a Griesa.

Del mismo modo que antes confió en Obama, ahora el kircherismo apuesta a que su sostén sean los fondos que quieren invertir en YPF y en especial en Vaca Muerta. Como Cristina tiene el problema que debe ´pagar primero´, ya armó un proyecto de ley petrolera a ´gusto y piacere´ de Chevrón y Soros. Pero puede sufrir un nuevo desplante. No hay ley que haga que los grandes monopolios petroleros traigan sus dólares para cambiarlos a $ 8.44, y mucho menos si no tienen garantía de que pueden retirarlos del país cuando quieran.

Toda la política del gobierno conduce a la devaluación y al levantamiento del cepo cambiario (para lo cual la primera es requisito). Las fuerzas sobre las que se apoya el kirchnerismo para llegar penosamente a su fin de mandato reclaman una devaluación en regla, que desvalorice los activos del país ante el gran capital financiero internacional. Por eso los gritos de Cristina contra la devaluación no deben tomarse en serio. En diciembre y enero pasado luego de jurar que no iba a devaluar lo terminó haciendo.

La devaluación, sin embargo, no está dictada por necesidades que hacen al desarrollo del país, sino que persigue el objetivo de pagar la deuda y consumar la entrega petrolera. De fondo es un mecanismo financiero para transferir la crisis a los trabajadores, que sufrirán una reducción de su salario y un parate económico con más despidos y suspensiones.

Por más choques que tenga el gobierno con la ´opo´ tradicional lo cierto es que en lo esencial comparte el mismo programa. Por eso es falso que tengan en la agenda la salida anticipada del gobierno. Al revés esperan que sea el kirchnerismo el que haga el trabajo sucio.

La función de la izquierda en estas circunstancias es denunciar los planes oficiales, la similitud de objetivos con la llamada oposición de los Massa, Macri y UNEN, y apoyando las luchas populares estructurar una alternativa política de la izquierda y los trabajadores.


En función de este objetivo es que estamos convocando el Congreso del movimiento obrero y la izquierda el próximo 8 de noviembre en el Luna Park.  

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