martes, octubre 07, 2014

El ácido y genial texto de Bruno Bauer

GENTE QUE NO

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Por Bruno Bauer :: @bauerbrun
I.
A la Argentina le sobra gente. Unos veinte millones, más o menos. Al mundo también le sobra gente, pero ese no es el tema hoy aquí. A la Argentina le sobra esa gente que creció a la sombra de nuestras dos últimas décadas ganadas, y de las varias décadas perdidas, en donde el abandono les entumeció todas esas capacidades y voluntades que hacen que el mercado se interese por un individuo. Millones de individuos racionales que cada día miden la utilidad marginal de las opciones que les da la escasez: ser repositores en el supermercado chino, cortar el pasto para la municipalidad, pedir un plan o delinquir. Personas que cuentan cada hora del día en monedas y cada día de la semana en billetes que serán gastados inmediatamente. Sin ahorro no hay acumulación, sin acumulación no hay tiempo, sin tiempo no hay progreso, sin progreso no hay Historia ni Nación. A la Argentina le sobra gente sin Historia.
No hay nada en esa gente para el mercado, ni hay nada en el mercado para esa gente, salvo ese borde de consumo de terceras marcas y productos pirateados. Pero no es sólo esa gente la que le sobra a la Argentina. También lo eres tú, oh lector, que leés este post, miembro supernumerario de las obesas plantillas de la administración pública, el sistema de becas y subsidios, o el capitalismo subvencionado. Y también lo eres tú, oh autor, que tecleas este post, monotributista de la inexplicable industria cultural.
Es la pesadilla posindustrial de una sociedad en donde casi nadie es necesario y donde casi toda actividad es inútil. Es la pesadilla que sueña el país sojero, competitivo y pujante cada vez que paga impuestos, si es que lo hace. Siempre que puedo, me gusta hablar con algún vocero de esa otra Argentina que sí vale. Me gustan sus gemelos de plata mejicana, su corte de pelo perfecto, la voz nasal y canchera con la que me describen el gran friso de la Argentina potencia, la Argentina potencial.
Un mapa poblado de ciudades modernísimas de creciente valoración inmobiliaria, rodeadas por un espeso cinturón sojero cuya frontera se expande hasta chocar con las plantas de shale gas del califato de Vaca Muerta o con las minas a cielo abierto que pulverizan la precordillera en busca de oro, descentralizan el capitalismo argentino y reactivan el FC del Oeste. Y, de postre, premio superestructural de una base económica que hizo los deberes, el sueño liberal: un gobierno no peronista.

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