Por Raúl Degrossi 
Dificultades para imponer sus proyectos en el Congreso, porque en ambas cámaras la mayoría es opositora.
Inconvenientes para suplir esa dificultad dictando decretos de
necesidad y urgencia, ante jueces dispuestos a involucrarse con
naturalidad en los conflictos entre los poderes políticos.
Una Corte Suprema independiente, que por momentos sobreactúa su
independencia y que no tiene reparos (al menos en algunos de sus
integrantes) en jugar roles políticos.
Un Banco Central y otras entidades claves del aparato estatal con
veleidades de autonomía del poder presidencial, y en manos de enemigos
políticos, actuales o futuros.
Apoyo condicionado y condicionante de un aparato partidario enmohecido
y vaciado de contenido, cuyos dirigentes máximos miran con desconfianza
su liderazgo, atentos a la primera oportunidad que les permita cobrarse
viejas facturas
Aliados de conveniencias circunstanciales, que se despegarán sin dudas
buscando mejores horizontes ante la menor señal de conflicto o desgaste.
Grupos multimedios desesperados por defender sus privilegios a como dé
lugar, privilegios entre los cuales figura en una lugar preferente la
intención de seguir marcándole la cancha y la agenda al poder político.
Empresarios desbocados en sus apetitos por apropiarse del Estado para
desmantelarlo y ponerlo (más aun) a su servicio, con poca paciencia
para los tiempos de la democracia y escaso o nulo deseo de resignar
rentabilidad.
Una oposición -engordada incluso por los aliados de otrora- con la que
no hay puentes de convivencia, dispuesta a recuperar el poder aunque
sea erosionando la gobernabilidad.
Panorama complicado el del gobierno de Cobos, eh.  
 
domingo, enero 10, 2010
Perón, Pino Solanas, la deuda, Redrado, las reservas
Por Raúl Degrossi
Lecciones de la Historia 
Más
allá de la saga de los hechos del escándalo Redrado es interesante descubrir
que es lo que verdaderamente está en juego; lo que cada uno busca a partir de
las posiciones que toma en este asunto y -sobre todo- el rol que objetivamente
termina jugando a partir de esas posiciones, cualquiera sea el que se haya
propuesto jugar.
Que
la impresentable derecha argentina (que en sus investiduras del PRO y la UCR  acaba, por ejemplo, de
votar en el Congreso la reapertura del canje de deuda) cuestione el pago de la
deuda externa con reservas, sólo demuestra su grado de cinismo y sus verdaderos
propósitos: sabotear el gobierno de Cristina Kirchner, socavar sus bases
políticas, institucionales y materiales de sustentación, y obligarlo a hacer,
hasta el final de su mandato (si es que lo respetan), el mega-ajuste que
constituye la hoja de ruta de un eventual gobierno de Cobos o Macri (y porque
no, de Duhalde), o sea los “tres o cuatro puntos” en los que se pusieron de
acuerdo, hace rato, los verdaderos “poderes” de la Argentina. 
Lo
que es más difícil de comprender (cada vez más difícil) es la actitud de otros
sectores como Pino Solanas y su Proyecto Yo, porque desde el cuestionamiento a
la legitimidad de la deuda externa desemboca en la defensa del orden
institucional creado por Menem y Cavallo para el Banco Central; sin reparar que
lo primero forma parte de la historia documentalizada a la que es afecto,
mientras lo segundo lo suma objetivamente a la coalición destituyente.
Y
ya que de historia hablamos, dos ejemplos salidos del pasado para ilustrar lo
dicho.
Pese
a la creencia generalizada (alimentada incluso por el propio Perón con su
famosa imagen de los lingotes de oro en los pasillos del Banco Central), el
primer peronismo al acceder al gobierno en 1946, no se encontraba con una
situación financiera desahogada, ni mucho menos.
El
país contaba entonces con varios años seguidos de un importante superávit en su
comercio exterior, como consecuencia del aumento de sus exportaciones
agropecuarias en los años de la guerra (para abastecer a los países en
conflicto, sobre todo Inglaterra) y del brusco descenso de las importaciones,
por el mismo conflicto y la implantación del control de cambios.
Como
consecuencia de ese superávit acumuló reservas por 1650 millones de dólares,
inmovilizadas en bancos ingleses y de los EEUU de las que no podía disponer
libremente, al mismo tiempo que el Estado argentino tenía un elevado
endeudamiento externo, cuyos servicios insumían nada menos que el 30 % de su recaudación
anual de impuestos (para darse una idea, hoy deben andar por el 10 %).
Es
decir que lo que era un superávit comercial, se diluía en un impresionante
déficit de la balanza de pagos por las divisas que se iban del país en concepto
de pago de la deuda, y de remisión de dividendos de las empresas extranjeras en
el país, la gran mayoría los ferrocarriles ingleses con su régimen de
utilidades garantidas.
Entre
los préstamos que configuraban esa deuda externa, había algunos contraídos por
provincias (como Santa Fe y Mendoza) y luego asumidos por la nación, y dos
grandes empréstitos de 1936 y 1937 (es decir plena Década Infame) llamados de
Conversión, porque absorbían muchos préstamos contraídos con anterioridad;
hasta los pedidos por Mitre para aniquilar al Paraguay en la Guerra  de la Triple Alianza ,
cuando al diario que fundó le preocupaba un poco menos el clima de crispación.
¿Y
qué hizo entonces Perón frente al problema, repudiar la deuda declarando que
era ilegítima por haber sido contraída por gobiernos fraudulentos, onda Pino
Solanas o Vilma Ripoll; o declararla en default con una sonrisa y en medio de
aplausos en el Congreso, como Rodríguez Saá?
¿O,
por el contrario, pagarla con un enorme ajuste sacrificando toda política de
promoción económica o redistribución del ingreso, como han hecho prácticamente
todos los que gobernaron entre 1983 y 2003? (la dictadura, se sabe, hizo
bastante más que eso)
Ninguna
de esas alternativas, el 16 de julio de 1946, apenas a las seis semanas de
haber asumido como Presidente, y luego de anunciarlo en el Congreso en su toma
de posesión, instruyó al Banco Central para cancelar la totalidad de esa deuda,
usando para eso entre ese año y 1948, 264 millones de dólares ¡de las reservas
internacionales acumuladas en los años de la guerra!
El
diario Clarín del 17 de julio del mismo año titulaba como noticia central en su
primera plana “Argentina salda su deuda externa”, y en el desarrollo de la
noticia poco menos que transcribía un comunicado del Ministerio de Hacienda
(igual trato que ahora para la información oficial, ¿no?), en el cual se decía
que “la operación comportará para la
economía del país evidentes ventajas. En primer lugar, permitirá utilizar
divisas que no producen renta, en cancelar deuda externa sujeta a un interés
que resulta elevado si se atiende a la posición económica-financiera alcanzada
por la República  Argentina …”
(y) “…evitará asimismo, en lo sucesivo,
el empleo de divisas para atender el servicio de intereses que sólo en el
corriente año hubieran representado 920 millones de pesos”.
Como
se ve, las similitudes del problema existente y de la solución adoptada son
notorias, y el gobierno de Perón no se detuvo allí en la utilización de las
reservas: otros 850 millones de pesos se destinaron a las nacionalizaciones de
los servicios públicos (entre ellos los ferrocarriles), no sólo para recuperar
el control de sectores estratégicos de la economía, sino para detener la
sangría de recursos que significaba la remisión de utilidades del capital
extranjero invertido en esos servicios.
Antes
que se me diga que la situación era diferente a la de hoy, porque el gobierno
contaba con otros recursos a su disposición (como los depósitos bancarios
nacionalizados y el monopolio del comercio exterior a través del IAPI), digo
que el razonamiento es el inverso: si en esa situación de fortaleza no se apeló
al defáult o al ajuste en relación a la deuda (tales parecen ser las
alternativas subyacentes en los reclamos opositores frente al Fondo del
Bicentenario), ¿por qué razón hacerlo hoy, cuando no se cuenta con esos
recursos, pero sí se tienen reservas?.
Por
otra parte, los que proponen veladamente el defáult no tienen ni por asomo el
poder político para imponer su  programa
(ni siquiera parecen poder obtener o conservar la personería electoral de un
partido), y los que postulan por lo bajo el ajuste, nunca estarían dispuestos a
llevar adelante un grado de ingerencia tal del Estado en la economía; me remito
al conflicto agropecuario por la
 Resolución  125 (en el que, por cierto, ambas vertientes
opositoras confluyeron).
Y
vamos a terminar con otro ejemplo del primer peronismo, de un tema caro al
pinosolanismo.
Para
1955 el país vivía un clima convulsionado y la oposición conspiraba contra el
gobierno en todos los frentes, y en ese contexto se conocieron las tratativas
del gobierno peronista con una empresa norteamericana, subsidiaria de la Standard  Oil , para explorar y
explotar petróleo en la provincia de Santa Cruz.
El
gobierno se proponía aumentar la producción petrolera para disminuir las
importaciones de petróleo y combustibles, que representaban casi la mitad del
total de las compras externas del país, pero el convenio desató críticas no
solo entre los opositores a Perón, sino en las propias filas oficialistas.
Desde
el radicalismo, Arturo Frondizi encabezó la crítica y hasta llegó a escribir un
libro (“Petróleo y Política”), cuestionando duramente al gobierno que, a través
de la Constitución 
de 1949 (a la que su partido se opuso por razones de forma, abandonando el
recinto de la Convención ,
como el año pasado la Cámara 
de Diputados al discutir la ley de medios) y su artículo 40 había nacionalizado
los recursos naturales estratégicos; y un nacionalista de derecha como Adolfo
Silenzi de Stagni (profesor de Derecho de Minería en la UBA ) pronunciaba conferencias
criticando el convenio, y llamando a las fuerzas armadas a deponer a Perón.
Claro
que Frondizi podía exhibir por entonces los blasones del radicalismo en la
materia a partir de la obra de Yrigoyen y Mosconi, mientras que hoy Gerardo
Morales y Sanz cuestionan al gobierno que juntó 40.000 millones de dólares en
seis años, desde los estrepitosos fracasos de Alfonsín y De La Rúa. 
Pero
volviendo al 55’ ,
una figura emblemática de la izquierda peronista como John William Cooke se
opuso frontalmente al convenio petrolero, mientras la CGT  instruía por intermedio de
Amado Olmos (los Moyano y Recalde de entonces) a los diputados de extracción
obrera que votasen en contra cuando se discutiese en el Congreso, al que
también por entonces se acusaba de “levanta-manos” ante los proyectos del
Ejecutivo.
Frondizi
y Silenzi de Stagni contribuyeron decisivamente al golpe del 55’ , que permitió instaurar una
dictadura que derogó la
 Constitución  del 49’ ,
desnacionalizó los depósitos bancarios, disolvió el IAPI y decretó el ingreso
de la Argentina 
al FMI (además de fusilar opositores, instaurar el delito de opinión y otras
bellezas); y el primero accedió al gobierno en 1958 pactando con el peronismo
para obtener su apoyo, para llevar adelante luego una política petrolera
ubicada en las antípodas de sus posiciones del 55’  y de su famoso libro.
Cooke,
en cambio, descargó su 45’ 
contra los aviones de la Marina 
que bombardeaban la Plaza 
de Mayo el 16 de Junio de 1955, fue encarcelado luego del golpe y al fugarse
pasó a encabezar virtualmente la
 Resistencia  peronista; pese a que sus objeciones al contrato
petrolero no eran menos virulentas.
¿Qué
hubiera hecho por ejemplo Pino Solanas de haber tenido protagonismo político
entonces, defender al gobierno amenazado por el dispositivo golpista, aun
manteniendo sus previsibles críticas al convenio petrolero -o al pago de la
deuda con reservas, por qué no-, o repartir copias de la conferencia de Silenzi
de Stagni entre oficiales de las fuerzas armadas, como hoy pasea por los
estudios de televisión del Grupo Clarín o escribe con frecuencia columnas en La Nación ?
Diferencias
de perspectiva en la comprensión de los procesos históricos, que le dicen,
pareciera que ahí está la respuesta.
Qué país
Mendieta, manejando a la salida de Taco Ralo, en Tucumán, me llama por teléfono. Le recuerdo algunas divertidísimas historias que nos contó el Intendente de Taco Ralo (digamos, divertidísimas para nosotros, si uno sabe cruzar el humor negro con la historia) en un almuerzo al que nos invitó Aldo y  Javier.
Hay que manejar desde Buenos Aires hasta Tucumán. Y de ahí, a Córdoba. A Mendieta le gusta así que me contó que, con su chica y su nena, se fue hasta un pueblo del norte. Huanquillas, o algo así -se interrumpía el audio- no encontré ninguna referencia (sí hay en Ecuadro un pueblo con ese nombre) pero tampoco es fácil encontrarlo.
Porque en el pueblo no había nada.
Menos un domingo.
Pero, nada, quiere decir, nada.
Un escuela albergue. (Si hay una escuela albergue, eso ya anticipa que los pobladores viven a grandes distancias). Un centro de salud.
Cómo es, eh, el estado argentino.
Una escuela. Un centro de salud.
Y un afiche, destacado, de la Asignación Unviersal por Hijo.
Qué país.
Hay que manejar desde Buenos Aires hasta Tucumán. Y de ahí, a Córdoba. A Mendieta le gusta así que me contó que, con su chica y su nena, se fue hasta un pueblo del norte. Huanquillas, o algo así -se interrumpía el audio- no encontré ninguna referencia (sí hay en Ecuadro un pueblo con ese nombre) pero tampoco es fácil encontrarlo.
Porque en el pueblo no había nada.
Menos un domingo.
Pero, nada, quiere decir, nada.
Un escuela albergue. (Si hay una escuela albergue, eso ya anticipa que los pobladores viven a grandes distancias). Un centro de salud.
Cómo es, eh, el estado argentino.
Una escuela. Un centro de salud.
Y un afiche, destacado, de la Asignación Unviersal por Hijo.
Qué país.
Busti
Volcado completamente a la oposición, el Presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Busti, dio estas definiciones a Página Política.
Cristina Fernández. La conocí cuando fui cuatro años compañero de ella, era una muy buena parlamentaria. Todas las cosas que entonces votó en contra las hizo siendo presidenta: votó en contra de los superpoderes, de la ley de emergencia de Duhalde. Era una parlamentaria muy individualista, no participaba en las reuniones de bloque, pero muy capaz. En la tarea ejecutiva me parece que habla demasiado y tiene detrás alguien que ejerce una gran presión sobre ella, que es Néstor Kirchner.
Néstor Kirchner. Hizo una buena presidencia de 2003 a 2007 en una forma bastante autoritaria, pero le dio mucho empuje al país. Su error fue no adoptar la cláusula de reelección y jugarse. A partir de la asunción de su esposa se produce el doble comando que responde hasta una cuestión psicológica, con un hombre acostumbrado a mandar. Me parece que le ha hecho mucho mal al peronismo, al que despreció entre 2003 y 2007 con el sueño de formar un nuevo movimiento superador. Cuando se dio cuenta que ese movimiento no tenía ninguna perspectiva, tomó el Partido Justicialista y ese manoseo lo advirtieron los peronistas.
Felipe Solá. Muy inteligente, sin ninguna duda va a jugar un rol preponderante en la Cámara de Diputados de la Nación.
Eduardo Duhalde. Un político de raza que va a ser reconocido por la historia. El futuro dirá que va a pasar con él, pero si ninguna duda, para la etapa de 2001-2002 algún día va a ser reconocido su aporte como el que pacificó el país. En lo partidario creo que sintetiza la batalla electoral en la provincia de Buenos Aires y que todo lo otro le es accesorio. Larga su candidatura para generar expectativa, pero el error es que adelanta mucho los tiempos y lo hace en una gran soledad, porque no habla con ningún dirigente provincia, con dirigentes territoriales en serio, solamente se le acercan los que no tienen votos.
Carlos Reutemann. Algunos dice que sólo tiene carisma, pero para mí además fue un buen administrador. Le falta más sentido de la comunicación. Cuando gobernó Santa Fe, en la misma época que estuvo Montiel acá, lo dejó con superávit, con dinero en la caja. Es una gran esperanza para el Peronismo Federal.
Alberto y Adolfo Rodríguez Saá. Buenos administradores en la provincia de San Luis, con una incapacidad de comunicación para trasladar su experiencia en el orden nacional.
Ramón Puerta. Se ha quedado mucho en los medios de comunicación nacional, pero ha perdido mucha inserción en su Misiones.
Juan Carlos Romero. Expresa el sector más conservador del peronismo.
Julio Cobos. Lo veo con mucha similitud a De la Rúa. Pasó a la fama con el voto no positivo de la 125, que hasta no sabía como decirlo. Pero la verdad no sé que va a pasar con Cobos dentro del radicalismo y la Coalición, me parece que va a haber mucho debate. Lo que no entiendo de él es cómo se puede ser vicepresidente de un gobierno y a su vez opositor y candidato de la oposición a ese mismo gobierno. Me parece que para ser realmente tomado en cuenta va a tener que decidirse rápidamente.
Mauricio Macri. Es la expresión de la derecha argentina; su gobierno en Buenos Aires es malo, de mala gestión. Creo que es un gobierno de marketing.
Alberto Fernández. Parece que nadie se hace cargo de nada. Fue jefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner. El es columnista de opinión, y parece que se olvida que fue protagonista de esta historia: no puede decir “Frankenstein contra Drácula” o “el pasado” ¿Y Pepe Mujica? Tiene 74 años y ganó la presidencia. Nadie le puede dar la jubilación a alguien por la edad.
Francisco De Narváez. Es el postmodernismo; el hombre que tiene mucho dinero y cree que a través de la publicidad costosa y el desprestigio de los políticos puede nutrir su imagen. Lo he visto hablar muchas veces por televisión, pero poco en el Congreso.
Sergio Urribarri. Le deseo la mejor de la suerte, porque a nadie que tenga cargo ejecutivo le voy a desear el mal, porque sería mal para todos los entrerrianos, y menos si es peronista. Ojalá que acierte en 2010 y realmente tome decisiones que signifiquen mejorar la situación de la provincia.
José Cáceres. Un peronista nato, muy sanguíneo, muy frontal para decir las cosas. Hemos tenido muchas diferencias en cuanto a la apreciación de los hechos que han sucedido estos últimos años, de cualquier manera, yo por lo menos, mantengo un afecto por él. A José lo respeto mucho: quien va a negar su peronismo, un hombre hecho de abajo, de los barrios. En esto no se puede decir que están cerradas las puertas para nadie.
Blanca Osuna. Es un caso distinto, porque como senadora nacional ha tomada un camino claramente direccionado hacia el kirchnerismo. Yo nunca más he hablado con ella. Con Cáceres nos hemos diferenciado en posiciones, pero después hemos hablado, yo a Blanca Osuna no la ví más, ni ella se acercó.
José Carlos Halle. Un amigo que le ha tocado una muy dura y ojalá tome las decisiones acertadas. Entiendo el brete en el que está metido. Pero también él tiene que entender que hay muchas agrupaciones barriales, sindicales que se han formado que son un nueva expresión política en el peronismo de Paraná y que son muy críticas a Kirchner. Nunca me voy a olvidar cuando en el acto del 17 de noviembre empezó a hablar Claudia Rucci y la ovacionaron los de abajo, donde el rechazo a Kirchner es un sentimiento generalizado.
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