jueves, noviembre 20, 2014

El mito del país presidencialista

En los lugares donde se concentra la aduana y por ende el Estado Nacional, como la zona norte de CABA, la autoridad local suele valer nada: pues el Estado ya está, no necesitan nada. Y la Nación, por ende, ahí, existe. Como manera de legitimar más la obtención o manutención de privilegios. Pero fuera de ese círculo rojo, el país deja de ser tal y el presidente, en provincias remotas como Morón o Lugano, importa menos que el Intendente. 
No hay mejor manera de estudiar esta verdad para cualquiera con calle que durante las dictaduras. Cuando las tres armas dividían en tres tercios el territorio y más de una vez, incluso, guerreraron literalmente, sin que se resintiera para nada la administración cotidiana de las cosas.
Pero, a los cualunquistas no hay dato que les cambie sus prejuicios. Así les va, chicas.
Pero Argentina tiene un federalismo fuerte, con sus altibajos, pero es de los más fuertes de latinoamérica y se revela, por ejemplo, en el Congreso. 
Que los senadores hayan frenado el loby delincuencial de la vieja por Telefónica y Telecom, que lo hayan hecho por simples cableoperadores de cooperativas, exime de mayor explicación. Pero bue. Contra el cualunquismo nada se puede hacer

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